domingo, 5 de octubre de 2014

…Esos jóvenes de almas grandes!!

Publicado el 01/10/2014de Instituto del Verbo Encarnado

Además de descansar y disfrutar de la cercanía de nuestros seres queridos, en los meses que pasamos fuera de la misión tuvimos la preciosa ocasión de dar testimonio de lo que viven nuestros hermanos cristianos en Siria.

La iniciativa partió de la misma gente y la difusión fue extraordinaria…





Hablamos ante los medios: diario, radio y TV, y ante todo tipo de auditorios: parroquianos; estudiantes; políticos; empresarios. Adultos y jóvenes; creyentes y no creyentes. Y a pesar de la diversidad, el efecto era en todos semejante: una profunda compasión ante tan horroroso sufrimiento; un sincero deseo de ayudar; y un espontáneo “Gracias a Dios por lo que tenemos”, porque se dan cuenta de estar muy lejos de sufrir así.


Pero lo más impresionante ha sido ver la reacción de los jóvenes.


A menudo oímos decir: “la juventud está perdida”. Y fácilmente coincidimos cuando vemos a tantos jóvenes que, creyendo vivir en la más absoluta libertad, sucumben aplastados bajo la denigrante esclavitud del egoísmo, la pornografía, la droga, la falta de fe…


En una de las escuelas donde dimos testimonio se habían reunido los cursos más altos de la secundaria en el salón de actos. Sumaban unos 200 jóvenes. Las preceptoras a cargo recorrían frenéticamente los pasillos intentando mantener el orden. Una de ellas se acercó y me dijo avergonzada: “de antemano le pedimos disculpas, los chicos son difíciles, no prestan atención, se burlan y faltan el respeto”.

Comenzó la charla, las primeras fotos, y las primeras anécdotas… Pasados apenas unos instantes risas y gritos enmudecieron y, rendidos, cedieron el paso al más respetuoso silencio. Eran los mismos chicos. Los mismos indomables chicos. Las lágrimas descubrieron que bajo esos rostros ajetreados por el mundo, se escondían almas nobles capaces de los más puros sentimientos.


Y en todas partes donde hablamos la reacción fue así, hasta en los ambientes más difíciles. “Le prometo que no me quejo más…”; “¿Cómo podemos aliviarlos?”; “Solo sé rezar el Padre Nuestro, lo rezaré todos los días por los jóvenes de Siria”… No parecen comentarios de chicos “quema-autos”, drogadictos, y ladrones…


¡Es que los jóvenes necesitan escuchar otra cosa! Si andan desorientados y perdidos es justamente porque no tienen un punto de referencia, un ideal, algo por lo que valga la pena vivir y morir. Los modelos que pretende proponer la TV quedan cortos, y los placeres efímeros que puede ofrecerles el mundo son minutos vacíos. ¡Estos jóvenes tienen almas demasiado grandes para tan mezquinos retos! Y el Único que puede saciarlas, es el que puso en ellas esas ansias… Solo necesitan ayuda para descubrirlo…


Esa es nuestra tarea, hacerles levantar los ojos del lodo y empaparlos de Cielo.

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