lunes, 23 de junio de 2014

Dos nuevos Misioneros

En Papúa Nueva Guinea

Escribo solo unas líneas para saludarlos y hacerlos participes de la alegría de haber llegado a la misión. Ya hace 3 semanas que, junto con mi primo el P. Maximiliano Navarro, llegamos a Vánimo, donde nos esperaba el P. Tomás Ravaioli para hacernos conocer e introducirnos en esta apasionante misión de Papúa Nueva Guinea.


Nuestra misión en Papúa es realmente hermosa, se puede hacer muchísimo, la gente es muy dócil, dispuesta, piadosa; su vida es muy sencilla y por eso alegre. Y, por lo que he podido ver, la fe realmente ocupa un lugar en sus vidas; la iglesia, el catequista, el sacerdote tienen un puesto destacado dentro de sus villas.


Cuando llegamos nos recibieron muy bien, con gran alegría. En Yako, una de las villas que atendemos, durante la “ceremonia de ingreso” el líder religioso dijo: “nosotros queremos mucho a “Mama Luján” por eso siempre recibimos con mucha alegría a los sacerdotes que vienen a misionar desde la Argentina”. En Wutum, otras de las villas, al recibirnos nos decían que ellos valoran mucho que vengan sacerdotes de tan lejos para misionarlos, y el catequista hacía ver a la gente, como ellos tienen ser agradecidos al recibir dos misioneros porque hay otros lugares, como dentro de la selva, donde a veces no hay nadie que pueda ir a celebrar la Misa.

El calor, los mosquitos, las privaciones materiales y la distancia no se sufren tanto como yo había entendido, y se sienten muchísimo menos cuando te ves trabajando por la evangelización de estas gentes.

Hay muchísimas cosas que me gustaría contarles, cosas interesantes y llamativas, y no me refiero tanto a lo “exótico” de la cultura, naturaleza y vida papuana, sino más bien a cosas que nos son propias a ambos, a nosotros y a ellos, pero que aquí se da de modo admirable, como por ejemplo la devoción de la gente, el amor a María, la alegría de los niños, el amor al sacerdocio, la participación de la Santa Misa y de la adoración al Santísimo, las confesiones frecuentes y sinceras… Muchas de estas cosas me gustaría compartir con ustedes pero ahora solo quería aprovechar a saludarlos y agradecer.


¿Y agradecer por qué? Porque yo ahora me encuentro misionando, gracias Dios en primer lugar, pero también gracias al esfuerzo y generosidad de tantos que colaboraron para que un día yo pueda ser sacerdote y misionero. Pienso en mis superiores; en mis padres y familia que generosamente me entregaron a Dios y que aún hoy continúan con ese acto generoso; pienso en mis amigos y “padrinos”, que con generosidad me ayudaron económicamente durante mi seminario para que un día yo, y otros tantos, podamos cumplir con el mandato de Cristo “Id y anuncia del evangelio a todas las gentes” (Mc 16,15 ). A todos ellos gracia y que ¡Dios les pague! Ustedes así se han hecho participes de ésta misión en PNG, por eso ahora aprovecho y los invito a que sigan colaborando con esta misión con sus oraciones.


Un fuerte abrazo a todos.

¡Viva la misión y el llamado de Cristo a misionar!

En Cristo y María,
P. Martín Prado, IVE

viernes, 13 de junio de 2014

¡Hay esperanza!

Es sábado a la tarde. Una adolescente de más o menos 15 años, me mira con ojos penetrantes y me pregunta: “pero, ¿como sabés que Dios existe en realidad?” Yo respiro profundo y trato de responderle algo que le pueda tocar el corazón. “Estad siempre dispuestos a dar razón de vuestra esperanza a todo el que os la pidiere” (1 Pedro, 3,15)


Este encuentro tuvo lugar en el centro de Leiden, ciudad al Oeste de Holanda, con motivo del “Tour de la Esperanza”: una iniciativa tomada por diferentes movimientos católicos, entre ellos las Servidoras del Señor y de la Virgen de Matará, para darle un impulso renovador a la evangelización, desde las parroquias de la Iglesia Católica en Holanda. Cada grupo o movimiento se suma al proyecto aportando su propio carisma y talentos, a los cuales se les saca el mayor provecho posible. Esta iniciativa está en concordancia con el llamado del Papa Francisco a salir de la propia comodidad y enfrentarse con “el mundo”, con todas las personas que no conocen a Cristo, o que viven como si no lo conocieran.

