sábado, 24 de octubre de 2015

María Estrella de los mares


Si se levantaren los vientos de las tentaciones, si tropezares en los escollos de las tribulaciones, mira a la estrella, llama a María. Si fueres agitado de las ondas de la soberbia, si de la detracción, si de la ambición, si de la emulación, mira a la estrella, llama a María. Si la ira, la avaricia o el deleite carnal impelieren violentamente la navecilla de tu alma, mira la estrella, llama a María. Si turbado a la memoria de la enormidad de tus crímenes, confuso a la vista de la fealdad de tu conciencia, aterrado a la idea del horror del juicio, comienzas a ser sumido en la sima sin fondo de la tristeza, en el abismo de la desesperación, mira a la estrella, llama a María.
No se aparte María de tu boca, no se  aparte de tu corazón, y para conseguir los sufragios de su interseción, no te desvíes de los ejemplos de su virtud. No te descaminarás si la sigues, no desesperarás, si le ruegas, no te perderás si en Ella piensas. Si Ella te tiene de su mano no caerás, si te protege, nada tendrás que temer, no te fatigarás si es tu guía, llegarás felizmente al Puerto, si Ella te ampara, y así en ti mismo experimentarás con cuanta razón se dijo: El nombre de la Virgen era María.
San Bernardo

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