sábado, 27 de diciembre de 2014

Un vendaval en África

Posted on diciembre 23, 2014

Ibiza, España, 20 Diciembre de 2014.

Quien llegue a la misión de Ushetu desde Europa puede tener la impresión de cierta vuelta atrás en el tiempo. No es por la ausencia de televisores, asfalto y cables de la luz, sino por la experiencia de un catolicismo palpable en cosas tan patentes como la sotana del cura y los hábitos de las hermanas y gente que centra sus días alrededor de los sacramentos, la oración y una liturgia sin inventos.



Una cifra impensable de Confirmaciones precedió mi llegada (500 personas). Luego pasaron días en visitar aldeas lejanas en las que el padre Diego confiesa, bautiza niños y adultos, celebra la Misa y da la primera Comunión a niños y niñas que ignoran el entorno de convites y exhibición que diluye su significado en nuestros países ricos.



La salida de esas Misas tiene su propio ceremonial cuando Diego procede al reparto de los “pipis” (caramelos) que le han hecho famoso en toda la comarca. Niños de todas las edades corren desde sus cabañas al camino cuando pasa el auto de Diego al grito de ¡“pipis” “pipis”! a recoger un caramelo, que pagan de sobra con la sonrisa limpia que nunca desaparece de sus miradas. Nunca hace frío en Ushetu, y entonces los catequistas, enseñan a los catecúmenos al aire libre y Diego predica en su swahili aún en proceso de perfeccionamiento, en la esperanza segura de que quien corresponda haga de intérprete y ponga el resto.



A todo esto, durante mi estadía en África, llegaba la noticia de que un Papa, argentino universal como Diego, nombraba al sudafricano Napier, Cardenal y arzobispo de Durban, entre los cuatro cardenales responsables del Sínodo de la Familia del 2015. Crece la Iglesia en África en número y con una seguridad doctrinal que acabó por destacar en el pasado Sínodo. Napier levantó la voz cuando un cardenal europeo jubilado, con escasa delicadeza y sobrada pobreza argumental, se permitió disculpar las intervenciones de la Iglesia africana en el Sínodo atribuyéndolas a “tabúes”. Con su respuesta abrió Napier la puerta al clamor contra las manipulaciones que sucedían en el Sínodo. El asunto me llevaba a comparar las complicadas exposiciones que a veces oigo en el viejo mundo, sobre métodos para implementar la nueva evangelización, con el hecho de que en África evangelizan, convierten y bautizan con método tan antiguo como vivir el Evangelio y predicarlo.



Quien llegue a la misión de Ushetu desde Europa puede que se vuelva convencido de que el Espíritu Santo sopla donde quiere, pero lo que es en África ha decidido provocar un vendaval.



Rafael Vargas Vargas, médico.

DNI es 30061217X

Ibiza, España.

vargas1916@gmail.com

NAVIDAD: Dios se hace pobre y se revela a los pobres

24 DE DICIEMBRE DE 2014 / MONASTERIODELPUEYO

Como sucederá luego a lo largo de la historia de la Iglesia, “el Dios que se complace en los pobres”, se revela por medio de su ángel a unos pastores. Dice un comentador: “Es maravilloso que los primeros a los que Dios comunicó la buena noticia fueron unos sencillos pastores. Los más religiosos de aquellos tiempos despreciaban a los pastores porque no podían cumplir todos los detalles de la ley ceremonial; no se podían lavar las manos meticulosamente, ni observar todos los otros preceptos y reglas. Tenían que atender a las necesidades de los rebaños, así es que los religiosos los despreciaban. Fueron hombres sencillos que estaban trabajando en el campo los primeros que recibieron el mensaje de Dios”.


“y los pastores fueron a adorarlo”

El que es sencillo y humilde, el que se conoce a sí mismo de verdad y sabe que es una simple creatura y que en todo depende de su Creador… se gana el corazón de Dios, yrecibe de El su verdad y su gracia. Por la sencilla razón de que el soberbio, que se cree autosuficiente, no aceptará ni siquiera de Dios una corrección, una ayuda, una luz. Por eso el castigo del necio es su misma necedad. Incluso el soberbio, si creen servir a Dios (como los fariseos del Evangelio), lo hacen buscándose y amándose a sí mismos, para quedar bien ante los hombres, para quedarse con las riquezas de los pobres, por vanidad.

San Pedro, en su primera carta, lo expresa con fuerza, en esa frase ya muy conocida para nosotros y por demás de elocuente: “De igual manera, jóvenes, sed sumisos a los ancianos; revestíos todos de humildad en vuestras mutuas relaciones, pues Dios resiste a los soberbios y da su gracia a los humildes” (1Pe 5, 5).

Corazón sencillo para buscar a Dios y encontrarlo.

Cada año la Iglesia quiere que celebremos este gran misterio, que renovemos en la liturgia el más grande misterio de piedad, de misericordia: “Dios hecho hombre, nacido por nosotros pobre, en un humilde portal”. Y lo hacemos no solo para recordarlo, sino para revivirlo, o sea, para disponer nuestro corazón a fin de que Cristo Dios venga a nuestra alma, la ilumine, la llene de su gracia. Cada año la Navidad es distinta, cada año Dios tiene gracias especiales para darnos.

San Rafael Arnáiz, en la primera Navidad pasada en la Trapa, lejos de su familia, escribía: “Bien está, pues Dios lo hace, que nada en la vida se repita… bien está que tanto las penas como los dolores, las alegrías y los días felices, se suceden variados…

Aprenda en la vida, el alma entregada a Dios, a no añorar lo pasado, ni a temer el porvenir… Dios es presente, y sólo El basta”.

Debemos, entonces, disponernos en esta felicísima solemnidad con un corazón muy limpio, muy sencillo, muy humilde, para que Dios quiera darnos su gracia, para que Dios se complazca en él, como se complació en el pobre portal de Belén, en los divinos corazones de María y José, en la sencillez de los pastores y en la compañía silenciosa y parca de unos animales de corral.

De nuevo que nos ayude el hermano Rafael: “Navidades en la Trapa, adoración en silencio, un corazón desprendido de la tierra y puesto a los pies de Jesús en el Portal.

Días dulces y serenos; días de amores divinos… Días de calma y de paz. Días en que el alma vuela por los campos de Judea, sueña en glorias infinitas y se abisma contemplando la bondad inmensurable…, el amor de Dios al hombre, su Encarnación en María, su desnudez y su frío, que esconden humildemente la majestad que no cabe en los cielos”.

Nuestro santo habla del monje, de sí mismo, pero todos podemos aplicarlo a nuestra vida, pues en realidad no hay una santidad para el monje y una para el laico… Dios nos llama a todos a la perfección de la caridad, Dios quiere que todos seamos santos “como el Padre Celestial”; quiere unirse a cada alma en casto matrimonio espiritual.

Así él continúa, y nosotros con él, la meditación: “medita en estos días el gran misterio de su religión…, y allá muy adentro, muy adentro de su alma, se recrea en los consuelos que Jesús Niño le ofrece por medio de las Santas Escrituras… Medita con serenidad y con paz en los salmos, en los himnos, en todo el arsenal litúrgico de que la Iglesia en estos días dispone.

Contempla asombrado cómo ‘una Virgen concebirá un hijo y su nombre será Emmanuel’, y ‘los caminos torcidos serán enderezados, y los escabrosos allanados’.

No se necesita ruido para amar a Dios. No importa la soledad, ni el silencio, ni la austeridad, ni la penitencia, ni el sufrir mucho o poco a quien sabe que lo ‘desierto e intransitable se alegrará; y saltará de gozo la soledad, y florecerá como lirio’”[1].

(…)

“En la armonía perfecta de la creación, cada hombre, cada cosa, sigue el curso trazado por Dios”.



Conclusión: Si nos hacemos como niños, sencillos… al contemplar el Pesebre y a Dios en él, comprenderemos el sentido de la vida, recibiremos la verdad, a Cristo y la gracia para amarlo. Termino con las palabras de nuestro santo monje:

“y el alma comprende y contempla la única verdad…, y la verdad es Cristo. ¡Cristo! Que transforma al mundo en un inmenso Portal… Cristo con José y María… Cristo hecho hombre por amor al hombre… Cristo que nace entre bestias y pajas, sin casa ni abrigo, y en enorme soledad…

Y ante el pensamiento de un Dios humanado, ante la grandeza de la Inmensidad, el alma se ensancha, se olvida el penar, deseos de muerte, ansias de gozar…, y la voz de Cristo, que dulce me invita, me habla de amores y me hace olvidar.

Hoy en la oración… pensando en esto… no pude menos de cerrar los ojos al ver que en el mundo nada permanece…, todo es vanidad, y olvidando sus propios sentires y propios pesares, elevó la vista al Cielo y oyó claramente a su alma… ¡hermano! ¡Ama a Cristo!, lo demás… ¿qué más te da?…”[2].

Que María Santísima nos conceda amar a Jesús que hoy nació por nosotros, con todo el corazón, con toda nuestra vida, como Ella y todos los santos lo amaron.

Ave María Purísima…

[1] SAN RAFAEL ARNAIZ, Obras Completas, p. 721 y ss.

[2] Idem… p. 735

viernes, 26 de diciembre de 2014

¿Hasta dónde llegan los brazos de Cristo?

