domingo, 30 de agosto de 2015

LA MISIÓN ACTUAL DEL ICONO

Por P. Agustín Spezza, IVEagosto 25, 2015Reflexiones sobre Arte Sacro

Autor: R.P. Alfredo Sáez, de su libro “El Icono, esplendor de lo sagrado”.

EL ICONO MARTIR EN RUSIA
Y SU PROVIDENCIAL RESURRECCIÓN


El mundo de hoy necesita como nunca la imagen que viene de lo “alto”, no la que brota de los bajos fondos de nuestro subconsciente, de nuestros instintos reprimidos o despiertos, sino la que viniendo de arriba es capaz de elevarnos suscitando en nosotros la nostalgia de Dios.

Trubeckoj señala el providencialismo que se esconde en el redescubrimiento de los iconos enmohecidos, precisamente en nuestro tiempo. Hasta hace poco el icono era no sólo incomprensible sino directamente inaccesible a la vista. Antiguamente pocos sabían repulir y, por tanto, cuando los iconos se cubrían de hollín, lo “repasaban”, es decir, sencillamente los pintaban de nuevo sobre el antiguo dibujo, a veces incluso cambiándoles los contornos, o también, sin tantos cumplidos, los tiraban como un traste viejo sin valor. Los campanarios de las iglesias eran los sitios donde por lo general iban a acabar los iconos en desuso, algunos de ellos verdaderas obras de arte, permaneciendo así expuestos a la intemperie y a menudo también a la acción nociva de loas palomas. Sólo en tiempos recientes, a comienzos de este siglo, se eomenzaron a “repulir” los iconos . Una mano invisible los había conservado para las generaciones futuras, y más propiamente para nuestra generación. ¿Ser´pa pura casualidad? No, por cierto. El icono se manifestó justamente en vísperas de la inmensa tragedia que conmocionó a Rusia, lo que lo hace más comprensible y permite experimentar mejor el poder que oculta.


Esta circunstancia le evoca a Trubeckoj la época fundacional de Rusia, la de San Sergio de Radonetz, cuando en la soledad del bosque, merodeado por los ladrones, el santo escuchabna el lúgubre aullido de los lobos y experimentaba sensiblemente la presencia de los demonios. En nuestros días, dice, -eran los días en que se estaba gestando la revolución soviética- el hombre se ha convertido en un lobo para el hombre. Ya comienzan a oírse de nuevo los gemidos de las víctimas de los ladrones y asesinos. He aquí por qué se ha vuelto inteligible la vida espiritual de las generaciones que, hace más de cinco siglos, por el camino del sufrimiento llegaron al icono. El icono es la manifestación de la misma fuerza bendita que un día lejano salvó a Rusia. En esos tiempos aciagos San Sergio congregó a Rusia en torno a la catedral sde su monasterio, erigida en medio del desierto, bajo la advocación de la Santísima Trinidad, cuya imagen Rublev representó de manera insuperable. Desde entonces ese icono no dejó jamás de ser el estandarte a cuya sombra siempre se reunió Rusia en los días de las grandes tribulaciones y peligros .
A los orígenes de la vieja Rusia, engendrada en el dolor, atribuye Trubeckoj el antiguo florecer de la iconografía en Nóvgorod, Pskov y Moscú. Aquellos iconógrafos habían experimentado los horrores de las guerras initerrumpidas, habían visto en torno a sí la devastación y la ruina, el infierno no era objeto de fe sino de ividencia inmediata. Esta visión, nacida en medio de una gran indigencia material, sólo se enturbió cuando el pueblo comenzó a conocer el bienestar material y el hedonismo, embotándose para lo sobrenatural. Entonces a un tiempo se escondió todo lo ultraterreno, el paraíso y el infierno, instalándose el pueblo en una neutralidad cómoda entre el bien y el mal. Hoy el ideal pequeño-burqués ha caducado el infierno otra vez se ha manifestado en la tierra, los lobos están aullando. “Quizás también nuestros sufrimientos son mensajeros de algo inefablemente grande que debe nacer en el mundo. En medio de estos tormentos el descubrimiento del icono ha llegado a tiempo. Para no perder ánimo y luchar hasta el fin, debemos llevar a nuestro frente este estandarte en el cual el rostro solar de la Santa Rusia glorificada se asocia a la belleza de los cielos… presagio de un nuevo gran período de la historia .


