Ushetu, Tanzania, 13 de febrero de 2016.
Otra vez no cumplí lo prometido. Muchas veces les digo que después les voy a contar y no les cuento. En una de las crónicas de principio de año, como ya era largo el relato, les dije que en la próxima les contaba... y no es la primera vez que me pasa. Sé que no es muy interesante leer noticias de cosas pasadas, pero dejar escritas estas cosas creo que puede servir al menos como testimonio para el futuro, cuando recordemos los inicios de esta misión.
Les voy a contar de dos cosas especialmente: el inicio del año de la misericordia y el campamento de monaguillos.
Sobre el año de la misericordia, en nuestra misión, les cuento que hemos sido muy agraciados. Primero, porque el mismo día que se comenzaba solemnemente en toda la Iglesia Católica, el 8 de diciembre del año pasado, nosotros tuvimos la primer celebración de Primeras Comuniones de la historia de nuestra misión. De este suceso ya les he contado detalladamente. Fue una gracia muy grande, un día lleno de felicidad y emoción. Luego de la Misa y de la fiesta, salimos a ver a una enferma, en Nyamilangano. La hermana de uno de los catequistas, que estaba muy grave, y se había preparado para recibir el bautismo y todos los sacramentos. Rezamos todos juntos en la pequeña habitación que tenía puerta hacia la calle. El colchón estaba en el piso, pero todo muy limpio, dentro de lo que en estas pobres casas se puede tener. Toda la familia rezó con nosotros, y Felicitas recibió el bautismo, confirmación, comunión, y unción de los enfermos en el día que comenzaba el Jubileo de la Misericordia. Empezamos con todo, pensé, con las primeras “Primeras Comuniones” (valga la redundancia), y con Felicitas. Ella estaba completamente consciente, y quiso estar sentada en toda la celebración. Nos enteramos que a los tres días había fallecido, y lejos de entristecernos, nos dio una alegría enorme al ver cómo Dios la había bendecido, teniéndole mucha paciencia, y llevándola pronto, luego de estar preparada.
Agregado a esto, el día 14 de diciembre el obispo vino a abrir la puerta de nuestra iglesia de Ushetu, para que sea una de las puertas jubilares de la diócesis, y lugar de peregrinación, sobre todo para las parroquias vecinas de la decanía. El obispo en el sermón recordó que siempre que viene a Ushetu le pasa algo, como una vez que estaba con malaria, otra vez se le empantanó el auto y tuvimos que ir a ayudarlo, otra vez cuando regresaba se le rompió el alternador y se quedó sin luz a mitad de camino en medio de la oscuridad de estos parajes… pero que siempre algo lo atraía a elegir Ushetu y venir. Luego de la misa y almorzar con nosotros, cuando volvía a la ciudad, en una parte que el camino estaba muy malo, unos camiones se habían enterrado en el barro y no había como pasar. Tuvo que regresar a Kahama dando un gran rodeo que le llevó tres horas y media de viaje… Dicho y hecho. Espero que siga eligiendo Ushetu, a pesar de todo. (Continúa...)
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