Posted on diciembre 23, 2014

Visita a Salawi

Luego tocó el turno de visitar Salawi, el martes siguiente. A esta aldea no había ido nunca, y queda en el extremo noroeste de la parroquia. Es una de las últimas aldeas en aquella dirección. También me acompañaron Rafael y Gisela, en este viaje que estuvo hermoso, ya que es un viaje largo, de una hora y media, y se pasa por muchas aldeas, mirando paisajes y mucha gente trabajando en el campo.



Al arribar a la última aldea que yo conocía, Mazirayo, se subió un catequista que nos guiaría hasta Salawi. La aldea es por demás pequeña, pero el paisaje que la rodea es muy lindo, con colinas y algunas montañas cerca, casas repartidas por todos lados, y plantaciones bastante avanzadas.



La capilla es muy pequeña, de barro y techo de paja, y construida en un terreno pequeño con muchas piedras. Había un poco de gente, y se escuchaban las voces de los que estaban en el “bar”, es decir en una casa donde venden el alcohol con que se emborrachan, que está justo al frente. De todos modos no nos molestaron, esa es una de las ventajas de tener capilla.



Fueron llegando todos “pole-pole”, al mejor modo africano, es decir con mucha calma, sin prisa ninguna. Fue muy lindo aprovechar a rezar un rato, disfrutando de la tranquilidad. Algunos vinieron a confesarse y luego comencé la Misa. Antes de iniciar, mientras me revestía les fui explicando el sentido de los ornamentos, con ideas muy sencillas. Por las preguntas que les hacía pude percatarme que algo me entendían, y todos, grandes y chicos, miraban con muchísima atención.



En la misa bauticé una niña que se llamó Regina y un adulto, un joven de 22 años que eligió el nombre de Johane (Juan), y vivió toda la ceremonia con gran devoción. Y eso me parece admirable… pensar que los paganos se bautizan, que en estas tierras es común tener bautismos de adultos, y que por ellos Cristo derramó su sangre.



Luego de la misa, nos invitaron a comer en una casa. Fuimos con los dos catequistas, el de Salawi y el de Mazirayo. Nos prepararon pescado esta vez, algo que me sorprendió un poco, la primera vez en mi caso. El Dr. Rafael preguntó en un momento de la comida de dónde lo sacaban al pescado. La respuesta única posible es que era del Lago Victoria, que queda a más de diez horas de viaje, y el transporte no suele ser muy refrigerado, ni directo, por lo que puede llevar un par de días. Pero se sabe que el pescado se lo seca antes de transportarlo hasta lugares tan lejanos como éste. En síntesis que todos comimos, estaba rico, y sobre todo que a nadie le sentó mal después, lo cual es muy meritorio, para el pescado.

Regresamos del largo viaje, luego de despedirnos y recibir cientos de nuevas invitaciones a celebrarles la misa. Yo era la primera vez que iba, y la misa anterior que celebró el P. Johntin fue el año pasado, para mayo, aproximadamente.



En la visita a estas aldeas muchas veces me da por mirar a los que están tomando alcohol, caminado a los tumbos en pleno día y a la luz del sol. Y siento mucha pena al verlos en un lugar tan lejano, con tan poco auxilio del misionero. Nos miran pasar y nos saludan, pero sin el “Tumsifu Yesu Kristu” (Alabado sea Jesucristo), y sin saber bien quiénes somos, le preguntan al catequista que nos acompaña. Algunos se burlan y esbozan risas y chistes que apenas comprendemos, porque hablan en sukuma. Pero muchos también saludan con respeto en medio de su ignorancia y admiración.



¿Hasta dónde llegan los brazos de Cristo? Estos días he venido pensando mucho en esto, a raíz de leer las reflexiones del P. Carrascal para los misioneros. Los brazos del Crucificado son inmensos, ya que alcanzan al cielo y la tierra; lo pasado, lo presente y lo futuro; y a todos los hombres, que quiere recibir siempre con esos brazos abiertos y clavados al mismo tiempo. Y a sus vez pide desde la cruz misericordia para todos los hombres… y especialmente para los que no lo conocen, “Padre, perdónalos, porque no saben o que hacen”. Y ¿a quiénes alcanza más de lleno ésta oración que a los pobres paganos? Son ellos especialmente los que no saben lo que hacen, los que vienen en tantas oscuridades sin conocer a Cristo.

La respuesta a esta pregunta, parece ser esta: los brazos de Cristo llegan hasta donde llega el misionero. Nosotros somos sus brazos, que hoy han bautizado en la aldea de Salawi, que celebró la misa en Makondeko, que han caminado por la parroquia de Ushetu.

El misionero debe aprender a dilatar sus suplicas y sus brazos, mirando al crucifijo, a los pies del Crucificado, porque Él los tiene clavados, y nosotros no, debemos ir en busca de las almas, y ser también sus manos perdonadoras.

¡Firmes en la brecha!

P. Diego

¡Feliz Navidad!

P. Gustavo Lombardo, IVE25 diciembre, 2014Jesucristo, Misericordia, Paz, Pecado

En este día –que se prolonga por toda la Octava– se nos invita una y otra vez a alegrarnos,

a regocijarnos, porque nos ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor. San Legón Magno, en un sermón de Navidad predicaba “no hay lugar para la tristeza, cuando acaba de nacer la vida”.

En absoluto se puede dudar que debemos alegrarnos o, al menos, que a esto tenemos que apuntar; pero a veces nuestras Navidades no tienen esa alegría que vemos en los niños, o que teníamos cuando lo éramos. ¿Por qué?

¡Cuánto podría decirse en respuesta…! y mucho mejor de lo que voy a escribir a renglón seguido, pero vaya mi pequeño aporte.

¡Dios viene a salvarnos! Entender, al menos mínimamente, que todo un Dios se haga hombre por nosotros –¡por mí!–, ya bastaría para alegrarnos más de lo que un niño con su regalito… pero no me quiero detener ahí, sino en el “para qué” de su venida.

Ese “para qué” está en toda la Escritura, de un modo u otro, pero se lo dice el Ángel en sueños a San José de manera concisa y diáfana: lo llamarás Jesús –en el original: “Yeshua”, esto es “Yahvé salva”– porque salvará a su pueblo de sus pecados.

A eso vino –y viene– Cristo, ni más ni menos: a salvarnos de nuestros pecados… ¿no nos llena de alegría?…

Probablemente no, o no tanto como debiera ser; ¿por qué? Porque no tenemos idea qué es el pecado…

Sucede que todas las cosas que tienen relación directa con Dios son en alguna manera infinitas, como dice Santo Tomás; y el pecado es una de ellas. Además, al pecado no lo vemos “de fuera”, sino “de dentro” y, distinto a otras realidades, se percibe mucho menos claramente de este modo… Mons. Fulton Sheen dice que de lo único que no se aprende por experiencia es del pecado… mientras más pecamos, menos entendemos qué es pecar… (Por eso quienes más saben qué es el pecado –y justamente por eso más le esquivan–, son los santos).

Y si Cristo viene a salvarme de algo que no se sopesar… tampoco voy a saber sopesar ni su venida, ni su misión, ni –en definitiva– la redención entera. Si no llego a entender qué es un cáncer –y lo padezco– no me voy a alegrar demasiado si aparece un “salvador” que me pueda curar…

¿Quién conoce sus faltas? dice el Salmo 18 y “Los Padres del desierto no dudaban en afirmar: «El que ve su pecado es mayor que el que resucita a los muertos»[1]”.

El Papa nos decía anoche “La Navidad consiste en que Dios está siempre ahí, esperándonos”, pero no olvidemos que la barrera que nos separa de Él, aunque esté esperándonos, es justamente el pecado, y borrarlo es su misión.

Siempre estamos a tiempo, y cuánto más en Navidad, de cantar alegremente lo del Salmo 102:

Bendice, alma mía, al Señor,

y todo mi ser su santo nombre.

Bendice, alma mía, al Señor,

y no olvides sus beneficios.

El perdona todas tus culpas

y cura todas tus enfermedades;

Él rescata tu vida de la fosa,

y te colma de gracia y de ternura;

Él sacia de bienes tus anhelos,

y como un águila

se renueva tu juventud.

Que Aquella que por su cercanía con Dios también entra en las “cosas” de alguna manera infinitas, quien por ser Santísima conoce las profundidades del pecado con la mayor de las claridades, nos conceda en estos días navideños reconocer nuestros pecados y, si hace falta, acercarnos al Sacramento de la Confesión, medio que ha dejado el Niño de Belén para ser Él mismo quien nos perdona “por” y “en” sus ministros.

¡Muy Feliz Navidad!


[1] Jacques Philippe, La libertad interior.



Agrego un saludo navideño de un Siervo de Dios

AUGURIOS INCÓMODOS

Queridísimos, no obedecería a mi deber de obispo si os dijera “Feliz Navidad” sin daros fastidio.

Yo, en cambio, os quiero dar fastidio. No soporto en efecto la idea de tener que daros augurios inocuos, formales, impuestos de la routine del calendario.

Me halaga la hipótesis de que alguno los devuelva al remitente como correo no deseado.

Muchos augurios incómodos, entonces, mis queridos hermanos!

Jesús que nace por amor os dé la náusea de una vida egoísta, absurda, sin empuje, y os conceda de inventaros una vida cargada de donación, de oración, de silencio, de coraje.

El Niño que duerme sobre la paja os quite el sueño y os haga sentir la almohada de vuestra cama dura como una piedra, hasta que no hayáis dado hospitalidad a un desalojado, a un extranjero, a un pobre que está de paso.

Dios que se hace hombre os haga sentir gusanos cada vez que vuestra carrera se vuelve el ídolo de vuestra vida; el adelantamiento, el proyecto de vuestros días, la espalda del prójimo, instrumento de vuestras escaladas.