El puntapie inicial del proyecto se dió el sábado 24 de mayo en una parroquia del centro de Leiden. Cincuenta personas de la parroquia y cincuenta pertenecientes a otros grupos- entre ellas 2 Servidoras- se reunieron en la mañana en el centro parroquial. Ya el hecho de ser tantas las personas que se reunían con el mismo objetivo, – anunciar el amor de Dios hacia todos los hombres- daba esperanza y coraje a los presentes. En la Santa Misa se leyó – apropiadamente- la lectura que habla sobre las persecuciones que Jesucristo les predijo a sus discípulos. ¿Acaso eso nos puede detener? No, más bien todo lo contrario. El discípulo no es más que su maestro. Y nosotros sabemos que Cristo ¡ya ha ganado la batalla final!

Luego de la Santa Misa, se dieron algunos avisos preliminares, tanto teóricos como prácticos, sobre el cómo y el qué en el dar testimonio de nuestra fe y nuestra esperanza. La experiencia de muchos de los presentes  que hablaron sobre esto, ayudó a vencer la posible timidez que podría surgir en el grupo de “misioneros”. Luego del almuerzo, hicimos Adoración al Santísimo Sacramento, y luego llegó el momento de poner manos a la obra. Algunos se dedicaron a las visitas de casas, otros ofrecían velitas a la gente que pasaba por la calle, invitando a que las prendieran dentro de la Iglesia, donde el Santísimo Sacramento estaba expuesto, otros entablaban diálogo con indigentes de la zona, para ofrecerles un cafecito, otros, junto con miembros del grupo “Kisi Kids” – grupo de niños que transmiten el mensaje evangélico por medio de la música – invitaban a la gente para un concierto con entrada libre que ellos darían esa misma tarde.

La calle principal, donde se encuentran los comercios, estaba llena de gente, entonces público, era lo que no nos faltaba. Muchas de las personas -con las manos llenas de compras y sus miradas perdidas y con dejo de tristeza- pasaban al lado nuestro sin siquiera notarnos. Pero también hubo muchos que se sintieron atraídos por nuestro apostolado. Si eran niños, les entragábamos un globo, y así podíamos entablar una breve conversación con los papás. O si no le preguntábamos a la gente si conocían el significado de la Ascensión del Señor o de Pentecostés, y esto nos daba motivo para seguir el diálogo.

Aquí van algunos ejemplos de lo que sucedió ese día.

Un señor de la parroquia le ofreció una velita a una señora mayor y ella le preguntó: “¿cuantó cuesta?” Y el señor le dijo: “nada, es gratis”. “Si, ¿pero para qué es?”, preguntó ella de nuevo. Y él le respondío, “para usted, la puede prender por usted misma, o por algún ser querido”. Finalmente la anciana, conmovida por el gesto, entró a la Iglesia a prender la velita.


Otra señora a la que se le ofreció una velita comentó que justo ese día se sentía muy triste porque se acordaba mucho de su hija, que murío hace años cuando tenía 24 años. Ella tomó el gesto de la velita como una señal de Dios que le quería decir: “Yo pienso verdaderamente en tí y te ayudo ”.

Al concierto de “Kisi-kids” vino un grupo de chicas que estaban festejando una “despedida de soltera”. Mario Randwijk- un joven cantente bastante conocido que formaba parte del equipo misionero- le dedicó a la futura esposa, una canción que habla sobre el verdadero amor. Las chicas se quedaron todavía una rato más, a pesar de que el concierto en el que se vieron sin “quererlo” estaba desarmando totalmente sus planes. Luego, uno de los niños de los Kisi dijo: “la novia tenía los ojos llenos de lágrimas”… Otros de los participantes comentó que el grupo de chicas se quedó un rato en la Iglesia – en silencio- prendiendo velitas.

