Queridos
hermanos y hermanas,
Hoy
me quiero centrar en la acción que el Espíritu Santo realiza en la guía de
la Iglesia y de cada uno de nosotros a la Verdad. Jesús mismo
dice a sus discípulos: el Espíritu Santo "les guiará en toda la
verdad" (Jn 16:13), él mismo es "el Espíritu de la Verdad" (cf.
Jn 14:17, 15:26, 16:13).
Vivimos
en una época en la que se es más bien escéptico con respecto a la verdad. Benedicto XVI ha
hablado muchas veces de relativismo, es decir, la tendencia a creer que no hay
nada definitivo, y a pensar que la verdad está dada por el consenso general o
por lo que nosotros queremos. Se plantean estas preguntas: ¿existe realmente
"la" verdad? ¿Qué es "la" verdad? ¿Podemos conocerla?
¿Podemos encontrarla?
[…]Jesús
es esto: la Verdad, la cual, en la plenitud del tiempo, "se hizo
carne" (Jn 1,1.14), que vino entre nosotros para que la conociéramos […]
Pero,
¿quién nos hace reconocer que Jesús es "la" Palabra de la verdad, el
Hijo unigénito de Dios Padre? San Pablo enseña que "nadie puede decir:
"Jesús es el Señor", si no está impulsado por el Espíritu Santo"
(1 Cor 12:03). Es sólo el Espíritu Santo, el don de Cristo Resucitado, quien
nos hace reconocer la verdad. Jesús lo define el "Paráclito", que
significa "el que viene en nuestra ayuda", el que está a nuestro lado
para sostenernos en este camino de conocimiento; y, en la Última Cena, Jesús
asegura a sus discípulos que el Espíritu Santo les enseñará todas las cosas,
recordándoles sus palabras (cf. Jn 14,26).
[…]El
Espíritu Santo, entonces, como promete Jesús, nos guía "en toda la
verdad" (Jn 16,13); nos lleva no sólo para encontrar a Jesús, la plenitud
de la Verdad, sino que nos guía "en" la Verdad, es decir, nos hace
entrar en una comunión siempre más profunda con Jesús, dándonos la inteligencia
de las cosas de Dios. Y ésta no la podemos alcanzar con nuestras fuerzas. Si
Dios no nos ilumina interiormente, nuestro ser cristianos será superficial.
[…]Pensemos
en María, que «conservaba todas estas cosas meditándolas en su corazón» (Lc 2,
19.51). La acogida de las palabras y de las verdades de la fe, para que se
conviertan en vida, se realiza y crece bajo la acción del Espíritu Santo. En
este sentido es necesario aprender de María revivir su «sí», su disponibilidad
total a recibir al Hijo de Dios en su vida […]
Queridos
hermanos y hermanas, tenemos que dejarnos impregnar con la luz del Espíritu
Santo, para que Él nos introduzca en la Verdad de Dios, que es el único Señor
de nuestra vida. […]
La
verdad de Cristo, que el Espíritu Santo nos enseña y nos dona, atañe para
siempre y totalmente nuestra vida cotidiana. Invoquémosle con más frecuencia
para que nos guíe por el camino de los discípulos de Cristo. […]
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