María, que encuentra solo en el estiércol de los animales la cuna donde poner con ternura el fruto de su vientre, os obligue con sus ojos heridos a suspender el estrujamiento de todas las canciones natalicias, mientras vuestra conciencia hipócrita acepte que el tacho de basura o el incinerador de una clínica se transformen en tumba sin cruz de una vida suprimida.

José, que en la afrenta de miles de puertas cerradas es el símbolo de todas las desilusiones paternas, disturbe la embriaguez de vuestras cenas, reprenda las tibiezas de vuestros juegos, provoque cortocircuitos en el despilfarro de vuestras lucecitas, hasta que no os dejéis que os meta en crisis el sufrimiento de tantos padres que derraman lágrimas secretas por sus hijos sin fortuna, sin salud, sin trabajo.

Los ángeles que anuncian la paz traigan de nuevo guerra a vuestra somnolienta tranquilidad incapaz de ver que solo un poco más allá, con el agravante de vuestro cómplice silencio, se consuman injusticias, se desaloja a la gente, se fabrican armas, se militariza la tierra de los humildes, se condenan pueblos al exterminio del hambre.

Los Pobres que acuden a la gruta, mientras los potentes traman en la oscuridad y la ciudad duerme en la indiferencia, os hagan entender: que si también vosotros queréis ver “una gran luz”, tenéis que partir desde los últimos.

Que las limosnas de quien juega con la piel de la gente son tranquilizantes inútiles.

Que las pieles compradas con los aguinaldos quedan bien, pero no calientan.

Que los retardos en las construcciones populares son actos de sacrilegio, cuando son provocados por especulaciones corporativas.

Los pastores que velan en la noche, “haciendo guardia al rebaño”, y que esperan la aurora, os den el sentido de la historia, la embriaguez de la espera, el gozo del abandono en Dios.

Y os inspiren el deseo profundo de vivir pobres, que es el único modo para morir ricos.

Feliz Navidad! Sobre nuestro viejo mundo que muere, nazca la esperanza.

Siervo de Dios Don Tonino Bello

lunes, 22 de diciembre de 2014

LA ANUNCIACIÓN DEL SEÑOR, Himno Akáthistos

Por P. Agustín Spezza, IVEdiciembre 21, 2014Contemplemos el siguiente Icono:

Autor: P. Jesús Castellano OSB


Anunciación del Señor. Andrei Rublev

HIMNO AKÁTHISTOS

(Del griego akathistos significa no sentado; de pie). Es un himno del Oficio de la Liturgia Griega – en honor de la Madre de Dios. El título es uno de eminencia; dado que, mientras en otros himnos similares se permite a la gente sentarse durante parte del tiempo, este himno parcialmente se lee, parcialmente se canta, todo de pie).

Poesía y teología litúrgica

Los Padres de la Iglesia han comentado exhaustivamente este episodio en Oriente y en Occidente. San Bernardo pone en vilo toda la creación ante la respuesta de María. El Himno Akáthistos entrelaza las alabanzas a la Virgen y la narración poética del misterio en cuatro secuencias poéticas.



San Gabriel Ancángel. Icono pintado por P. Jaime Martinez Spezza IVE

El envío:

Un Arcángel excelso fue enviado del cielo

a decir “Dios te salve” a María.

Contemplándote, oh Dios, hecho hombre

por virtud de su angélico anuncio,

extasiado quedó ante la Virgen

y así le cantaba…

Siguen las doce aclamaciones en las que recuerda el principio de la creación y de la historia de los padres, de la que María es compendio y glorioso rescate:

Salve, por ti resplandece la dicha.


Virgen con el Niño, mosaico de Santa Sofía.


Salve, por ti se eclipsa la pena.

Salve, levantas a Adán el caído.

Salve, rescatas el llanto de Eva…

Salve, oh cima encumbrada a la mente del hombre.

Salve, abismo insondable a los ojos del Ángel.

Salve, tú eres de veras el trono del Rey.

Salve, tú llevas en ti al que todo contiene.

Salve, lucero que el sol nos anuncia.

Salve, regazo del Dios que se encarna.

Salve, por ti la creación se renueva.

Salve, por ti el Creador nace niño.

El diálogo:


La imagen más antigua de la Anunciación a la Virgen con el Niño. C. Sta. Priscila. Siglo II

Conociendo la Santa

Que era a Dios consagrada,

Al Arcángel Gabriel le decía:

“Tu mensaje es arcano a mi oído

y difícil resulta a mi alma;

insinúas de Virgen el parto”.

Exclamando: Aleluya.

La respuesta:


La Virgen del Signo (Isaías 7,14) La Imagen aparece con tres estrellas que indican: “Virgen antes, durante y después del parto”.

Deseaba la Virgen comprender el misterio

Y al heraldo divino pregunta:

“¿Podrá dar a luz criatura

una Virgen? Responde, te ruego”.

Reverente Gabriel contestaba

y así le cantaba…

Siguen de nuevo las doce solemnes frases de alabanza, precedidas por el saludo “Salve”. Y la respuesta es la enumeración de todas las maravillas de las que la Virgen María es la primicia:


Salve, milagro primero de Cristo;

Salve compendio de todos sus dogmas…


El misterio del Verbo Encarnado:

Todo concluye, en este primer episodio, con la solemne afirmación de la Encarnación del Verbo:

La virtud de lo alto

la cubrió con su sombra

e hizo Madre a la Esposa Inviolada.

Aquel seno por Dios fecundado

germinó como fértil arada

para todo el que busca la gracia

y aclama: Aleluya.

Es el comentario poético al texto lucano y al prólogo de Juan que un antiguo prefacio de la liturgia mozarábica así resume engarzando el saludo del ángel, la acogida de María y la acción del Espíritu:

“Es digno, justo, conveniente y saludable celebrar la prodigiosa venida de Jesucristo nuestro Señor, al cual el mensajero celeste anunció que debía nacer entre los hombres y por los hombres; que la Virgen acogió en la tierra después del saludo del ángel, que el Espíritu plasmó mientras se encarnaba, a fin de que la realización de la promesa de Gabriel, por la fe de María y la cooperación del Espíritu de Dios, siguiera al saludo, el hecho mostrase cumplida la promesa, y la Virgen comprendiese que había sido fecundada por la misteriosa potencia del Altísimo. El Ángel anunció: “He aquí que concebirás en tu seno y darás a la luz un hijo”. “¿Cómo será esto?” preguntó María. Pero preguntó creyendo, sin dudar; el Espíritu Santo cumplió entonces lo que el Ángel había anunciado. María, virgen antes de la concepción y que permaneció virgen también después del parto, concibió a su Dios, primero en la mente y después en su seno. La Virgen, llena de la gracia de Dios, fue la primera en acoger al Salvador del mundo y por ello se convirtió en la verdadera Madre del Hijo de Dios, adorado por los Ángeles”.


En oración ante el misterio

Son innumerables los textos litúrgicos que se inspiran en este episodio evangélico. Citamos sólo algunos para nutrir nuestra oración ante el icono con la fe de las diversas tradiciones eclesiales del primer milenio en la unidad de la fe católica.

Con la fe de la comunidad judío-cristiana del siglo II decimos las palabras de la Oda de Salomón:

“El Espíritu extendió sus alas sobre el seno de la Virgen y ella concibió y dio a luz, y fue a la vez Madre y virgen, con extrema ternura. Quedó encinta y dio a luz, sin dolor, un hijo; lo alumbro con gozo; lo poseyó con amor; lo amó como Salvador; lo protegió suavemente; lo mostró con toda su grandeza”

Con un texto del siglo V, conservado en el Rótulo de Ravenna, testigo de la fe de las grandes ciudades del Adriático, confesamos:

“Oh Dios que en la plenitud de los tiempos has manifestado el esplendor de tu presencia luminosa, mediante la maternidad de la santa Virgen María, para que disipadas las tinieblas del error, veneremos siempre con fe intacta y actitud humilde, el misterio de la Encarnación y lo celebremos con devoción”.


La Madre de Dios Fuente de Vida.

La liturgia etiópica nos ofrece estas afirmaciones ingenuas y llenas de encanto en la Anáfora de la Virgen:



“Oh María, inmensidad del cielo, fundamento de la tierra, profundidad de los mares, luz del sol, belleza de la luna, esplendor de las estrellas del firmamento… Tu seno llevó a Dios, ante el cual el hombre comparece tembloroso. En tu vientre ardió el carbón incandescente… Tú eres el canastillo de este pan ardiente (la Eucaristía) y la copa de este vino…”

Con la más sencilla y universal tradición hacemos nuestro el saludo del Ángel, repetido en cada Ave María.



El misterio se refleja en nosotros

Cada icono refleja la dimensión salvadora de Dios sobre nosotros. El icono revela quiénes somos nosotros. El episodio evangélico refleja el misterio de nuestra vida. María en su Anunciación es el icono del cristiano y de la Iglesia. Una Iglesia que escucha la palabra de Dios y se llena del Verbo, para encarnarlo, para darlo en su propia carne.

El cristiano está llamado a ser portador de Cristo y hasta “madre de Cristo”, como dicen audazmente los Santos Padres de la Iglesia, inspirándose en el Evangelio. Si se vive la palabra, hacemos que Cristo nazca y crezca en el corazón. La Anunciación es el misterio de la vocación a un sí totalitario, como el de la Virgen. Es el compromiso de una colaboración en la que Dios sigue buscando cómplices que lo acojan y lo introduzcan en el mundo, por la puerta real de la libertad humana y de la caridad que lo hace presente entre la humanidad.

