jueves, 28 de enero de 2016

María Madre de la Sonrisa

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Madre

mía, Virgencita, apiádate de mí que estoydeprimido, afligido, triste y

me siento solo.Virgen

de la Sonrisa, devuélveme el ánimo, las ganas de vivir y

la esperanza.Ayúdame

en este momento de depresión en el cual no siento ganas de

vivir y de seguir luchando.Así como ayudaste a Santa

Teresita a liberarse de ladepresión y la tristeza,

alcánzame el consuelo de TuHijo Jesús, y sáname de

esta enfermedad.

(hacer la

petición deseada)Rezar un Padrenuestro,

Avemaría y Gloria

Oremos: Virgen

de la Sonrisa, Madre de Jesús yMadre mía, tú que fuiste la

intercesora ante Tu Hijodurante la depresión de

Teresita y le concediste la gracia de la

sanación, intercede por mí y por todos los que

sufrimos enfermedad del alma y de la psiquis, para que el Señor nos

conceda la salud que tanto esperamos. Por Jesucristo,

Nuestro Señor. Amén.

sábado, 2 de enero de 2016

Aniversario de los 20 años de fundación de las SSVM en Medio Oriente

Publicado en enero 1, 2016 En Tierra Santa


El 1 de octubre, día de Santa Teresita del Niño Jesús, llegamos a Medio Oriente las tres primeras Servidoras, para abrir la Comunidad “María Jerosolimitana”. El día 2 de octubre, día de los Ángeles Custodios comenzamos con nuestro estudio del árabe. En la actualidad contamos con más de 15 comunidades en la zona, han sido años de muchas bendiciones. Compartimos con Ustedes el Sermón que con motivo de este Aniversario predicó el Padre Gallardo, Superior Provincial del IVE en la Santa Misa de Acción de Gracias.

M. Pía


Llegada a Jerusalén


Desierto de Judea



Acción de gracias 20 años SSVM Medio oriente

Hace un poco más de 20 años, el primero octubre de 1995, llegaban las tres primeras servidoras a Medio Oriente. No sabían mucho qué era lo que les esperaba y por eso trajeron también papas y cebollas en las valijas que asombrados controlaron los miembros de seguridad del aeropuerto. Era el día de Santa Teresita, patrona de las misiones y las jóvenes hermanas (Contemplación, Pía y Cielo) aceptaron el reto de no ser esquivas a la aventura misionera. ¡Vaya aventura que las esperaba! El Patriarca había aceptado que vinieran a aprender la lengua y después Dios mostraría el camino. Un camino que desde Belén las llevó a Egipto, Jordania, Gaza, Túnez, Siria… y aquí en Belén donde comenzaron se encuentra el Hogar Niño Dios, en cuya capilla celebramos esta misa.

Quiero referirme en primer lugar en esta homilía a las palabras del Señor Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda la creación (Mc. 15,16). Y en segundo lugar a algunos consejos que Santa Teresita dio a su pequeño hermano misionero, el padre Mauricio.


Santo Sepulcro



I. Si hemos venido a Medio Oriente es por haber escuchado querido poner en práctica esas palabras de Nuestro Señor: Id por todo el mundo y predicad el evangelio.

Id por todo el mundo significa por todos los continentes, todos los países, todas las ciudades, todos los pueblos, todos los caminos, para que a toda la tierra alcance su pregón, hasta los límites del orbe su mensaje (sal. 19,5). Este deseo de predicar el evangelio lo expresó hermosamente Santa Teresita cuando escribió: a pesar de mi pequeñez, yo quisiera iluminar las almas como los Profetas, como los Doctores… tengo vocación de Apóstol… Quisiera recorrer la tierra, predicar tu nombre y plantar tu cruz gloriosa en suelo infiel. Pero Amado mío, una sola misión no sería suficiente para mí. Quisiera anunciar el Evangelio al mismo tiempo en las cinco partes del mundo, y hasta en las islas más remotas… Quisiera se misionero no sólo durante algunos años, sino haberlo sido desde la creación del mundo y seguirlo siendo hasta la consumación de los siglos…

A toda la creación significa a los hombres de todas las razas, de todas las naciones, de todas las religiones. A todos y cada uno en particular porque por todos Cristo derramó su sangre.