LA MISIÓN ACTUAL DEL ICONO

Afirma Ouspensky que el icono, al dar testimonio de la Encarnación del Berbo, opone la auténtica antropología cristiana a la falsa antropología de la cultura contemporánea descristianizada. “La lucha por la imagen de Dios no ha cesado; en nuestros días gana mucho en vehemencia porque el iconoclasmo no se manifiesta solamente en la destrucción deliberada de iconos o en su rechazo por parte de las herejías de tipo protestantizante; se manifiesta también a caballo de diversas ideologías económicas, sociales, filosóficas y otras, en la tendencia a destruir la imagen de Dios en el hombre” .
Pero también el icono aporta un nuevo mensaje sobre Dios, el hombre y el mundo. En ell seno de una sociedad hedonista, muestra aquello a lo que el hombre es lalmado, le predica su destino sobrenatural. En otras palabras, al tiempo que denuncia los caminos erróneos elegidos por el hombre y la sociedad, manifiesta la verdadera noción del hombre y de la sociedad .
La resurrección de la imagen sagrada es apremiante asimismo en el Occidente católico, desgraciadamente debilitado por una imagineria almibarada. “Queremos que el pueblo rece en el seno de la belleza”, exhortaba con vehemencia San Pío X.
El Concilio Vaticano II no ha soslayado su aprecio por la belleza sagrada: “Entre las actividades más nobles de ingenio humano se cuentan, con razón, las bellas artes, principalmente el arte religioso y su cumbre, que es el arte sacro… Por esta razón, la santa madre Iglesia fue siempre amiga de las bellas artes, buscó constantemente su noble servicio, principalmente para que las cosas destinadas alculto sagrado fuesen en verdad dignas, decorosas y bellas, signos y símbolos de las realidades celestiales… la Iglesia procuró con especial interés qwue los objetos sagrados sirvieran al esplendor del culto con dignidad y belleza .
“Esta gran Contemplativa –escribe Maritain-, instruida por el don de Ciencia,posee el discernimiento profundo de todo cuantyo des menester al corazón humano, conoce el valor único del arte. Por eso lo ha protegido de tal modo en el mundo. Más aún, lo ha llamado el opus Dei, y le manda componer perfumes de gran precio, los que derrama sobre la cabeza y los pies del Maestro. Ut quid perditio ista? dicen los filántropos. Ella continúa embalsamando el cuerpo del que ama, y cuya muerte anuncia cada día, donec veniat” . Por eso, agrega, siempre que en un ambiente cristiano se desprecia la inteligencia o el arte, es decir, la verdad y la belleza, que son nombres divinos, estemos seguros de que el demonio se anota un tanto .
En una época tan fuertemente visual como la nuestra se hace más impostergable que nunca la aparición de un auténtico arte sagrado, y consiguientemente la aparición de auténticos artistas sagrados, que superen la mediocridad y la blandenguería reinantes . “Los obispos –recomienda el Concilio-, sea por sí mismos, sea por medio de sacerdotes competentes dotados de conocimientos artísticos y aprecio por el arte, interésense por los artistas, a fin de imbuirlos del espíritu del arte sacreo y de la sagrada liturgia… Los artistas que, llevados por su ingenio, desean glorificar a Dios en la santa Iglesia, recuerden siempre que su tyrabajo es una cierta imitación sagrada de dios Creador” .
Ello requerirá la previa formación del clero en el esíritu del arte sacro. No bastará la formación intelectual que ofrece la filosofía y la teología. Una formación puramente intelectual, ajena a la bnbelleza, deja de ser intelectual y se hace meramenyte “cerebral”. Si lo que se enseña como verdad no resplandece, ¿será la verdad? El Concilio, por su parte, baja a detalles: “Los clérigos, mientras estudian filosofía y teología, deben ser instruidos también sobre la historia y evolución del arte sacro y sobre los sanos principios en que deben fundarse sus obras, de modo que sepan apreciar y conservar los venerables monumentos de la Iglesia y puedan orientar a los artistas en la ejecución de sus obras” . En la misma línea, algunos teólogos ortodoxos actuales, como Ouspensky, Evdokimov, y otros, insisten enla necesidad de volver a la enseñanza del dogma por medio de las imágenes sacras. Los candidatos al sacerdocio deberán ser introducidos en la “teología del icono” y el pueblo instruido para “leer” los iconos.