La Virgen, evangelizada en su Anunciación y evangelizadora al transmitirnos el Verbo hecho carne, con su carne y su sangre es imagen de la Iglesia y del cristiano.

El icono de la Anunciación es el icono del “SI” sin reservas, la puerta de los misterios, la manifestación de la ternura de Dios y de su confianza en el hombre. Es el icono de la dignidad con que la Virgen responde libremente a Dios entregándose totalmente y sin reservas para hacer de su propia historia una historia de perenne y fiel colaboración con Dios.

La liturgia romana canta en un prefacio el misterio de este “sí” de María y da gracias al Padre con estas palabras:

“Porque la Virgen creyó el anuncio del Angel:

que Cristo, por obra del Espíritu Santo,

iba a hacerse hombre por salvar a los hombres;

y lo llevó en sus purísimas entrañas con amor.

Así Dios cumplió sus promesas al pueblo de Israel

y colmó de manera insospechada la esperanza de todos los pueblos”.

Así, en la actitud acogedora de María se refleja la fidelidad que el cristiano y la Iglesia deben al Dios que sigue llamando para que se abran de par en par las puertas al Salvador.

viernes, 19 de diciembre de 2014

MALA MADRE

¿Tu mamá es mala?

Yo sé que la mía lo era.

¡Era la mamá más mala que había en el mundo!

Cuando otros chicos desayunaban caramelos, ella nos hacía comer cereal, huevos, leche y tostadas.

Cuando otros chicos almorzaban gaseosas y galletas, teníamos que comer carne y ensaladas y puedes estar seguro de que también nos hacía cenas diferentes a las de los otros chicos.

Mi mamá insistía en saber dónde estábamos todo el tiempo, cual convictos en prisión. Ella tenía que saber 

quiénes eran nuestros amigos y lo que hacíamos con ellos.

Nos da pena admitirlo, pero ella rompió las leyes del trabajo a menores, ya que teníamos que lavar los platos, ayudar a sacar la basura, darle de comer al perro, bañarlo y sacarlo a pasear, arreglar nuestro cuarto y toda clase de trabajos forzados similares a estos.

Por nuestra mamá nos perdimos de muchas experiencias de otros chicos.

Ella insistía en que dijéramos la verdad y nada más que la verdad. Cuando llegamos a la pubertad, ¡te juro que ella podía leer nuestras mentes! Era desesperante vivir con ella: estaba pendiente de que nos cepilláramos los dientes, de que nos bañáramos, que estudiáramos, ¿ya hiciste las tareas? ¡Uf, qué fastidio!

A veces hasta pensé en irme de la casa.se ponía furiosa si nos veía sin zapatos. ¡Qué vida la que me hacía vivir mi propia madre!

Por nuestra madre, además, nos perdimos de muchas experiencias: por su culpa nunca probamos la droga, nunca tuvimos mayores problemas con el alcohol, nunca estuvimos presos, ni fuimos vándalos o pandilleros, por su culpa nunca nos hirieron el cuerpo ni el alma y conocimos a Dios, sí, todo por su culpa.

Ahora estamos en nuestra casa bien educados, somos adultos honestos y procuramos hacer lo mejor que podemos, para ser tan malos como fue mi madre, para poder decirle a mis hijos: te amé lo suficiente para preguntarte adónde ibas, con quién y a qué hora regresarías a casa, te amé lo suficiente para callarme y dejarte descubrir que tu nuevo mejor amigo no era una buena persona, te amé lo suficiente para molestarte y estar encima de ti durante dos horas mientras arreglabas tu cuarto, un trabajo que me hubiera tomado a mí sólo quince minutos, te amé lo suficiente como para dejarte ver mi ira, desilusión y lágrimas, ya que los chicos deben entender que los padres no somos perfectos, te amé lo suficiente como para dejar que asumieras la responsabilidad de tus acciones, aunque los castigos a veces fueron tan fuertes que rompían mi corazón, pero sobre todo te amé lo suficiente como para decir NO cuando sabía que me ibas a odiar por ello. Esas fueron las batallas más difíciles para mí, pero hoy estoy contenta porque las gané, porque al final también las ganaste tú, y todo porque aprendí de mi madre, porque ya sabemos que lo que este mundo necesita es ¡MÁS MADRES MALAS; como la mía y como también lo fui yo contigo!

Anónimo

jueves, 18 de diciembre de 2014

LA MADRE DEL VERBO ENCARNADO ES LA QUE POSIBILITA EL ICONO DE SU HIJO

Por P. Agustín Spezza, IVEdiciembre 18, 2014Contemplemos el siguiente Icono:


Autor: P. Alfredo Sáenz S.J. De su libro: “El icono, esplendor de lo sagrado”


LA VIRGEN DEL SIGNO. “El Señor mismo os dará un signo: Mirad, una virgen concebirá y parirá un hijo, al que pondrá por nombre Emmanuel” (Is. 7,14)

El Kontakion del Triunfo de la Ortodoxia canta: “El Verbo ilimitable del Padre se ha hecho limitable encarnándose en ti, Madre de Dios”.

El instrumento por el cual el invisible se hace visible, el Inmenso se estrecha, no es otro que María. Es ella quien le dio la “abreviación” al Verbo. Lo dice admirablemente San Teodoro: “Si es ilimitado quien procede del Padre ilimitado, será por cierto limitado quien procede de una madre limitada… Cristo tiene las propiedades de uno y otro nacimiento, y así es ilimitado y limitado”[1].



Nuestra Señora se coloca así en el nudo del gran misterio cristológico, constituyendo la respuesta viva a todo género de docetistas[2] iconómacos[3]. Si el Verbo tomó carne de la Santísima virgen, afirma San Teodoro, entonces nadie podrá negar el derecho de representarlo en imagen de manera semejante a nosotros. Porque un hijo es siempre imagen de quien lo engendra, ni le falta nada de lo que está en la naturaleza de su madre. Pues bien, la madre de Cristo no fue una mujer etérea sino de carne y hueso. Por tanto si se le niega a Cristo la posibilidad de ser representado en un icono, se está afirmando implícitamente que su cuerpo no viene de María, sino de algún otro. ¿Será de algún ser celestial, como dice Valentino; o angélico, y por ende carente de cantidad? En ese caso Cristo no habría sido visto, ni tocado, ni hubiera podido morir, con lo que se viene abajo la entera economía de la salvación[4].

Divna Ljubojev’c – “Agni Partene”, “Virgen Madre, Alégrate…!!!



Ese enamorado de la Virgen que es San Teodoro se lo dice a ella en forma de poema:

“Das a luz divinamente, sin semen humano.

De ti como de nuevo cielo brota la luz,

gloria de los Querubines…

disipando la noche de los vetustos errores.



Abarcas en tus brazos, y llevas al icono

que con divina forma resplandece en tu imagen,

como Señor de todos e hijo tuyo verdadero…”



Y dirigiéndose a los iconómacos:

“Cristo ha de ser pintado; no os equivoquéis, falaces;

no por cierto según la divinidad,

sino según apareció en carne mortal;

ya que debe ser conocido según una y otra naturaleza;

lo que tiene del padre no puede ser pintado,

lo que procede de la madre puede serlo…

Algo le faltaría si no pudiese ser pintado” [3].

Por algo María es llamada la Madre del amor hermoso, porque es la madre de las imágenes, la que “estrechando” en sus entrañas al Hijo eterno nos lo entregó en icono (imagen). La liturgia canta la gloria de Aquel que no cabiendo en todo el orbe se encerró en el seno de María, de “Aquel que, ilimitable en el seno del Padre, está ahora sentado, limitado, en tu seno, oh Purísisma, revestido de tu aspecto”[4].

Del seno del Padre al seno de María. Nada de extraño pues que los iconos de la Virgen que llevan en su seno a su divino Hijo (y son poquísimos los iconos marianos en que no está Jesús), sean a veces llamados “iconos de la Encarnación”.



[1] Cf. Antirrheticus III, I, 54: PG 99, 413.

[2] Los “docetistas” pretendían que Cristo no había asumido una carne verdadera, semejante a la nuestra, y por tanto sostenían que no había derecho a representar su imagen.

[3] RAE: Del lat. iconomăchus, y este del gr. εἰκονομάχος, combatidor de imágenes).

[4] Cf. Refutatio poem. Iconomach. 4: PG 99, 445.

[5] Ibid.: PG 99, 437-440.

[6] Himno de la 7ª oda del canon tono 6, miércoles.

Retiro virtual de Adviento

P. Gustavo Lombardo, IVE18 diciembre, 2014Caridad, Esperanza, Fe, Oración

Comparto con ustedes un retiro virtual que hicimos a pedido de Catholic.net
Son tres meditaciones en video, texto y audio sobre las virtudes teologales: fe, esperanza y caridad.
Para acceder, hacer clic AQUÍ
Si quiere acceder directamente a las meditaciones:
Introducción y Primera Meditación: Dios creído: la fe (Texto, Audio, Video)
Segunda Meditación: Dios esperado: la esperanza (Texto, Audio, Video)
Tercera Meditación: Dios amado: la caridad (Texto, Audio, Video)

Ruego a Dios les sea de provecho.

lunes, 15 de diciembre de 2014

“A Cristo por María”

El sábado 29 de noviembre realizamos, como todos los años, la procesión de Nuestra Señora de los jóvenes, como cierre del oratorio “Pier Giorgo Frassatti”.

