Posted on abril 30, 2015
Querido amigo:
Espero que estés muy bien. Muchas gracias por escribir. Como ya sabes, estoy de nuevo en mi puesto, en la brecha, en la misión.
Comparto totalmente tus reflexiones sobre lo que fue mi visita a Argentina y el reencuentro con tantos conocidos. Parece que uno espera tanto el reencontrarse con los amigos, y muchas veces luego de un saludo se queda uno sin palabras… y lo mismo en la despedida, que parece que nos fuéramos a ver a la vuelta de la esquina. Pero de todos modos creo que siempre la amistad se vive así entre nosotros, de manera sencilla, y que rara vez hablemos de temas muy profundos cuando nos vemos, sino que simplemente disfrutamos. Podríamos decir que se cumple perfectamente lo que dice el P. Castellani en la fábula sobre la amistad: “Al tercero, cuando lo iba a ver, se ponía alegre. Yo también me ponía alegre. Y estábamos alegres todo el tiempo. Era mi mejor amigo”.
Yo de estos pagos, te cuento que llegué hace cuatro días, y recién vuelvo a entrar en contacto con la parroquia, los trabajos, la gente. Y estoy solo ahora, porque la herida de la pierna del P. Johntin se infectó, por lo tanto tuvo que viajar a Egipto, y lo operaron la semana pasada (ya es la cuarta operación). Gracias a Dios ha salido bien, le sacaron la prótesis de hierro y lo bueno es que se le unieron los huesos. Así que ahora habrá que esperar a que se recupere de esta operación así puede regresar. No sé cuántos meses le llevará eso.
Cuando fue el accidente del P. Johntin el año pasado, yo ya sabía que se venían meses difíciles, y traté de poner en las manos de Dios todo lo que viniera después. El hacerlo así siempre da mucha tranquilidad y ánimo. Ahora no es cuestión de quitar lo que uno ya ha donado. Ya se lo ofrecí a Dios en aquél día, pidiendo por la misión. Y se verán los frutos de todo esto… o mejor dicho, ya se ven, porque el perseverar siempre es un milagro de la gracia.
Me encomiendo a tus oraciones ya que he regresado a la misión, y si bien todo el día hay gente, hay niños, y además que las hermanas están cerca, sin embargo en la casa, todo se siente muy silencioso. Pero doy gracias a Dios por haber conocido providencialmente hace varios años al P. Llorente en sus escritos, que con sus palabras me anima e ilumina, para mirar todo sobrenaturalmente y con buen humor (¡dos cualidades tan necesarias!). De paso, puedo dar gracias porque estoy en Tanzania, con una vegetación hermosa, animales y pájaros, sol… noches frescas y muy calmas; mucha gente, muchos niños, mucho trabajo apostólico… Un lugar donde se vive en paz, cuando hay tantos lugares en guerra… Hay un Sagrario y una iglesia para mí, la misa de cada día, la Eucaristía, y la Santísima Virgen; la gracia de Dios… y Dios viviendo en mi alma… ¿Qué más pedir? Las ganas de quejarse se ahogan en mil acciones de gracias… que llevan a luchar y estar contentos.
Muchas gracias por tus oraciones. Rezo para que todo siga en marcha por allá, en medio de las cruces y consolaciones de Dios. Con mi familia, hicimos formalmente un propósito comunitario: no perder la alegría. Pasaremos por tristezas, pero nunca quedarnos en ella, elevarse, y vivir alegres. Aprovechamos para esto la misa celebrada ante las reliquias del Beato Cura Brochero, para pedir esta gracia.
Rezo mucho por Uds.
¡Firmes en la brecha!
P. Diego.
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