Autor: Regina mundi, Corredentrice dell’umanità
LA VIRGEN ORANTE, O VIRGEN DEL SIGNO
El modelo de la Orante con las manos alzadas es una de las más antiguas representaciones cristianas conocida, de la cual hay testimonios ciertos a partir de siglo IV, cuando, en las Catacumbas de Santa Agnese, aparece al menos dos veces. Incluso la tradición bizantina nos ha transmitido antiquísimos testimonios: una variante del icono aparece ya a partir del siglo VI: la Virgen es representada sentada en trono, mientras sujeta con ambas manos un oval en que se representa el Emanuel. Es posible sostener que el modelo fue traído por los misioneros bizantinos a Rusia ya antes del siglo XI.
El punto de mayor evidencia de este icono es el centro, donde un gran disco puesto entre el pecho y el vientre de la Virgen representa al Niño no todavía nacido, vestido, bendiciendo e irradiando luz. Los brazos de Jesús están abiertos en signo de acogida hacia la humanidad, mientras que con ambas manos bendice. El icono representa la conocida profecía de Isaías: “El Señor mismo va a daros una señal: Mirad, una virgen concebirá e parirá un hijo, al que pondrá por nombre Emmanuel” (Is. 7,14), con un pasaje del primer Libro de los Reyes: “¿Habitará Dios con los hombres en la tierra? Si los cielos y los cielos de los cielos no pueden contenerte, ¡cuánto menos este templo que yo te he construido!” (1 Re 8, 27). Mientras que el templo no consigue contener al Señor, la Virgen María en cambio, en la cual Dios ha hecho maravillas, contiene al Señor del Universo.
“¡Virgen Madre alégrate! Himno de San Nectario, (en español).
En efecto los padres de la Iglesia dieron a María el apelativo de “Platytera”, aquella que es más grande que los cielos. María es propiamente la casa de Dios, es la puerta del Cielo (cfr. Gen 28,17). La Theotokos (Madre de Dios) fue el primer “Ostensorio” de la humanidad, Ella nos trajo la Fuente de nuestra Salvación y de nuestra Unidad.
La imagen nos recuerda incluso los brazos alzados de Moisés, que con su plegaria intercedía por la victoria del pueblo de Israel (cfr. Es 17, 9-13). Por cuanto grande o pequeño que sea este icono, frecuentemente en las iglesias ortodoxas, como representación musiva, ocupa todo el ábside; ella representa siempre a la Virgen que lleva su embarazo. La maternidad de María, siendo obra del Espíritu Santo, resultaba difícilmente comprensible para su esposo San José (cfr. Mt. 1,20-22).
Los brazos de María están dirigidos hacia el cielo, las palmas de las manos dirigidas hacia lo alto expresan plenamente la espera del Don de parte de Dios, del cual María es bien consiente. La Madre de Dios sabe cuán preciosa es la vida que lleva en su seno.
Los ojos de María no están cerrados, ni tampoco orientados hacia lo alto, ellos se dirigen hacia nosotros: nos miran… mientras nosotros la encontramos todos los días, en cada joven mujer asustada y desesperada, que se siente forzada a ir a un hospital o a alguna clínica para abortar…
Frecuentemente se dice que si el seno materno tuviese una ventana para poder mirar dentro, no habría más abortos.
Una ventana a la Vida…Un niño de 7 meses…Un niño de 8 meses
Si se quiere se puede decir que este icono es una antigua representación de la Madre de Dios con una ventana sobre su seno. Podemos dar una mirada en este íntimo espacio y encontrar al Señor del universo. Del mismo modo, si fuese tan claro el designio de Dios para todos los niños no nacidos, por cierto que su derecho a la vida sería más que evidente; no parecería a sus madres como formas inertes, sino como partes importantísimas del proyecto de Dios. Hay una profunda intimidad entre madre e hijo, así como en el icono, es en la vida real, la más profunda intimidad que el ser humano pueda jamás experimentar. Es en esta silenciosa y fluctuante intimidad donde se forma el ser humano, venido al mundo con la principal finalidad de vivir el designio que por él Dios ha preparado en el mismo momento en el cual lo ha pensado. Solo un mundo perverso puede hacer creer a una mujer que una vez sacrificado el propio hijo ella puede continuar como antes su propia vida! María ha expresado su “sí” adhiriendo completamente al designio de Dios, ha dado al mundo al Salvador; del mismo modo, cada madre pronuncia su “sí” cuando recibe en su propio seno a una criatura de Dios, y por tanto se convierte en pleno instrumento de Su voluntad. Pensad en los millones de niños masacrados con el aborto: a cuántos de estos Dios había confiado el deber de ser médicos y encontrar una cura para vencer el tumor? O bien de servir de ayuda para el, como buenos padres y madre de familia? María, nueva Arca de la Alianza, con sus ojos nos indica el camino del Amor, mientras que con sus brazos alzados al cielo, como Moisés, intercede por nosotros para ayudar y proteger a las nuevas madres porque a ellas ha sido confiado el deber de defender la vida del propio niño que debe nacer, para la más alta gloria de Dios.