No hay mejor modo de cerrar un gran año de trabajos y juegos, que agradeciendo a nuestra Madre del Cielo por todos los beneficios recibidos, aclamándola con rezos y hermosos cantos.
Dado que la imagen de la Virgen de los Jóvenes pertenece al Aspirantado, es tradición que la procesión comience desde allí, preparada y organizada por las mismas aspirantes.
Para nosotras es hermoso elogiar a nuestra querida Madre que siempre ha sido, es y será refugio y protección de nuestra vocación, como aspirantes y de nuestra pureza de cuerpo y alma, como jóvenes. Como muestra de nuestro agradecimiento por los beneficios recibidos por su intercesión y por su amparo maternal, cada año le bordamos un hermoso manto y la hermana María de los jóvenes le hace el vestido, de modo que en cada procesión la Virgen estrena un nuevo atuendo, cargado con nuestras intenciones y gratitudes.
El mismo sábado a la mañana estábamos todas con los preparativos para la peregrinación. Algunas adornaron el anda con hermosas flores, otras repartían estampitas, cada una tenía un oficio y así hicimos posible esta gran fiesta para nuestra Madre. También éste es un modo de difundir esta devoción tan querida por nosotras, para que los demás jóvenes se hagan devotos de ella y la tomen como protectora, guía y ejemplo.
La procesión comenzó a las 16:30 hs., con todos los niños del oratorio. La encabezaba el anda de la Virgen guiándonos a todos, mostrándonos que ella es guía en este valle de lágrimas y que si la seguimos con total confianza llegaremos a nuestro destino, que es la vida eterna, sin que nada nos lo impida. Durante toda la procesión fuimos rezando el Santo Rosario, arma invencible de todo cristiano con la cual venceremos siempre al enemigo y meditando los misterios gozosos, preparándonos así para comenzar el tiempo de Adviento disponiéndonos a conmemorar la venida del Mesías, que nos orienta a esperar la segunda venida de Cristo.
La procesión concluyó en el Seminario Mayor “María Madre del Verbo Encarnado”, en donde tiene lugar el oratorio. Allí se celebró la Santa Misa, con la participación de los niños como monaguillos. Fue realmente hermoso ver que los más pequeños se preocupen porque el Hijo de su querida Virgencita tenga una Liturgia adecuada, embellecida con los cantos del coro y con las humildes oraciones de los niños que es la que más agrada a Dios. Cabe destacar que luego de la Santa Misa todos se acercaron a saludar y a besar el manto de María Santísima como muestra del amor de cada uno y en acción de gracias por el año transcurrido.
Al acabar la celebración tuvimos una pequeña merienda y para concluir, los niños del oratorio representaron un pesebre viviente, anticipándonos así a bien vivir los misterios de la Navidad.
Fue verdaderamente edificante ver a los niños esforzándose por caminar para agradar a la Virgencita, rezando y pidiendo gracias con humildad y confianza. Pero, no solo ellos sino también nosotros los jóvenes debimos hacer un esfuerzo, ofreciendo y dedicando todo a Ella, que sin duda se lo merecía. Recibimos un gran ejemplo por parte de todos y aprendimos que nuestra oración debe ser como la de los niños, humilde y con total confianza, ya que Cristo mismo dice que para entrar en el reino de los cielos debemos hacernos como ellos.
Por eso María Santísima te pedimos que nosotros los jóvenes seamos siempre magnánimos y con ideales nobles para que podamos hacer un futuro que tenga como centro de todas las cosas a Dios. Que tomándola por guía y modelo de virtudes, la sea ejemplo para convertirnos en jóvenes de carácter, siempre dispuestos a defender y a dar la vida por Cristo.
¡Y qué mejor modelo que la Virgen Santísima, siempre joven y de alma grande!

Aspirante María José Rossi.

viernes, 12 de diciembre de 2014

GUADALUPE: MARAVILLA Y ESPERANZA AMERICANA

Por P. Agustín Spezza, IVEdiciembre 12, 2014Reflexiones sobre Arte Sacro


Autor R.P. Carlos Biestro. Resumen del artículo publicado en Revista Gladius, n.12 de 1988.

LA MANIFESTACIÓN DE LA BELLEZA DE LA VIRGEN DE GUADALUPE EN EL TEPEYAC

Juanito, el más pequeño de mis hijos, ¿a dónde vas?…“Sabe y ten entendido, tú el más pequeño de mis hijos, que yo soy la siempre Virgen Santa María, Madre del verdadero Dios por quien se vive, del Creador cabe quien está todo; Señor del cielo y de la tierra. Deseo vivamente que se me erija aquí un templo, para en él mostrar y dar todo mi amor, compasión, auxilio y defensa, pues yo soy vuestra piadosa Madre, a ti, a todos vosotros juntos los moradores de esta tierra y a los demás amadores míos que me invoquen y en mí confíen: oír allí sus lamentos, y remediar todas sus miserias, penas y dolores.

La Mariofanía del Tepeyac es la primera Visitación de la Señora a nuestras tierras y tiene semejanza con la que la Madre de Dios hizo a su prima Santa Isabel apenas se vio convertida en Madre de Dios[4]. Hasta tal punto es así que en la Misa de la Virgen de Guadalupe se lee el Evangelio de San Lucas que narra el viaje de María a la montaña de Judá y su encuentro con la madre del Bautista. En ambos casos, ella va impulsada por la caridad que brota del fruto oculto en sus entrañas; en Ain Karin y en el Tepeyac la Virgen se muestra como la estrella de la Evangelización, la que anuncia el misterio escondido por los siglos para llegar a ser Madre de cuantos se dejen iluminar por Cristo. Hay además un tercer punto en común, y en él nos detendremos: quienes reciben la Visita de la Señora se sorprenden y no atinan a explicarse por qué la Providencia los ha elegido precisamente a ellos. Esclarecida por el Espíritu Santo sobre el misterio del Verbo Encarnado, Isabel exclama: “¿De dónde a mí este honor y esta gloria que la Madre de Dios venga a mí?” Tampoco Juan Diego acierta a entender su elección pues cuando oyó en la cumbre del cerro el canto suave y deleitoso de las aves, se preguntó: “¿por ventura soy digno de lo que oigo?, ¿quizá sueño?… ¿dónde estoy? Y tras su primera e infructuosa entrevista con el Obispo, rogó encarecidamente a la Señora que eligiese a uno de los principales, conocido y respetado, para llevar los mensajes, a fin de que más fácilmente le creyesen, porque él era un “hombrecillo… cola, hoja, gente menuda” y la Santísima Virgen lo enviaba a un lugar adonde “no ando ni paro”.


La Virgen sale al encuentro de Juan Diego. Centro de Estudios Guadalupanos UPAE

San Pablo nos ayuda a descubrir la táctica del Cielo: Dios eligió a Isabel, durante largo tiempo probada con la humillante esterilidad, y a un hombre de baja condición social, porque ordinariamente se vale de lo que el mundo tiene por vil. Sin embargo, ambas preguntas, la de Isabel y la del macehual[1], pueden ser entendidas en un sentido más amplio. La madre del Bautista se asombra ante todo de que Dios se haya hecho hombre y se nos haga prójimo para salvar lo que estaba perdido. Y también la pregunta de Juan Diego admite una interpretación más general: ¿por qué en su primera y decisiva manifestación americana la Santísima Virgen quiso dirigirse precisamente a los aztecas?

Urge comprender el sentido de aquella Mariofanía porque la historia de la Guadalupana no se cierra con el milagro del Tepeyac y la universal conversión de los indios mexicanos. Una copia de la preciosa imagen fue enviada a Felipe II y el Rey la hizo llegar a manos del Almirante genovés Juan Andrea Doria, quien la puso como estandarte de su nave capitana en la batalla de Lepanto, el 7 de octubre de 1571. Ese día las naves cristianas obtuvieron una inesperada victoria frente a la flota turca, más del doble en número y en poderío, y doce mil cautivos europeos fueron liberados. En Lepanto el Imperio Turco vio el comienzo de su declinación, y el Almirante Doria atribuyó el triunfo a la intercesión de la Virgen de Guadalupe y la llevó en medio de grandes honores a San Esteban D’Areto, donde la entronizó[2]. San Pío V, que en Roma había tenido una revelación sobre el feliz resultado de la batalla naval, también afirmó que María había obtenido de su Hijo la gracia del triunfo y, lleno de gratitud, estableció la fiesta de Nuestra Señora de las Victorias.


El Almirante genovés Juan Andrea Doria puso una copia de la Imagen como estandarte de su nave capitana en la batalla de Lepanto, 7 de octubre de 1571. Ese día las naves cristianas obtuvieron una inesperada victoria frente a la flota turca, mas del doble en número y poderío. El Almirante Doria atribuyó el triunfo a la intercesión de la Virgen de Guadalupe y la llevó en medio de grandes honores a San Esteban D’Areto, donde la entronizó.

En 1751, el P. Francisco López mostró una copia de la imagen estampada en el manto de Juan Diego al Papa Benedicto XIV, y el Sumo Pontífice, después de examinarla e informarse de su historia, exclamó admirado: “Non fecit taliter omni nationi” = “No hizo (Dios) cosa igual con ninguna otra nación”.