Solo Dios sabe tocar lo más íntimo del corazón de las personas, nosotros somos instrumentos, “siervos inútiles”; solo hacemos lo que está a nuestro alcance, el resto lo hace Dios. El hecho es que su amor por nosotros es tan grande, que no podemos ni queremos dejar de hablar de ello. “Caritas Christi urget nos”: El amor de Cristo nos apremia (2 Cor. 5, 14). Recemos por todas las personas con las que estuvimos en contacto esa tarde soleada de sábado.

SSVM misioneras en Holanda

martes, 10 de junio de 2014

La Legio Mariae de Taiping

Fiesta de Nuestra Señora de Sheshan

Cada 24 de mayo, en China y Taiwán se celebra la Fiesta de Nuestra Señora de Sheshan. Siendo imposible trazar siquiera un bosquejo de los incontables festejos de esta fecha mariana tan cara a la creciente Catolicidad del Celeste Imperio, en esta crónica nos limitamos a contar, no sin brevedad, como celebró a Nuestra Señora de Sheshan la Legio Mariae de nuestra periférica Parroquia de Taiping, en la Isla de Taiwán.

A las 8 de la mañana, luego de la Adoración Eucarística -se expuso el Santísimo durante una hora-, el Párroco, cuyo nombre chino es “Fu”, celebró la Santa Misa y predicó en chino “Las glorias de María” -al decir de San Alfonso-. No fue una “Misa de horario”, sino una Misa celebrada ad hoc. La Legión se hizo presente, como también otros parroquianos, deseosos de honrar a su Madre de Sheshan, aun cuando no los obligaba ningún precepto.

Siendo que Taiwán es aun una tierra donde la Misión está en sus inicios, no abundan los templos destinados al Culto verdadero, por lo cual no es fácil diseñar itinerarios de peregrinación. De todos modos, terminada la Misa, la Legión, fiel a sus nobles tradiciones, salió a peregrinar lejos a dos lugares marianos.

Viajamos en dos camionetas hasta una ciudad muy turística, donde no hay ninguna iglesia, pero hay un ferry “católico” -puesto por un Misionero con el fin de juntar limosnas para las Obras de Misericordia-. Nos subimos al ferry, atravesamos una bella bahía de aguas verdes y llegamos a un pequeño islote, donde hace poco plantaron una digna ermita a Nuestra Señora, ante la cual rezamos de pie el Santo Rosario -fue la primera vez que el suscripto puede recitar en chino el Avemaría sin “machete”-.


Terminado el Rosario, tuvo lugar una bellísima tradición china: un fiel grita tres cosas -para mí aun ininteligibles- y luego de cada grito, todos hacen tres muy profundas reverencias a la Virgen. Además, le dedicamos varios cantos a la Virgen y cada uno de los presentes le hizo una ofrenda floral -íbamos pasando de a uno, con perfecto orden-. Valga decir que no éramos los únicos en este islote. Había mucha otra gente, pero la Legión de Taiping supo dar testimonio de la Fe Católica, sin que se note -ni aun en los varios hombres de la Legión- ni una pizca de “respeto humano”.

Almorzamos unos platos típicos hechos por los vienchumines -que son los aborígenes taiwaneses- y luego peregrinamos a un Santuario de la Virgen ubicado en la ciudad de Puli, donde arrodillados meditamos en silencio, rezamos las Letanías Lauretanas y una Religiosa nos habló media hora sobre algo. No me pregunten sobre qué ya que ni siquiera terminé la cuarta lección del libro de mandarín, pero supongo que habló sobre alguna cosa de nuestra Fe… Al menos pude comunicarme con un chino que -como si yo fuera un “bicho raro”- me sacó una foto en la peatonal y con una niña de unos 8 años -que nos cruzamos por el camino- quien, si bien está bautizada, jamás había oído hablar de Dios.

Nos encomendamos a vuestras oraciones por los frutos de la apasionante Misión en Extremo Oriente.

P. Federico Higthon, 
Misionero en Taiwán