ALMA
1
Tus pensamientos, palabras y obras, todo ha de convertirse en beneficio
de tu alma. (VI, 442).
2
¡Hijo!, tienes una sola alma; es preciso que la salves. (III, 608).
3
Si yo sintiese tanta solicitud por el bien de mi alma, como la tengo
por el bien del alma de otros, estaría seguro de salvarme. Con gusto
sacrificaría todo, con tal de poder ganar el corazón de los jóvenes y
ofrecérselos al Señor. (II, 250).
4
No pienses que vives en el mundo únicamente para divertirte,
enriquecerte, comer, beber y dormir, como los animales privados de razón; pues
el fin para el que has sido creado es infinitamente superior y más sublime;
esto es: amar y servir a Dios en esta vida y salvar tu alma en la otra. (BAC,
686).
5
Tengo una alma sola: si la pierdo, ¿de qué me servirá haber vivido?
(IV, 55).
6
La mejor obra que se puede hacer en este mundo es atraer las almas
perdidas al buen sendero, a la virtud. (I, 475).
7
Comprenderás mejor la importancia del bien, si consideras que tu
salvación eterna o tu condenación, depende únicamente de ti. (BAC, 686).
8
Salvando tu alma, serás feliz para siempre; pero, si la pierdes, lo
pierdes todo: alma, cuerpo, cielo, Dios, que es tu supremo fin... , y esto, por
toda la eternidad. (BAC, 686).
9
Quien se preocupa mucho de su cuerpo y poco de su alma, acaba por caer
en los brazos del demonio. (IX, 37).
10 Si cooperas a salvar un
alma, aseguras la tuya propia. (XVIII, 470).
11 Cuando se trate de salvar un
alma, no se miden las consecuencias. (V, 661).
12 Para salvar nuestra pobre
alma, hay que estar dispuesto a todo. (X, 1239).
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