Fuente: http://www.reginamundi.info/icone/vergineorante.asp
El modelo de la Orante con las manos alzadas es una de las más antiguas representaciones cristianas conocida, de la cual hay testimonios ciertos a partir de siglo IV, cuando, en las Catacumbas de Santa Agnese, aparece al menos dos veces. Incluso la tradición bizantina nos ha transmitido antiquísimos testimonios: una variante del icono aparece ya a partir del siglo VI: la Virgen es representada sentada en trono, mientras sujeta con ambas manos un oval en que se representa el Emanuel. Es posible sostener que el modelo fue traído por los misioneros bizantinos a Rusia ya antes del siglo XI.
El punto de mayor evidencia de este icono es el centro, donde un gran disco puesto entre el pecho y el vientre de la Virgen representa al Niño no todavía nacido, vestido, bendiciendo e irradiando luz. Los brazos de Jesús están abiertos en signo de acogida hacia la humanidad, mientras que con ambas manos bendice. El icono representa la conocida profecía de Isaías: “El Señor mismo va a daros una señal: Mirad, una virgen concebirá e parirá un hijo, al que pondrá por nombre Emmanuel” (Is. 7,14), con un pasaje del primer Libro de los Reyes: “¿Habitará Dios con los hombres en la tierra? Si los cielos y los cielos de los cielos no pueden contenerte, ¡cuánto menos este templo que yo te he construido!” (1 Re 8, 27). Mientras que el templo no consigue contener al Señor, la Virgen María en cambio, en la cual Dios ha hecho maravillas, contiene al Señor del Universo.
“¡Virgen Madre alégrate! Himno de San Nectario, (en español).
En efecto los padres de la Iglesia dieron a María el apelativo de “Platytera”, aquella que es más grande que los cielos. María es propiamente la casa de Dios, es la puerta del Cielo (cfr. Gen 28,17). La Theotokos (Madre de Dios) fue el primer “Ostensorio” de la humanidad, Ella nos trajo la Fuente de nuestra Salvación y de nuestra Unidad.
La imagen nos recuerda incluso los brazos alzados de Moisés, que con su plegaria intercedía por la victoria del pueblo de Israel (cfr. Es 17, 9-13). Por cuanto grande o pequeño que sea este icono, frecuentemente en las iglesias ortodoxas, como representación musiva, ocupa todo el ábside; ella representa siempre a la Virgen que lleva su embarazo. La maternidad de María, siendo obra del Espíritu Santo, resultaba difícilmente comprensible para su esposo San José (cfr. Mt. 1,20-22).
Los brazos de María están dirigidos hacia el cielo, las palmas de las manos dirigidas hacia lo alto expresan plenamente la espera del Don de parte de Dios, del cual María es bien consiente. La Madre de Dios sabe cuán preciosa es la vida que lleva en su seno.
Los ojos de María no están cerrados, ni tampoco orientados hacia lo alto, ellos se dirigen hacia nosotros: nos miran… mientras nosotros la encontramos todos los días, en cada joven mujer asustada y desesperada, que se siente forzada a ir a un hospital o a alguna clínica para abortar…
Frecuentemente se dice que si el seno materno tuviese una ventana para poder mirar dentro, no habría más abortos.
Una ventana a la Vida…Un niño de 7 meses…Un niño de 8 meses
Si se quiere se puede decir que este icono es una antigua representación de la Madre de Dios con una ventana sobre su seno. Podemos dar una mirada en este íntimo espacio y encontrar al Señor del universo. Del mismo modo, si fuese tan claro el designio de Dios para todos los niños no nacidos, por cierto que su derecho a la vida sería más que evidente; no parecería a sus madres como formas inertes, sino como partes importantísimas del proyecto de Dios. Hay una profunda intimidad entre madre e hijo, así como en el icono, es en la vida real, la más profunda intimidad que el ser humano pueda jamás experimentar. Es en esta silenciosa y fluctuante intimidad donde se forma el ser humano, venido al mundo con la principal finalidad de vivir el designio que por él Dios ha preparado en el mismo momento en el cual lo ha pensado. Solo un mundo perverso puede hacer creer a una mujer que una vez sacrificado el propio hijo ella puede continuar como antes su propia vida! María ha expresado su “sí” adhiriendo completamente al designio de Dios, ha dado al mundo al Salvador; del mismo modo, cada madre pronuncia su “sí” cuando recibe en su propio seno a una criatura de Dios, y por tanto se convierte en pleno instrumento de Su voluntad. Pensad en los millones de niños masacrados con el aborto: a cuántos de estos Dios había confiado el deber de ser médicos y encontrar una cura para vencer el tumor? O bien de servir de ayuda para el, como buenos padres y madre de familia? María, nueva Arca de la Alianza, con sus ojos nos indica el camino del Amor, mientras que con sus brazos alzados al cielo, como Moisés, intercede por nosotros para ayudar y proteger a las nuevas madres porque a ellas ha sido confiado el deber de defender la vida del propio niño que debe nacer, para la más alta gloria de Dios.
Fuente: http://www.reginamundi.info/icone/vergineorante.asp
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