A toda la creación significa también ayudar a que la creación sea redimida por la vida cristiana, esa creación que gime dolores de parto cuando los hombres no la refieren a Dios. Por eso a toda la creación implica evangelizar la cultura, porque todo lo que es del hombre debe ser referido a Cristo: arte, política, educación, lenguas, ciencias, deportes… ya que todo fue creado por él y para él (Col. 1,16).

Dice el evangelio que los discípulos predicaron por todas partes y el Señor cooperaba confirmando sus palabras con las señales que lo acompañaban. Esto sigue sucediendo con los misioneros ¿cuáles son esas señales? La misma vida religiosa es una señal y por eso como señalan los documentos de la Iglesia la vida consagrada es, signo, profecía; por sí misma y bien vivida es un anuncio de Cristo porque el religioso quiere ser una continuación de la Encarnación, quiere revivir a Cristo. Enseña el Concilio Vaticano II que la vida religiosa muestra a todos los hombres… la magnitud del poder de Cristo y la potencia infinita del Espíritu Santo (LG 44).


Grupo de Estudio del árabe- Fiesta de Navidad 1995



II. Santa Teresa fue capellana en el Carmelo de un sacerdote que se preparaba para misionar en África. Ella, cuando pedía por él en la oración y en sus cartas, lo llamaba mi querido pequeño hermano (mon cher petit Frère). Algunos pensamientos de sus cartas nos pueden ayudar a reavivar nuestro espíritu misionero.

Cuando escribe su primera carta Santa Teresita tenía sólo 24 años y sabía que estaba enferma de tuberculosis y moriría prontamente – (de hecho, morirá en menos de un año). El P. Mauricio acababa de atravesar una gran crisis en la que piensa incluso en renunciar a su vocación religiosa[1]. Santa Teresa agradece a Dios que haya salido victorioso de la tempestad y le recuerda que las pruebas están en el programa de aquellos que están llamados a guiar a las almas.

Luego agregaba: Yo le pido a nuestro señor que seáis no sólo un buen misionero sino un santo, todo abrazado en el amor a Dios y a los hombres. Eso es lo que nosotros debemos también desear siempre. No contentarnos con estar en la misión, con ser buenos o cumplidores, tenemos que desear realmente ser santos misioneros y apóstoles.


Primer Congreso de Formación



A partir de ciertas pruebas que el padre tenía Santa Teresita le recordaba. El don más grande que Dios puede darle a un alma no es darle mucho, si no pedirle mucho.

Sabiendo que el padre sufría por dificultades en su familia le decía. El Señor conoce la amplitud de vuestro sacrificio. Él sabe que el sufrimiento de aquellos que os son queridos aumenta el vuestro, pero Él mismo sufrió ese martirio: para salvar nuestras almas abandonó a su madre y la vio al pie de la cruz, de pie traspasada por una espada de dolor.

Por eso nunca debemos quejarnos de Dios, de las pruebas, de las arideces, incomprensiones, de las dificultades que puede haber en nuestras familias. Debemos agradecer a Dios que nos ha enviado a una misión difícil, con una lengua difícil, una cultura muy distinta, donde los cristianos son minoría y en algunas de nuestras misiones perseguidos de modo sangriento. Dios nos pide mucho porque nos ha llamado a ser misioneros. Jesucristo es también en esto nuestro modelo

Santa Teresita también había sufrido mucho. Ella misma divide su vida en tres etapas. La primera hasta los cuatro años, fue llena de alegría y paz. La segunda una etapa de gran sufrimiento a partir de la muerte de su madre a los 4 años hasta los 14. En dicha etapa su hermana Paulina que le había hecho de madre la dejó para ir al Carmelo cuando tenía diez años. En la navidad de sus catorce años Dios la convirtió y le corrigió milagrosamente su extrema sensibilidad. A partir de allí Dios le pedirá más y más pero su alma está madura para darle todo.