Hemos afirmando anteriormente que la actual decadencia del arte sacro no es primariamente de orden estético. Lo que está enfermo es el alma, lo que está tocado es la fe. Por eso, si de veras se desea volver a tener un arte realmente sacro, lo que se requiere es emprender una nueva evangelización. “La reunión del arte y de la religión –ha escrito Weidlé-, si es que está destinada a llevarse a cabo, será el mismo tiempo una sintonía de una renovación de la vida religiosa misma. Cuando la fe coagulada vuelva a licuarse, entonces el arte volverá a encenderse ante la nueva llama de ese fuego espiritual. Porque el mundo habitado por el arte sólo puede volver a ser transparente mediante la religión” . Sin embargo, desde ya algo se puede adelantar. Refiriéndose a la arquitectura decía J. M. Richards: Architecture as well as made by circumstances makes them. La arquitectura, por más que sea expresión del ambiente, puede contribuir, y no poco, si es buena, para mejorar la situación de la sociedad. Resulta legítimo extender esta idea al arte sacro .
Recientemente el Papa ha evocado el centerario del Segundo Concilio de nicea (787-1987), dando a conocer una carta apostólica, la “Duodecimum Sae ulum”. ¿A qué es atribuible su interés por recordar la memoria de ese Concilio, bastante menos conocido que los otros “grandes” Con cilios de la Iglesia antigua, como el primero de Nicea, Efeso o Calcedonia? Sin duda que el tema de dicho Concilio: la cuestión de la imagen sacra. El mundo de hoy necesita como nunca la imagen que viene de lo “alto”, no la que brota de los bajos fondos de nuestro subconscientes, de nuestros instintos reprimidos o despiertos, sino la que viniendo de arriba es capaz de elevarnos suscitando en nosotros la nostalgia de Dios.
Pero quizás la razón principal por la que el Santo Padre pone de nuevo sobre el tapete el tema del Concilio de Nicea es su anhelo de un acercamiento a loa Ortodoxia en algo que nos es tan común. Allí dice el Papa: “El relieve dado por el Segundo Concilio de Nicea al argumento de la tradición, y más precisamente de la tradición no escrita, constituye para nosotros católicos como para nuestros hermanos ortodoxos una invitación a volver a recorrer juntos el camino de la tradición de la Iglesia indivisa” . El Papa se complace en destacar el papel fundamental que el Obispo de Roma cumplió en la controversia sobre las imágenes de los siglos VII al IX. Era la idea tan predileccionada por Soloviev cuando señalaba lo significativo que fue el hecho de que en esa gran querella todos los ojos, especialmente los de los cristianos perseguidos en oriente, se hubiesen dirigido hacia el Papa, hacia la sede apostólica de Roma, “ese icono maravilloso del cristianismo universal”.
Dostoievski había profetizado que “la belleza salvará al mundo”. Aludiendo Solzhenitsyn a esa enigmática expresión, la comenta diciendo: “Así, tal vez esa vieja trinidad Verdad, Bien y Belleza, no sea sólo una vetusta fórmula sin contenido, como nos parecía en nuestra presuntuosa y masterialista juventud. Si las copas de estos árboles confluyen, tal y como afirmaban los estudiosos, y los excesivamente rectos brotes de la Verdad y del Bien han sido aplastados, cortados, impidiéndoseles su desarrollo; entonces, quizás los de la Belleza, veleidosos, impredecibles, inesperados, se abran camino, y se eleven hasta el mismo lugar, cumpliéndose el trabajo de los tres. No es una frase, pues, sino una profecía lo que dejó escrito Dostoievski: ‘La belleza salvará al mundo’. A él, en verdad, le fue dado ver más allá, asombrosamente iluminado” .

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