La Virgen del Tepeyac volvió a mostrarse como Nuestra Señora de las Victorias en la guerra que los católicos mexicanos debieron luchar, de 1926 a 1929, contra los ejércitos del gobierno socialista y masón que se había propuesto sencillamente extirpar la fe del país. Las tropas gubernamentales contaban con el respaldo ilimitado de EE.UU., y sin embargo sufrieron revés tras revés frente a los reducidos y mal armados ejércitos cristeros, que ardían de amor a la Guadalupana (…)

Una religión que reclama sangre humana


Calendario azteca, piedra del sol. Museo antropológico nacional de México.

Su religión les enseñaba que había una guerra perpetua en el cielo. El sol, al levantarse, expulsaba con sus rayos a la luna y las estrellas y traía el día, pero al caer la tarde, moría y sólo podía ser revivido si los aztecas, el pueblo del sol, ofrecía a su dios sangre humana pues ésta era la sustancia de la vida.En el Museo Nacional de México se conserva la piedra calendario, cuyo diámetro excede los 3 metros, en la que está representada la historia del mundo, la Guerra Sagrada entre las fuerzas opuestas de la naturaleza. En su centro, el sol abre desmesuradamente la boca y saca la lengua reclamando la sangre de las víctimas. “El gobierno azteca se hallaba organizado del principio al fin para mantener los poderes del Cielo y obtener su favor con cuantos corazones humanos era posible conseguir[3]. Esto nos da la explicación de su belicosidad: los Tenochas sólo creían tener la salvación en la guerra incesante (…)

Sacrificios humanos


A lo largo del año realizaban sacrificios de todo tipo. Para provocar la lluvia inmolaban niños porque creían que sus lágrimas tenían la virtud mágica de atraer el agua del cielo. En el sexto mes un niño y una niña eran ahogados al hundirse una canoa llena de corazones de víctimas. Los ritos en honor del dios del fuego tenían una incomparable “belleza bárbara”, tan del agrado de quienes lamentan la caída de esta civilización: los prisioneros de guerra danzaban junto con sus captores; de pronto éstos les arrojaban en el rostro una sustancia analgésica y luego los lanzaban al fuego mientras alrededor de la hoguera se realizaba una danza macabra. Cuando todavía se encontraban con vida, sacaban con ganchos a las víctimas y les abrían el pecho para arrancar sus corazones y ofrecerlos al dios[4]. Entre los muchos dioses de la fertilidad se destacaba Xipe; sus sacerdotes vestían durante una luna la piel de prisioneros recientemente desollados. Las paredes del templo de Xipe estaban ennegrecidas por la sangre de las víctimas.

Además de los sacrificios públicos, había un elevado número de inmolaciones privadas; para estos sacrificios menores reservaban a las mujeres, los niños y los esclavos[5]. Practicaban también el canibalismo ceremonial: cuando las víctimas habían sido inmoladas, los cadáveres eran arrojados por las escaleras de piedra de los templos y después comidos por los nobles y guerreros. “Según uno de los informes estudiados… aproximadamente el 1% de la población, unas 250.000 personas, era sacrificado cada año durante el siglo XV en lo que ahora es México central”[6].


“…Aproximadamente el 1% de la población, unas 250.000 personas, era sacrificado cada año durante el siglo XV en lo que ahora es México actual”.

La necesidad de derramar sangre para asegurar el movimiento del mundo llevaba a un umento incesante de los sacrificios, ya que a fin de obtener víctimas, debían guerrear, y para ganar las guerras tenían que ofrecer sacrificios. “El sacrificio llevaba a la guerra, y la guerra, a su vez aumentaba el número de los sacrificios en una serie interminable de círculos cada vez más amplios”[7]. En 1486 fue dedicada la gran pirámide de Huitzilopochtli, y el Emperador Ahuitzotl, después de una campaña guerrera de dos años, inmolo más de 20.000 víctimas[8].

El frenesí asesino que les hacía derramar sangre no se detenía en la captura y asesinato ritual de sus enemigos, sino que se volvía sobre ellos mismos y los llevaba a someterse a feroces castigos corporales: “se entregaban a la práctica de terribles penitencias; se mutilaban con cuchillos o pasaban a través de sus lenguas un cordón con espinas de maguey. Cuanto más elevada era la posición social de una persona, tanto más arduos eran los ayunos y torturas impuestos por la religión”[9].

No había sido mejor la suerte de los mayas, que los indigenistas nos suelen describir como “los griegos de América”, pacíficos y dedicados a erigir templos y estudiar la ruta de los astros. Es un sarcasmo exquisito. La guerra era continua porque suministraba esclavos y víctimas para los sacrificios. También los dioses mayas tenían que ser alimentados y su alimento predilecto era la sangre. No se contentaban con inmolar prisioneros de guerra y también ofrecían a los dioses mujeres y niños. Como vemos imitaban a los aztecas pero añadían una perversión de su cosecha, una horrible propensión a cometer toda clase de repugnantes mutilaciones de sus miembros viriles”[10]. No podemos dar detalles, pero así como San Pablo clamaba “utinam et abscindantur qui vos conturbant” (Gal. 5,12), también nosotros deseamos que caigan en el delirio místico maya cuantos se esfuerzan por presentarnos una imagen dorada e inocente de la América precolombina.

Los sacerdotes eran los más crueles de estos hombres inmisericordes; sólo en Tenochtitlán había 5.000 ministros del culto. Los sacerdotes mayas jamás lavaban ni peinaban sus cabellos, pegajosos y nauseabundos por la sangre de las víctimas. “Los dioses mandaban, los sacerdotes interpretaban la voluntad divina y el pueblo obedecía ciegamente”[11].

Jacques Soustelle, admirador apasionado de los Tenochas, confiesa que los aztecas estaban moral y físicamente al extremo de sus posibilidades en sus sacrificios humanos masivos. “Cabe preguntarse a qué les habría llevado esto si los españoles no hubieran llegado… La hecatombe era tal… que hubieran tenido que cesar el holocausto para no desaparecer”[12]. Por nuestra parte no pensamos que habrían llegado a interrumpir los sacrificios, porque los falsos dioses no sueltan la presa tan fácilmente y exigen que la idolatría sea llevada hasta las últimas consecuencias. Los mayas nos sirven de ejemplo: el ritmo enloquecido de los sacrificios los empujó al auto-exterminio. “Y es sabido que a la llegada de Cortés la civilización-religión maya, en el oriente mejicano, estaba casi enteramente muerta por ella misma”[13].



Un arte demoníaco: La diosa madre Coatlicué


La diosa madre Coatlicué, “obra demoníaca descubierta en 1790 en cdad. de México, de 2,60 m. de alto y pesa 12 toneladas.

Aunque nada supiésemos de su religión y costumbres, podríamos igualmente llegar a conocer el fondo de sus almas contemplando las esculturas de sus ídolos, “la más alta contribución de los aztecas al arte”[14]. Leopoldo Lugones definía al artista como un hombre abierto a las imágenes del mundo: siente la realidad y es capaz de expresarla en símbolos. Y cuando el artista hace suyas las intuiciones de una época o cultura, entonces se convierte en testigo privilegiado de ellas porque saca a luz lo que se oculta en los repliegues del alma de sus contemporáneos. Esto hicieron los artesanos que cincelaron las obras hoy conservadas como tesoros en el Museo Nacional de México, y el testimonio de esas piezas es irrecusable. Cuando el francés Elie Faure, historiador de arte, las contempló por primera vez, palideció y volvió el rostro: “son casi siempre monstruosas, contorsionadas, aplastadas… no es posible distinguir más que montones de carne palpitante y despedazada, masas de entrañas, pilas de vísceras”[15]. La representación de la diosa-madre, Coatlicué, es una obra demoníaca, descubierta en 1790 en la ciudad de México tiene 2.60 m. de alto y pesa 12 toneladas. “Su cabeza está formada por el extraño acoplamiento de dos cabezas de serpiente; en lugar de manos tiene patas de jaguar y sus pies son garras de águila. Se muestra degollada, como las mujeres sacrificadas en los ritos de fecundidad; de su garganta abierta saltan chorros de sangre que representan dos serpientes. Tiene un collar, compuesto por manos y corazones, que termina en una calavera; su falda está formada por víboras trenzadas”[16].


“Su cabeza está formada por el extraño acoplamiento de dos cabezas de serpiente…”

Llevaban la muerte en el alma y lograron expresarla en sus imágenes religiosas. Germáin Bazin, Conservador del Museo del Louvre, afirma que “ningún arte había previamente simbolizado con tanta fuerza el carácter inhumano de un universo hostil… es un caos de formas tomadas de todos los reinos de la naturaleza; el único ritmo que asocia entre sí tales formas es comparable al de ciertas danzas salvajes que constan de una sucesión de estremecimientos frenéticos. Es un ritmo sísmico de la pura energía en acción sin el orden de una potencia intelectual… para ellos el universo es un medio verdaderamente demoníaco”[17]. Y no debemos pensar que producían tales representaciones caóticas por falta de habilidad artística pues, como ya fue dicho, su maestría admiró a Durero (…)

Si la brusca caída de aquella civilización no se entiende sin una causa psicológica, ésta a su vez reclama una explicación religiosa: la angustia invadía el fondo de sus almas y estallaba en un frenesí destructor y asesino porque daban culto al demonio, homicida desde el principio y siempre empeñado en descrear, suprimir el orden del universo, para apoderarse de la obra de Dios. Y también aquí podemos recurrir al arte para obtener la clave de ese universo: el motivo de la serpiente “parece haber fascinado la imaginación indígena. Toda la iconografía maya, la de Teotihuacán, de Xochicalco, la de los aztecas hierven en representaciones ofídicas”[18]. Y las serpientes pululan en aquellos monumentos porque los sacerdotes les inculcaban la adoración de la “Antigua Serpiente” (…)



La Virgen de Guadalupe: La Belleza llena de Luz, Verdad y Bondad que salvó a los aztecas del auto-exterminio y les trajo la Vida, (Jn 14,6)


La Santísima Virgen dirige su mirada hacia la zona de oscuridad porque sus hijos, hasta entonces idólatras, han vivido en las sombras de la muerte.

