miércoles, 28 de mayo de 2014

Pregón Pascual

El sábado santo es un día de oración junto a la tumba de Jesucristo, esperando la resurrección. Es día de reflexión y silencio. Es la preparación para la celebración de la Vigilia Pascual, donde se canta el Solemne Pregón Pascual, que es la celebración más importante del año. A continuación compartimos lo que las rúbricas nos indican acerca de las luces, para el canto del Pregón Pascual.


En efecto, la rúbrica de la Editio Typica Tertia emendata del Misal Romano, dice:

17. ...Deinde diaconus cereum paschalem deponit super candelabrum magnum iuxta ambonem paratum, vel in medio presbyterii.
Et accenduntur lampades per ecclesiam, exceptis cereis altaris.

Y la traducción oficial del Misal Romano, versión castellana de la 3ª edición típica latina (2009), que es la que utilizamos en Argentina, aprobada por la Santa Sede, es la siguiente:

n. 17... Y se encienden luces en el templo excepto las velas del altar.

En ninguna rúbrica del Misal hemos visto cuántas de esas “luces en el templo” deberían encenderse, pero ciertamente la rúbrica no manda encender todas las luces obligatoriamente. Lo que es claro es que deben encenderse al menos algunas, además de la que ya utiliza el cantor del Pregón.  Por eso, este año hemos encendido también algunas luces del presbiterio y del fondo de la nave de la iglesia, de manera que se pueda ver, pero que al mismo tiempo no se opaque la luz del Cirio Pascual, que es la principal.

Patrick Regan, autorizado liturgista, profesor de Liturgia y Teología Sacramentaria del Pontificio Instituto Litúrgico de Roma, ha hecho un estudio pormenorizado de cómo se desarrollaba la Vigilia Pascual antes (incluida la reforma de Pío XII, Ordo Sabbati Sancti, de 1951) y después del Concilio, comparando y concluyendo que la celebración en la Forma Ordinaria, es más lograda que aquella de la Forma Extraordinaria. Y al llegar al momento del Pregón, él escribe lo siguiente: “El anuncio pascual narra todas las obras salvíficas que Dios realizó de noche. Cantado preferentemente a la luz de las candelas, concluye el rito del Lucernario” (P. REGAN, Dall’Avvento alla Pentecoste. La Riforma liturgica nel Messale di Paolo VI, EDB, Bologna 2013, 216). 

Y afirma, más adelante: “Una vez colocado –el Cirio- sobre el soporte preparado para el mismo cerca del ambón o al centro del presbiterio, el cirio pascual es un haz radiante que define el centro del universo simbólico, que toma forma progresivamente durante la Vigilia” (Idem, 232).

Los signos son importantes. Si encendiéramos toda la luminaria del templo, la Luz del Cirio Pascual, que es la luz de Cristo Resucitado, quedaría opacada por las luces artificiales, disminuyendo la fuerza del signo. “La luz brilla en las tinieblas” (Jn 1, 5). Si el Pregón canta la memoria de las maravillas que Dios realizó en la noche, encendiendo todas las luces de la iglesia, sucede un poco lo que sucedía cuando antes de la Reforma de Pío XII, se celebraba absurdamente la Vigilia el Sábado (llamado “de Gloria”) a las 9 de la mañana. Justamente por la fuerza que tiene el simbolismo de la luz que brilla en las tinieblas, esta celebración resulta más lograda que la del Misal de 1962. 

En tiempos pasados, y hasta antes del Misal de Pablo VI, incluso, el diácono cantaba gran parte del pregón con el mismo Cirio apagado, pues era encendido a las palabras del Pregón que canta: “Conocemos ya lo que anuncia esta columna que encendió el rutilante fuego para gloria de Dios”; y a las palabras siguientes: “aunque distribuye su luz no disminuye su claridad al ser dividida”, se iban encendiendo las lámparas del altar mayor y de la iglesia, al menos las más cercanas, que hasta el momento estaban apagadas. 

Llama la atención que se exceptúen los cirios del altar, que deben ser encendidos recién en el canto del Gloria in excélsis. Así es en la Forma Extraordinaria, pues, a medianoche, terminaba la Vigilia y daba comienzo la Misa con el Gloria, de aquí que se encendieran los cirios del altar y el sacerdote se dejara los ornamentos morados para tomar los blancos (en realidad se encendían durante el canto de las Letanías). 

En la Forma Ordinaria, dicha rúbrica parece haber cambiado de sentido, pues la Vigilia comprende toda la celebración, que incluye la Misa, la cual comienza ya en el mismo Lucernario, a modo de ritos iniciales (se comienza con la señal de la cruz). El encendido de los cirios del altar, pues, no indica el comienzo de la Misa, sino que parece más bien marcar en la Liturgia de la Palabra,  el momento culminante de la historia de la salvación, en que se pasa del Antiguo al Nuevo Testamento (el Gloria es el himno propio de Navidad), de aquí que se acompañe este momento con el sonido de las campanas, y por qué no, con el encendido total de la luminaria de la iglesia, que refleja la alegría de los fieles por la presencia del Salvador victorioso, porque Los que vivían en tierra de sombras, una luz brilló sobre ellos. Acrecentaste el regocijo, hiciste grande la alegría. Alegría por tu presencia (Is 9, 2).


Instituto del Verbo Encarnado
IVE en Argentina

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