Ella sabía de qué hablaba cuando le escribía al p: Mauricio: Nuestro Señor no nos pide nunca sacrificios más allá de nuestras fuerzas. Es cierto que a veces nos hace sentir toda la amargura del cáliz que presenta a nuestra alma. Y cuando nos pide el sacrificio de todo lo que nos es más querido a veces es imposible no gritar, a menos de recibir una gracia particular: Dios mío aparte de mí este cáliz… pero que no se haga mi voluntad si no la tuya.

Hay otros elementos en las cartas que nos pueden ayudar.


Primer Viaje a Egipto para la Ordenación Diaconal del Padre Gabriel Romanelli



Rezar por los que entrarán en contacto con nosotros en la misión. El P. Mauricio le pide a Santa Teresita que sea la madrina del primer niño que bautice en la misión. Ella acepta poniéndolo desde ese momento bajo la protección de La Virgen y de San José y aunque no lo conoce desde ese momento rezaba por él. La oración y la unión con Dios son el alma de la misión. Por eso en cualquier lugar que estemos y en cualquier misión lo primero y lo más importante es rezar y rezar bien, amar cada día más a Dios, unirnos cada vez más a él. La oración es siempre el alma de todo apostolado.

Grandes obras. El padre le pide que rece para que alcance la palma del martirio. Ella le confiesa que también había pedido y deseado el martirio para ella misma pero que Dios sólo le concedía el martirio del amor oculto en el Carmelo. Cuenta que ella admiraba mucho a Santa Juana de Arco y quería ser como ella pero que Dios le había hecho comprender que no debía luchar por hacer coronar a un rey mortal sino que debía hacer amar al Rey Inmortal y hacer que los corazones se sometan a él. La gran obra que Dios nos pide siempre es lo que Santa Teresita llamaba lamonotonía del sacrificio y ella decía que la prefería al éxtasis (A l’extase je préfère la monotonie du sacrifice).


Misa de Acción de Gracias



Aceptar la voluntad de Dios. Ya cercana a la muerte le escribía a su pequeño hermano: soy feliz de morir, sí, soy feliz y no por ser liberada de los sufrimientos de aquí abajo (al contrario, el sufrimiento unido al amor es lo que estimo de más valor en este valle de lágrimas). Soy feliz de morir porque veo que esa es la voluntad de Dios y que así seré más útil para las almas que amo. Nosotros en la misión cada día debemos morir a pequeñas o grandes cosas, es la manera de dar fruto, morir como el grano de trigo y hacerlo con alegría. Tenemos que ser felices de morir por Cristo en la misión.

En este día damos gracias a Dios por los 20 años de presencia de las Servidoras en Medio Oriente. Damos gracias a Dios por nuestra vocación misionera, en la familia religiosa del Verbo Encarnado. A la Virgen especialmente le pedimos que nos conceda no perder nunca el santo entusiasmo por la misión y que, aunque con los años el hombre viejo se debilite, el alma no se canse y esté siempre alegre por creer y predicar a Jesucristo, el único Salvador.

P. Marcelo Gallardo, IVE
Para los textos Cf. Maurice et Thérèse : l’histoire d’un amour : correspondance entre Thérèse de Lisieux et un jeune prêtre passionné / introd. et prés. de Patrick Ahern ; préf. de Sylvie Germain. Desclée de Brouwer, 1999.

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viernes, 1 de enero de 2016

¡Madre de Dios y madre nuestra!

Virgen María ¡Madre de Dios y madre nuestra!




Nos suena familiar decir que María es “madre de Dios” y, aunque no deja de ser muy bueno, quizás justamente por esa familiaridad, no llegamos a reparar todo este título lleva consigo. Sabemos, sí, qué significa ser madre –más aun las que lo son–, pero nos sobrepasa, abundantemente, saber qué estamos significando cuando decimos “Dios”. Santo Tomás dirá: “en esta vida tanto más perfectamente conocemos a Dios, cuanto mejor entendemos que sobrepasa toda capacidad intelectual”[1].