Dios hace sobreabundar la gracia precisamente allí donde abunda el pecado. Ningún otro lugar de América había visto tal triunfo de las tinieblas, la angustia y la desesperación tan hondamente arraigadas en el alma…

Respuesta de Juan Diego

Este bosquejo de Tenochtitlán no ha hecho surgir ante nuestros ojos un mundo esplendoroso e ignorante del mal; todo lo contrario. Y ello hace que nuestra perplejidad sea cada vez mayor: ¿por qué el verdadero Dios, casi totalmente abolido de la conciencia de esos hombres, quiso manifestarse por medio de María e iluminar con una luz que no se ha apagado el pueblo sentado en las sombras de la muerte? Para responder a esta pregunta hay que recordar la afirmación de San Pablo: Dios hace sobreabundar la gracia precisamente allí donde abunda el pecado. Ningún otro lugar de América había visto tal triunfo de las tinieblas, la angustia y la desesperación tan hondamente arraigadas en el alma; la lógica de la Misericordia hizo que Dios pusiera su corazón allí donde más irremediable era la miseria, y la Santísima Virgen está asociada a ese impulso que lanza al Señor hacia nuestras llagas incurables para devolvernos la salud. En el Benedictus (y esto acentúa el paralelismo entre Ain Karin y el Tepeyac), Zacarías descubre a la Madre de Dios como aquélla que encierra al Sol de Justicia y lo trae hasta nuestras tinieblas. Y el Verbo encarnado en su seno ilumina a los indios para que al contemplar la preciosa imagen descubran en ella multitud de símbolos que corrijan sus ideas teológicas y los lleven al conocimiento del verdadero Dios. Ella reúne todos los resplandores del cielo y los reconcilia para inculcar a sus hijos que no hay guerra entre los astros ni entonces es necesario ofrecerles sangre humana: lleva al sol en sus entrañas, las estrellas adornan su manto y se para sobre la luna. Sus manos unidas en actitud orante indican que no es una diosa, ya que Dios no reza, pero tiene con el Señor una relación única pues los resplandores del sol la envuelven e irradian desde ella para ofrecerse a todos los hombres. Y María prueba por la perfecta paz de su rostro que la creatura humana está llamada a divinizarse porque esa paz procede de un alma convertida en Templo de Dios vivo. La Señora está ligeramente inclinada, con una expresión de condescendencia benevolente; “los moradores de esta tierra” al contemplarla entenderán que ella les ofrece su tesoro. La Santísima Virgen dirige su mirada hacia la zona de oscuridad porque sus hijos, hasta entonces idólatras, han vivido en las sombras de la muerte.


“La “flor solar” o “cruz de Quetzalcoatl”, representa el punto de encuentro del cielo y la tierra, el lugar de confluencia de los principios opuestos”

Para subrayar su condición de Sede de la Alianza Nueva y Eterna, en su vientre muestra la “flor solar” o “cruz de Quetzalcoatl”, que representa el punto de encuentro del cielo y la tierra, el lugar de confluencia de los principios opuestos. La túnica interior, en contacto con su cuerpo, es blanca, y eso sugiere su pureza y virginidad. Su túnica exterior es rosada, tiene el color de la aurora porque María abre el camino a Cristo, el Día de Salvación. Y sobre la túnica exterior vemos jeroglíficos idénticos a los pintados en el fresco de Teotihuacán, donde Tlaloc preside el Paraíso Terrenal: María es el Paraíso del nuevo Adán, la Fuente Sellada, el Santuario y Reposo de la Santísima Trinidad.

Y no sólo su imagen es significativa, sino también el nombre con que se presenta, Santa María de Gaudalupe. Aquí hemos llegado a un punto decisivo, tenemos una clave de esta historia. “Guadalupe” es un término árabe que significa “Río escondido” o “Río de luz”. Sea cual fuere la traducción correcta, el nombre designa a la Santísima Virgen como la dispensadora del Verbo Encarnado. Pero tal denominación tiene además una connotación histórica: “Guadalupe es la historia de España desde la batalla de Salado hasta la edificación del Escorial, es decir, desde 1340 hasta 1561”[19]. Era el nombre de una Virgen de Extremadura y había sido el “fervor supremo de los Reyes Católicos y poderosa auxiliadora durante la Reconquista. En Europa fue la devoción popular de los siglos XV, XVI y XVII, como Lourdes y Fátima en nuestros días”[20]. Este nombre hoy padece un ataque casi universal de los críticos; dicen que era difícilmente pronunciable en el lenguaje azteca, rebelde a los sonidos “g” y “d”. la Señora se habría llamado a sí misma “Te-coa-tla-xo-peuh”, la que aplastará a la serpiente de piedra; otros sostienen que ella se presentó como “La que aparece en lo alto de las rocas”, etc. Los españoles habían deformado el nombre para hacerlo coincidir con el de una devoción familiar a ellos. Los que rechazan este nombre olvidan que apenas un siglo atrás, María se manifestó en Lourdes y declaró a Santa Bernardita que ella era “la Inmaculada Concepción”. La niña no tenía idea del significado de tales palabras y las pronunció con suma dificultad e incorrectamente ante su párroco. La historia ha comprobado que los habitantes del Valle de México eran tenaces en la conservación de los nombres indígenas y jamás habrían llamado a la Señora del Tepeyac “la Virgen de Guadalupe” si María misma no les hubiese inculcado tal nombre[21].


Quienes se esfuerzan por descalificar esa denominación han advertido claramente que ella revela el sentido de la presencia española en el Nuevo Mundo: la Conquista es una empresa misional, representa una extensión de la Cristiandad. El nombre elegido por la Virgen es un signo más que da la Providencia cuando se inicia la comunicación de europa con nuestras tierras: Católicos los Reyes, hay cruces en las velas de los frágiles navíos que se aventuran hacia donde el sol muere, el estandarte de Colón tiene una cruz en su centro y el nombre del Almirante significa “Portador de Cristo”.

España se hace presente en América para convertir a los infieles y plasmar una raza nueva. Con su pedagogía celestial, la Guadalupana lo inculca de muchas maneras: elige como mensajero a un macehual para que los españoles estén persuadidos de que también los indios son hijos de ella, pero el signo que prueba la veracidad de la historia narrada por Juan Diego son las rosas de Castilla, y el indio es enviado al Obispo a fin de que los aborígenes entiendan que deben abrazar la religión predicada por Zumárraga y los Franciscanos. Una cruz negra sobre el broche dorado, en el cuello de María, sugiere lo mismo a los nativos, que habían visto la cruz en el estandarte de Cortés. El símbolo más claro para europeos y aborígenes es la fisonomía de la Santísima Virgen: sus rasgos son los propios de una mujer de raza blanca, pero el color de su piel y del cabello son los de una criolla: invita a españoles e indios a atarse con lazos de fe y de sangre.


Santuario de la Virgen de Guadalupe, Cáceres, España. Aquí se venera a la Virgen mucho antes que se apareciera en México. A Ella acudió Sta. Teresa en peregrinación para pedir por sus siete hermanos que estaban en América.

Y este mensaje no cae en saco roto pues la España del siglo XVI se emplea a fondo para convertir a loshabitantes del Nuevo Mundo en “ciudadanos con plenos derechos”[22] y en ganarlos para la fe. Santa Teresa ofrece un testimonio privilegiado de este ímpetu evangelizador: las noticias de la miserable condición espiritual de tantos millones de indios espolearon su celo y la impulsaron en la Reforma del Carmelo; en el verano de 1548 la Andariega de Dios peregrinó precisamente hasta el santuario de Guadalupe, en Cáceres, para que la Madre de Dios protegiese a sus siete hermanos que se encontraban en América. Rodrigo, “aquel hermano de su alma, siempre unido a ella, en las ilusiones del martirio y en las quimeras de caballería”, tomó parte en la expedición del Adelantado D. Pedro de Mendoza y estuvo en la primera fundación de Buenos Aires, y “cuando años más tarde llegó la noticia de que Rodrigo había muerto en un combate (con los araucanos), Dª Teresa dijo sin titubeos, llena de envidia y emoción que lo tenía por mártir, porque murió en defensa de la fe”[23].



Por ello, el 10-X-84, postrado ante Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza, patrona de la Hispanidad, el Santo Padre (San Juan Pablo II) expresó su gratitud por la gesta civilizadora y la contribución de los hombres y mujeres de España “a una sin par obra de Evangelización”, y el 8-IV-87, en Salta, el mismo Juan Pablo II afirmó que “el amor cristiano ha sido el alma de la Evangelización de América”. Aquellos misioneros, que derramaron sobre este Continente el agua del Bautismo, permitieron que los hombres de esta parte del mundo pasaran de las tinieblas a la luz, del pecado a la gracia, del imperio de Satanás al servicio del verdadero Dios (Act. 26: 17-18) y transmitieron a los nativos la única esperanza capaz de colmar las ansias de bien y felicidad del ser humano.

