Crónica de los Padres William Duraney y Martín Villagrán. Misioneros delInstituto del Verbo Encarnado en Alemania. Comunidad de San Pedro Canisio
(Parte II)
Nuestro Patrono: san Pedro Canisio
Como patrono y protector de nuestra comunidad hemos querido tener a San Pedro Canisio por diversas razones.
Este santo de gran calibre espiritual, doctrinal y pastoral ha sido uno de los más influyentes evangelizadores de Alemania y de las naciones circunstantes al punto que ha recibido el título de “segundo apóstol de Alemania” después de san Bonifacio principal fautor y guía de la primera evangelización de estas tierras. Ha sido llamado además el “martillo de los herejes” y “el pionero de la prensa católica” por su ingente obra de difusión de la buena y sana literatura católica.
San Pedro Canisio (1521-1597) nace en la actual Holanda (en un pueblo perteneciente en aquel entonces a la diócesis de Colonia, Alemania) y sus restos reposan en Friburgo (de Suiza) ciudad en que fallece y cuya Universidad lo tiene por fundador.
Fue el octavo de los jesuitas en profesar los votos solemnes y desempeñó una impresionante y cualificada labor apostólica en un momento tan difícil como fue el inicio de la herejía protestante. En esta controvertida época, san Pedro Canisio se dio de pleno a la inderogable tarea de fortalecer en la fe a los católicos acuciados por los nuevos errores que se esparcían por doquier combatiendo denodadamente dichos errores y a sus difusores con una claridad, vehemencia, prudencia y caridad tales que se hicieron paradigmáticas y referenciales para el ecumenismo religioso.
Entre sus numerosos escritos destacamos tan solo el Catecismo que él mismo compuso (conocido simplemente como El Canisio) que ha tenido tanta fama y difusión incluso después de su muerte que realmente ha “formado la fe de personas por siglos” a decir del papa Benedicto XVI.
Nosotros hemos querido tenerlo por patrono en primer lugar porque su apostolado está ligado al territorio y a la cultura que hoy nos toca evangelizar (desempeñó su ministerio en toda Alemania –principalmente en la Baviera- como también en las actuales Suiza, Austria y República Checa).
Además la figura y ejemplo de san Pedro Canisio goza de gran actualidad si consideramos el momento histórico en que nos encontramos. En efecto, sea por la proximidad de la conmemoración de los 500 años de la Protesta luterana, sea por los candentes debates que se están desarrollando en el seno mismo de la Iglesia, es urgente hoy más que nunca inspirarse en referentes claros, sólidos y santos. Su ejemplo de vida, la pureza de su fe, el ardiente celo con que combatió el error y la caridad exquisita con que lo hizo, sirven de brújula y guía en esta nueva tormenta que atraviesa la Iglesia.
En relación a la ardua y altísima misión que competía a san Pedro el Papa Benedicto remarcaba que esto “sólo era posible con la fuerza de la oración”.
Ciertamente que san Pedro puso muchos medios concretos para llevar a cabo su tarea: basta con recordar la abundante obra de edición, publicación y difusión de libros católicos, su propia labor de escritor, docente y predicador, sus más de 30.000 kilómetros recorridos por amor del Evangelio, etc.
Pero es más cierto que todo esto solo “era posible solo desde la base, es decir desde una amistad profunda con Jesucristo; amistad con Cristo en su Cuerpo, la Iglesia, que se alimenta en la Eucaristía, Su presencia real”.
“(…) En la espiritualidad Cristo-céntrica de san Pedro Canisio hay un profundo convencimiento: no hay alma cuidadosa de la propia perfección que no practique cada día la oración mental, medio ordinario que permite al discípulo de Jesús vivir la intimidad con el Maestro divino”.
“Él nos enseña con claridad que el ministerio apostólico es robusto y produce frutos de salvación en el corazón, sólo si el predicador es un testigo personal de Jesús y sabe ser instrumento a su disposición, estrechamente unido a Él por la fe en su Evangelio y en su Iglesia, por una vida moralmente coherente y por una oración incesante como el amor”.