El P. José María Cabodevilla, prolífico escritor y devoto de María, expresaba esta verdad con palabras que destilan su amor filial:

“Decimos madre de Dios y lo decimos tranquilamente, con la misma naturalidad con que decimos la madre de Carlos o de Carlota. Sin embargo, esa expresión está reclamando nuestro estupor, incluso cierta resistencia, cierto escándalo. Madre de Dios. En el límite del lenguaje y al borde mismo del absurdo, hemos tenido que hablar así: Dios, que es incapaz de hacer otro Dios, hizo lo más que podía hacer, una madre de Dios”.

Toda la grandeza que puede proclamarse de la Santísima Virgen no tiene otra fuente, motivo, causa o relación que el hecho de haber sido elegida, desde siempre, para ser nada más y nada menos que madre del Todopoderoso.

Permítanme citar in extenso unos párrafos del Tratado de la Verdadera Devoción, donde el Santo de Montfort, el locamente enamorado de María, parecería no encontrar palabras para expresar lo que contempla su alma; sucede que, como decía Santa Teresita “es imposible a la palabra humana expresar lo que el corazón humano apenas puede sentir”[2]; leamos, entonces, el texto, tratando de ponderar cada frase:

“María es el santuario y tabernáculo de la Santísima Trinidad, donde Dios mora más magnífica y maravillosamente que en ningún otro lugar del universo sin exceptuar los querubines y serafines (…).

Digo con los santos, que la excelsa María es el paraíso terrestre del nuevo Adán, quien se encarnó en él por obra del Espíritu Santo para realizar allí maravillas incomprensibles. Ella es el sublime y divino mundo de Dios, lleno de bellezas y tesoros inefables. Es la magnificencia del Altísimo, quien ocultó allí, como en su seno, a su Unigénito y con El todo lo más excelente y precioso.

¡Oh qué portentos y misterios ha ocultado Dios en esta admirable creatura, como Ella misma se ve obligada a confesarlo no obstante su profunda humildad ¡El Poderoso ha hecho obras grandes por mí! (…)

Los santos han dicho cosas admirables de esta ciudad Santa de Dios. Y, según ellos mismo testifican, nunca han estado tan elocuentes ni se han sentido tan felices como al hablar de Ella. Todos a una proclaman que la altura de sus méritos, elevados por Ella hasta el trono de la Divinidad, no se puede percibir; que la anchura de su caridad, que extendió más que la tierra, no puede medirse; que la grandeza de su poder, que se extiende hasta sobre el mismo Dios, es incomprensible; y, en fin, que la profundidad de su humildad y de todas sus virtudes y gracias son un abismo insondable. ¡Oh altura incomprensible! ¡Oh anchura inefable! ¡Oh grandeza sin medida! ¡Oh abismo impenetrable!

Todos los días, del uno al otro confín de la tierra, en lo más alto del cielo y en lo más profundo de los abismos, todo pregona y exalta a la admirable María. Los nueve coros angélicos, los hombres de todo sexo, edad y condición, religión, buenos y malos, y hasta los mismo demonios, de grado o por fuerza, se ven obligados por la evidencia de la verdad a proclamarla bienaventurada.

Todos los ángeles en el cielo dice San Buenaventura le repiten continuamente: ‘¡Santa, santa, santa María! ¡Virgen y Madre de Dios!’ y le ofrecen todos los días millones y millones de veces la salutación angélica: ‘Dios te salve, María…’, prosternándose ante Ella y suplicándole que, por favor, los honre con alguno de sus mandatos. Hasta San Miguel, dice San Agustín, aunque príncipe de toda la corte celestial, es el más celoso en rendirle y hacer que otros le rindan toda clase de honores, esperando siempre sus órdenes para volar en socorro de alguno de sus servidores.