Este ímpetu misional no sólo arrancó a los aborígenes del poder del demonio sino que además plasmó una cultura nueva. “Es lo que como precursor había visto el historiador anglosajón y protestante Arnold Toynbee en la civilización indio-católica nacida de la Conquista: es el modelo universal de la fusión de dos civilizaciones. En su libro de síntesis ‘La Religión vista por un Historiador’, nos ha dado a conocer su asombro cuando visitó las iglesias indias de las aldeas que rodean a Puebla –tercera ciudad de México-, fundada ex nihilo por los Conquistadores; los indios prodigaban cuidados celosos a las obras de arte magníficas, alegres, de sus antepasados, liberados por la fe del siniestro salvajismo azteca”[24].



“En siete años, ocho millones de indios recibieron la fe. “El movimiento de conversión fue tan popular que las iglesias resultaban demasiado pequeñas para albergar a los fieles, y varios templos conventuales.. tenían capillas que se abrían a amplias superficies capaces de dar cabida a los catecúmenos, que se apiñaban literalmente por decenas de millares”[25]. Y así se consolidó la primera evangelización continental en el Nuevo Mundo; no hubo guerra de exterminio entre españoles y aborígenes pues ambos se unieron en un mismo amor hacia “la Concepción de la Madre de Dios”, según un documento de Zumárraga.

Esta es la razón por la cual San Pío X proclamó “Patrona Celestial de América Latina” a Santa María de Guadalupe, Pío XII la coronó Reina y le confió la pureza y la integridad de la fe en todo el Continente,y en 1984, Juan Pablo II puso bajo su patrocinio la novena de años que prepara la conmemoración del Quinto Centenario de la Evangelización de América”[26].



[1] Macehual: “un plebeyo aunque no esclavo, y su condición se ponía en evidencia por la vestimenta: un taparrabo y una tosca manta tejida con fibra de maguey”, P. Biestro, Guadalupe: Maravilla y esperanza americana, Revista Gladius n. 12, 1988, 3.

[2] La fuente principal para determinar si la imagen guadalupana estuvo en Lepanto, es un libro de Antonio Domenico Rossi, titulado La B.V. di Guadalupe e S. Stefano D’Areto. Note i Documenti, publicado por Tipografía Artística Colombo en 1910, Fuente: https://forocatolico.wordpress.com

[3] Von Hagen, op. Cit., p. 162.

[4] Von Hagen, op. cit., p. 95.

[5] Vaillant, op. cit., p. 200.

[6] Gehorsam, Jan: “Hambre Divina de los Aztecas”, “La Nación”, 18-XI-86, p. 9.

[7] Vaillant, op. cit., p. 199.

[8] Von Hagen, op. cit. P. 164.

[9] Vaillant, op. cit., p. 200.

[10] Von Hagen, Victor W.: “World of the Maya”, the New American library, New York, 1962, p. 125.

[11] Von Hagen, The Aztec…”, p. 165.

[12] Citado por Jean Dumont: “La primera liberación de América”, “Verbo”, oct. 1986, 85.

[13] Ibid.

[14] Von Hagen, “The Aztec…”, p. 152.

[15] Von Hagen, “The Aztec…”, p. 152.

[16] Hno. Bruno Bonnet-Eymard: “Notre Dame de Guadalupe”, La contreréforme catholique au XXe siecle, Suppl. Sept. 80, p. 20.

[17] Bazim, Germain, en “Satán”, Desclée de Brouwer, 1948, p. 516-517.

[18] Hno. Bruno Bonnet-Eymard, op. cit., p. 20.

[19] Hno. Bruno Bonnet-Eymard, op. cit., p. 25.

[20] Ibid.

[21] Ibid.

[22] Vaillant, op. cit., p. 255.

[23] Efrén de la Madre de Dios y Otger Steggink, “Tiempo y vida de Sta. Teresa”, B.A.C., Macrid, 1977, p. 64.

[24] Dumont, Jean: “La Primera…”, p. 90.

[25] Vaillant, G.L “The Aztecs of México”, Penguin Books, 1961, p. 257.

[26] P. C. Biestro, Guadalupe: Maravilla y esperanza americana, … pgs. 7-8.

miércoles, 10 de diciembre de 2014

Misionar es… salvar almas


Posted on diciembre 10, 2014

Shinyanga, Tanzania, 3 de diciembre de 2014

Fiesta de San Francisco Javier.

Celebramos hoy a uno de los patronos de las misiones, San Francisco Javier, modelo para los misioneros, ejemplo de fervor y vida entregada a la predicación del evangelio a los gentiles. Su mayor ideal era expandir el Reino de Cristo entre los paganos, dar a conocer Su nombre donde era desconocido… salvar almas.





En el oficio de lectura de hoy leemos un fragmento de una de sus cartas: “… si hubiese quien los enseñase en la santa fe, tengo por muy cierto que serían buenos cristianos. Muchos cristianos se dejan de hacer, en estas partes, por no haber personas que en tan pías y santas cosas se ocupen. Muchas veces me mueven pensamientos de ir a los estudios de esas partes, dando voces, como hombre que tiene perdido el juicio, y principalmente a la universidad de París, diciendo en Sorbona a los que tienen más letras que voluntad, para disponerse a fructificar con ellas: «¡Cuántas ánimas dejan de ir a la gloria y van al infierno por la negligencia de ellos!»”. Pienso que se podrían aplicar estas palabras a nuestra misión, sin atenuación ninguna.

Y por esto quería escribirles hoy para contarles algunos de los últimos sucesos en nuestra misión, ya que estamos embarcados en esta misma empresa, por gracia de Dios.



En primer lugar les hablo de los voluntarios, que han pasado y están pasando por Ushetu, así los conocen, pero a la vez porque son parte de lo que voy a contarles. Algo les había dicho sobre Francisco Borrell, un joven de 19 años, oriundo de Barcelona. Estuvo con nosotros un mes y medio, y para mi fue una gran compañía en ese tiempo, además de los trabajos que hizo en la casa, y todo el tiempo que compartió con los chicos. El día que él se fue de la misión, llegó un nuevo voluntario, el Dr. Rafael Vargas, de Ibiza, España. El Dr. Rafael tiene 63 años, y vino por pocos días, unas dos semanas nomás, pero su intención era sobre todo conocer, para pensar en futuras actividades y ayudas. Con él puedo decir que hemos charlado mucho, y me puse al día con las sobremesas que estaba adeudando. Hoy fui a dejarlo al aeropuerto de Mwanza para que comience su largo retorno. Finalmente les cuento que todavía está con nosotros una doctora muy joven, Gisela Garaycoechea, de La Pampa, Argentina. Ella vino por un tiempo más largo, un poco más de dos meses, y la semana próxima también se estaría despidiendo de nosotros. Ha ayudado mucho a las hermanas en el trabajo del dispensario, además de acompañarlas en todo tiempo, y ayudar en todos los trabajos y apostolados posibles.



Fiesta de Cristo Rey en Makondeko

Con el Dr. Rafael y Gisela, pudimos ir a visitar algunas aldeas para que conozcan un poco la vida de esos lugares, las distancias, la gente. Un domingo fuimos a la aldea de Makondeko, distante un poco mas de una hora de viaje, en dirección al sur. Allí tenían la fiesta de Cristo Rey, que celebraban todas las aldeas pertenecientes a uno de los centros, que se llama Mwendakulima (este centro abarca seis aldeas más: Makondeko, Sereli, Miluli, Bulela, Nyaza, Itumbo). Por eso me pidieron que fuera, así podían tener la misa, ya que se juntaban muchos y de lugares distantes. Habían preparado todo en una especie de depósito de algodón que habían pedido prestado, pero la edificación estaba muy lejos de ser segura… las paredes estaban todas inclinadas, y algunas partes faltaban. Parecía que si se apoyaban en las paredes, se caían… creo que fue un motivo de distracción para más de uno, sobre todo para Gisela y Rafael, que en un momento los vi mirando las formas ondulantes de los muros, digna obra de un Gaudí. En esa aldea tuvimos un hermoso recibimiento de los niños y de la gente… Gisela y Rafael estaban admiradísimos, y temo no equivocarme si digo que un poco emocionados. En la misa bauticé algunos niños, luego bendije las semillas que van a sembrar en este tiempo, y finalmente pidieron una bendición de los enfermos. Habían venido muchos catequistas, hasta algunos que habían sido catequistas y ahora querían regresar… y es una buena noticia, pero hay que tratar de prepararlos bien, ya que uno de ellos había dejado de ser catequista y se fue a una iglesia protestante, con el imaginable escándalo para los pobres fieles. Luego de la misa y del almuerzo (a las cuatro de la tarde, como suele ser en estas ocasiones), fuimos a ver la capillita, que está muy cerca. Tuvimos que atravesar caminando el mercado, que en pleno domingo estaba funcionando, ante la mirada sorprendida de los que veían tres “wazungu” en su aldea. Al llegar al lugar, vimos que estaban en construcción los cimientos de la nueva capilla, pero la anterior ya estaba totalmente derrumbada. Pensar que el año pasado yo había celebrado misa en esa capilla, y ya después de un año sólo quedaban algunas paredes a media altura, y ladrillos de barro gastados por la lluvia… y esa había sido mi última misa en la aldea, hace mas de un año.



Uno de los comentarios de los catequistas era que en Makondeko ese día todos los paganos estaban sorprendidos de ver tanto movimiento de gente, de desconocidos que venían de otras aldeas, de que había música y coro, de la visita de los blancos… etc. Toda una revolución en el lugar. Tal vez, mas de uno se acercó para ver qué pasaba, y es un motivo de que algo escuchen o se pregunten.

(Continuará…)

¡Firmes en la brecha!

P. Diego.