sábado, 14 de marzo de 2015

DESCANSO DEL MISIONERO

11 DE MARZO DE 2015 / MONASTERIODELPUEYO

«Los apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y lo que habían enseñado. Él, entonces, les dice: “Venid también vosotros aparte, a un lugar solitario, para descansar un poco.” Pues los que iban y venían eran muchos, y no les quedaba tiempo ni para comer. Y se fueron en la barca, aparte, a un lugar solitario. Pero les vieron marcharse y muchos cayeron en cuenta; y fueron allá corriendo, a pie, de todas las ciudades y llegaron antes que ellos. Y al desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión de ellos, pues estaban como ovejas que no tienen pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas». (Marcos 6,30-34)




El Verbo se hizo carne

Los apóstoles llegan cansados, pero contentos, de misionar, y Jesús, después de escucharlos atentamente, los quiere llevar a un lugar desierto y tranquilo para descansar; porque como dice S. Marcos: “no tenían tiempo ni para comer”.

El 1º mensaje, bien claro, es la necesidad de retirarse, de descansar, de aflojar la tensión de la actividad diaria, de estar un tiempo a solas con Jesús.



Pero versículo seguido, nos dice el evangelista que las gentes siguieron a Jesús y su comitiva, y al encontrarlos, volvieron a mendigar tiempo, palabras y misericordia.

Jesús no les dice que esperen un poco, que es hora de descansar (“de siesta o día libre”); sino que, con amor de Buen Pastor, los atiende con calma, pacientemente.

Entonces el 2ª mensaje, parecería ser que no hay que descansar, que se impone la necesidad… como que lo de buscar un lugar tranquilo para descansar fue una excusa de Jesús para enseñarnos, que, en realidad, no hay tiempo de reposar.




el descanso de la oración

¿Qué debemos hacer? ¿Es bueno descansar o no?

Jesús nos enseña ambas cosas y no se contradicen, evidentemente.

-hay que saber descansar, cuando se puede y debe. Así enseña, en su comentario,Teofilacto: “El Señor se retira a un lugar desierto por humildad, y hace descansar a sus discípulos, para que aprendan que merecen descansar los que trabajan de palabra y obra, y que no deben trabajar continuamente”.



-y hay que ser generosos, y si Dios lo pide, por la obediencia o por las circunstancias de la vida, entregarnos con amor y “con calma” al trabajo, por más cansados que estemos. Es el ejemplo de Cristo: “sintió compasión de ellos, pues estaban como ovejas que no tienen pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas, con calma”.

San Juan de la Cruz (si no me falla la memoria) decía: “el amor no cansa ni se cansa”. O sea, lo importante es ser realistas y ver lo que pide Dios en cada momento, y amar su santísima Voluntad.



Quería insistir, muy brevemente, un poco más sobre lo primero, sobre el descanso necesario y el modo. Seguimos a Santo Tomás, para que nos enseñe con su claridad a ser realistas y sabios.



En la Suma Th, en el artículo 2 de la cuestión 168 (II-II), cuando habla de la modestia y del juego, nos da una excelente lección sobre el descanso del alma, la eutrapelia:

Cita primero a San Agustín en el sed contra: “quiero que seas indulgente contigo mismo, porque conviene que el sabio relaje de vez en vez el rigor de su aplicación a las cosas que debe hacer. Ahora bien: esta relajación del ánimo respecto de las cosas que deben hacerse se realiza mediante palabras y acciones de recreo. Luego conviene que el sabio y el virtuoso recurran a ellas alguna vez. El Filósofo, por su parte, pone una virtud que se ocupa de los juegos, que él llama eutrapelia y que nosotros podemos llamar alegría[1].




en la huerta

Y en el cuerpo del artículo da por un hecho obvio el descanso necesario del cuerpo para explicar luego la necesidad deldescanso del alma: “De igual modo que el hombre necesita del descanso corporal para reconfortar el cuerpo, que no puede trabajar incesantemente porque su capacidad es finita y limitada a ciertos trabajos, eso pasa también en el alma, cuya capacidad es también limitada y determinada a ciertas operaciones”.

¿Por qué se cansa el alma, si es espiritual?

-El alma se fatiga cuando realiza operaciones que están por encima de su capacidad, y esto, especialmente, porque en las operaciones del alma trabaja también el cuerpo, ya que el alma, incluso la intelectiva, hace uso de fuerzas que operan por medio de órganos del cuerpo;

– Por otra parte, los bienes sensibles son connaturales al hombre. Por ello, cuando elalma se eleva sobre lo sensible mediante obras de la razón, aparece un cansancio en el alma;



Entonces se hace necesario el descanso espiritual: “Y del mismo modo que elcansancio corporal desaparece por medio del descanso corporal, también la agilidad espiritual se restaura mediante el reposo espiritual, que no es otra cosa que el deleite”. Este deleite ayuda a relajar la tensión del espíritu.

Y Sto. Tomás cita el ejemplo bien conocido de las Colaciones de los Padres: “Así leemos, en las Colaciones de los Padres, que el evangelista San Juan, cuando algunos se escandalizaron al encontrarlo jugando con sus discípulos, mandó a uno de ellos, que tenía un arco, que tensara una flecha. Después de haberlo hecho muchas veces, le preguntó si podía hacerlo ininterrumpidamente, a lo que el otro respondió que, si lo hiciera así, se rompería el arco. San Juan hizo notar, entonces, que se rompería también el alma humana si se mantuviera siempre en la misma tensión”.



Y explica el doctor angélico que ese deleite del alma se proporciona mediante el juego o diversión. Y cita a Aristóteles: “En la conservación de esta vida se necesita descansar mediante el juego. Hay que hacer uso de él, por tanto”.




en clases

Y termina el artículo, y nosotros con él, diciendo que tiene que haber una virtud moral que regule los juegos, para que sean ordenados según la recta razón y el bien de nuestra alma, evitando 3 peligros:

– La primera y principal, que este deleite se busque en obras o palabras torpes o nocivas.

– En segundo lugar, cuidar de que, aligerando el peso del espíritu, no vayamos a perder la armonía formada por el concierto de las buenas obras (haya una chispa de ingenio),

– En tercer lugar, hay que procurar que el juego se acomode a la dignidad de la persona y al tiempo.



Termino con un consejo brevísimo del P. Llorente a las carmelitas: “Que tengan felices Pascuas y que se rían mucho y armen mucho alboroto para desquitarse del silencio y caras largas que han tenido toda la Cuaresma. Si Cristo resucitó, también nosotros resucitaremos; y con nuestros mismos cuerpos y almas”[2].



Ave María Purísima…

[1] SAN AGUSTÍN, II Musicae, citado por S Th, en dicho artículo.

[2] Segundo Llorente, S. J., Cartas a las carmelitas, p. 62.

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