Toda la tierra está llena de su gloria, particularmente entre los cristianos que la han escogido por tutela y patrona de varias naciones, provincias, diócesis y ciudades. ¡Cuántas catedrales no se hallan consagradas a Dios bajo su advocación! ¡No hay iglesia sin un altar en su honor, ni comarca ni religión donde no se dé culto a alguna de sus imágenes milagrosas, donde se cura toda suerte de enfermedades y se obtiene toda clase de bienes! ¡Cuántas cofradías y congregaciones en su honor! ¡Cuántos institutos religiosos colocados bajo su nombre y protección! ¡Cuántos congregantes en las asociaciones piadosas, cuántos religiosos en todas las Ordenes! ¡Todos publican sus alabanzas y proclaman sus misericordias!

No hay siquiera un pequeñuelo que, al balbucir el Avemaría, no la alabe. Ni apenas un pecador que, aunque obstinado, no conserve alguna chispa de confianza en Ella. Ni siquiera un solo demonio en el infierno que, temiéndola, no la respete.

Es, por tanto, justo y necesario repetir con los santos: DE MARIA NUNQUAM SATIS… Todavía no se ha alabado, exaltado, honrado, amado y servido suficientemente a María. Ella merece todavía más alabanzas, respetos, amor y servicios (…)

Debemos también exclamar con el Apóstol: ‘El ojo no ha visto, el oído no ha oído, a nadie se le ocurrió pensar…’ las bellezas, grandezas y excelencias de María, milagro de los milagros de la gracia, de la naturaleza y de la gloria. ‘Si quieres comprender a la Madre dice un santo trata de comprender al Hijo. Pues Ella es digna Madre de Dios’. ¡Enmudezca aquí toda lengua!”[3].

Y lo bueno, lo maravilloso, la esperanzadora y gran noticia para empezar cada año, dada la generosidad inaudita de Dios, es que esta Madre suya es al mismo tiempo también Madre nuestra…Y sí, aquí tenemos otro motivo para decir: ¡enmudezca toda lengua!, ya que toda la grandeza y belleza incomparable de María, toda su maternal ternura más que angelical, ha sido y será el más hermoso regalo que Dios, por medio de su Hijo, nos ha hecho y nos hará. Parafraseando la Escritura podríamos decir que así como tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito[4], así también tanto nos amó su Hijo que nos entregó, nada más y nada menos que desde la Cruz, a su tiernísima Madre.

¡¿Qué sería de nosotros sin una Madre como Ella?! ¿A dónde buscaríamos consuelos en nuestras penas? ¿Dónde refugio en nuestros desamparos? ¿Dónde protección en nuestras luchas? ¿Dónde consejo y guía, en nuestro caminar? ¿Dónde auxilio en nuestros peligros? Y sobre todo ¿dónde dulces, misericordiosas y reparadoras caricias en nuestras caídas?

¡Bendito y mil veces bendito sea nuestro Dios por habernos dado a su Madre! ¡Y bendita y mil veces bendita sea nuestra Madre por habernos aceptados como hijos, aun siendo débiles y pecadores; aun siendo la misma causa de su pasión al pie de la Cruz! Misterios de amor… ¡enmudezca toda lengua!

Madre mía, si no existieran tus ojos, creo que no me atrevería a mirar a los de Jesús… y aun sabiendo que existen, no los miro sin el cobijo de tu mirada. ¡Mil veces bendita seas!

Termino con poesía escrita para una mamá de la tierra pero que puede aplicarse, ¡y cuánto más! a nuestra Madre del Cielo:



EL CONSEJO MATERNO[5]

Ven para acá, me dijo dulcemente

mi madre cierto día,

(aún me parece que escucho en el ambiente

de su voz la celeste melodía).



Ven y dime qué causas tan extrañas

te arrancan esa lágrima, hijo mío,

que cuelga de tus trémulas pestañas

como gota cuajada de rocío.



Tú tienes una pena y me la ocultas:

¿no sabes que la madre más sencilla

sabe leer en el alma de sus hijos

como tú en la cartilla?