Este santo de gran calibre espiritual, doctrinal y pastoral ha sido uno de los más influyentes evangelizadores de Alemania y de las naciones circunstantes al punto que ha recibido el título de “segundo apóstol de Alemania” después de san Bonifacio principal fautor y guía de la primera evangelización de estas tierras. Ha sido llamado además el “martillo de los herejes” y “el pionero de la prensa católica” por su ingente obra de difusión de la buena y sana literatura católica.
San Pedro Canisio (1521-1597) nace en la actual Holanda (en un pueblo perteneciente en aquel entonces a la diócesis de Colonia, Alemania) y sus restos reposan en Friburgo (de Suiza) ciudad en que fallece y cuya Universidad lo tiene por fundador.
Fue el octavo de los jesuitas en profesar los votos solemnes y desempeñó una impresionante y cualificada labor apostólica en un momento tan difícil como fue el inicio de la herejía protestante. En esta controvertida época, san Pedro Canisio se dio de pleno a la inderogable tarea de fortalecer en la fe a los católicos acuciados por los nuevos errores que se esparcían por doquier combatiendo denodadamente dichos errores y a sus difusores con una claridad, vehemencia, prudencia y caridad tales que se hicieron paradigmáticas y referenciales para el ecumenismo religioso.
Entre sus numerosos escritos destacamos tan solo el Catecismo que él mismo compuso (conocido simplemente como El Canisio) que ha tenido tanta fama y difusión incluso después de su muerte que realmente ha “formado la fe de personas por siglos” a decir del papa Benedicto XVI.
Nosotros hemos querido tenerlo por patrono en primer lugar porque su apostolado está ligado al territorio y a la cultura que hoy nos toca evangelizar (desempeñó su ministerio en toda Alemania –principalmente en la Baviera- como también en las actuales Suiza, Austria y República Checa).
Además la figura y ejemplo de san Pedro Canisio goza de gran actualidad si consideramos el momento histórico en que nos encontramos. En efecto, sea por la proximidad de la conmemoración de los 500 años de la Protesta luterana, sea por los candentes debates que se están desarrollando en el seno mismo de la Iglesia, es urgente hoy más que nunca inspirarse en referentes claros, sólidos y santos. Su ejemplo de vida, la pureza de su fe, el ardiente celo con que combatió el error y la caridad exquisita con que lo hizo, sirven de brújula y guía en esta nueva tormenta que atraviesa la Iglesia.
En relación a la ardua y altísima misión que competía a san Pedro el Papa Benedicto remarcaba que esto “sólo era posible con la fuerza de la oración”.
Ciertamente que san Pedro puso muchos medios concretos para llevar a cabo su tarea: basta con recordar la abundante obra de edición, publicación y difusión de libros católicos, su propia labor de escritor, docente y predicador, sus más de 30.000 kilómetros recorridos por amor del Evangelio, etc.
Pero es más cierto que todo esto solo “era posible solo desde la base, es decir desde una amistad profunda con Jesucristo; amistad con Cristo en su Cuerpo, la Iglesia, que se alimenta en la Eucaristía, Su presencia real”.
“(…) En la espiritualidad Cristo-céntrica de san Pedro Canisio hay un profundo convencimiento: no hay alma cuidadosa de la propia perfección que no practique cada día la oración mental, medio ordinario que permite al discípulo de Jesús vivir la intimidad con el Maestro divino”.
“Él nos enseña con claridad que el ministerio apostólico es robusto y produce frutos de salvación en el corazón, sólo si el predicador es un testigo personal de Jesús y sabe ser instrumento a su disposición, estrechamente unido a Él por la fe en su Evangelio y en su Iglesia, por una vida moralmente coherente y por una oración incesante como el amor”.
San Pedro Canisio nos alcance entonces las gracias necesarias para poder también nosotros trabajar con denuedo por revitalizar la fe católica en una nación de tanta influencia cultural en el mundo actual como lo es Alemania.
Nos encomendamos a sus oraciones y comprometemos las nuestras,
Grüß Gott!
En Cristo y María
Padres William Duraney y Martín Villagrán, IVE
Nos encomendamos a sus oraciones y comprometemos las nuestras,
Grüß Gott!
En Cristo y María
Padres William Duraney y Martín Villagrán, IVE
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