¿Quieres que te adivine lo que sientes?

Ven para acá pilluelo,

que con un par de besos en la frente

disiparé las nubes de tu cielo.



Yo prorrumpí a llorar, -nada le dije,

la causa de mis lágrimas ignoro;

pero de vez en cuando se me oprime

el corazón, y ¡lloro!.



Ella inclinó la frente pensativa

se turbó su pupila.

y enjugando sus ojos y los míos,

me dijo más tranquila:



Llama siempre a tu madre cuando sufras

que vendrá muerta o viva:

si está en el mundo a compartir tus penas.

Y lo hago así cuando la suerte ruda

como hoy perturba de mi hogar la calma:

¡invoco el nombre de mi madre amada,

y entonces siento que se ensancha mi alma!



¡Feliz y santo año para todos!

¡Feliz día de la Madre de Dios y nuestra!



[1] Summa Theologiae, II-II, q. 8, a. 7: Ed. Leonina, VIII, p. 72. (25).

[2] Historia de un alma, cap. 9.

[3] San Luis M. Grignion de Montfort, Tratado de la Verdadera Devoción a María Santísima, nn. 7-10, 12.

[4] Cf. Jn 3,15

[5] Autor: Olegario V. Andrade

Campamento de niños El Nihuil 2015


















Publicado en enero 1, 2016 En Argentina



¡Salvemos las almas de los niños!

“¡Pobres almas de los niños que, sin culpa suya, han nacido en un siglo que les tiene declarada guerra a muerte!

Yo no creo que haya habido tiempo en la historia en que con más saña se haya combatido el alma de los niños. Como que la divisa de la impiedad moderna es esa: ¡Corromper al niño!”

Así describía el gran obispo de Palencia, el Beato Manuel González, la situación de sus niños en el siglo pasado. Sin duda que la situación actual no es tan lejana. Se busca corromper a los niños con el internet, T.V., el materialismo, la ausencia de Dios en la educación, etc.

“¡Pobres niños!, sigue el Beato, ¿Y qué habrá para defenderse de estos héroesmodernos de la escuela laica o de catecismo rutinario, del cuento y de la revista inmorales para niños, del cine corruptor y enloquecedor, de la coeducación sexual, etc. etc., que hacen bueno al Herodes de la historia?

¿Quiénes los defenderán? …Yo me lo digo a mí mismo muchas veces: «Si nosotros los sacerdotes no amamos y defendemos las almas de los niños, ¿quién las defenderá? ¿Quién las va a querer?»

¡Qué hermoso lema para la bandera de un sacerdote! ¡Salvemos las almas de los niños!”.

Como todos los años, hemos realizado el campamento de niños, del 13 al 20 de diciembre, en nuestro querido pueblo del Nihuil.

Es una gracia de Dios poder realizar como Congregación estos apostolados con niños, y contrarrestar los ataques que sufren estas almas…y así defenderlas ¡ysalvarlas!

Este año participaron 70 varones. En gran número provenientes de nuestros colegios en S. Rafael (Bachillerato Humanista e Isabel la Católica). Fueron días de gran alegría y de muchísimos frutos. (En las fotos verán algunas de las actividades).

Que el Señor nos conceda la gracia de tener sus mismos sentimientos, especialmente esos que iban dirigidos a los niños “Dejad que los niños vengan a Mí, no se lo impidáis” (Mc. 10, 13). Por eso el gran obispo, apóstol de los niños y de los sagrarios abandonados, confiesa que el gran secreto en la educación y salvación de los niños es la gracia: “Honradamente os confieso, con la experiencia de la historia y de años y de casos sin número, he aquí el gran instrumento de la educación integral del hombre: la gracia”… “Procurad que vivan en gracia de Dios vuestros niños y jóvenes: solamente con ella y por ella vivirán su verdadera y completa vida”.

Realmente ¡qué hermoso lema para la bandera de un sacerdote! ¡Salvemos las almas de los niños!

P. José Gabriel Vicchi, IVE
San Rafael, diciembre de 2015