misionesIVE julio 6, 2015 Estados Unidos
En la parroquia “Arcángel San Miguel” de Wauchula, diócesis de Venice, la misión incluye un apostolado que nunca había tenido la oportunidad de realizar y es la asistencia espiritual de unos pocos prisioneros. La cárcel está a unos 25 kms de la parroquia y allí voy todos los lunes a las 13.30hs. Es una prisión que tiene cerca de 1600 prisioneros, de distintos niveles, desde peligrosos criminales hasta los que están trabajando en el parque fuera de la prisión. Al llegar tengo que pasar por un control riguroso e inmediatamente por varias puertas súper herméticas, al mejor estilo “agente 86”… Por fin se llega a una capilla que es multiconfesional y ahí estoy con ellos una media hora. Casi siempre algunos piden confesión y el resto del tiempo converso un poco. Celebro la misa, que es la de domingo y luego conversamos nuevamente unos minutos y me voy. Asisten unos 40 prisioneros aproximadamente, con lo que la capilla queda cubierta dos tercia partes. Dicho sea de paso, aquí en Florida hace mucho calor y es muy húmedo, pero obviamente ellos están en una prisión, por lo que no tienen aire acondicionado, excepto en la capilla, donde por lo tanto aprovechan a estar el mayor tiempo posible. Gran parte de estos hombres son estadounidenses e hispanos son alrededor de 10.
¿Qué se puede destacar de esta prisión? Entiendo que varias realidades son sorprendentes, al menos para mí. Igualmente ahora solo menciono unos pocos aspectos que estimo son suficientes. Por supuesto, sabemos que están en prisión por algún delito o crimen, como ellos mismos dicen en las preces de la misa cuando piden por las víctimas de sus crímenes. Crímenes que por cierto desconozco, pues es algo de lo que no se habla ni se pregunta. Como sea, eso no impide que hayan tenido grandes circunstancias antes de esa desdicha o que luego en la cárcel la gracia de Dios haya hecho su trabajo o ambas cosas.
Entre los estadounidenses, hay algunos que merecen una mención especial en esta crónica. Uno de ellos, ha estudiado la biblia durante años y ha participado de cursos prolongados. No sé qué tan buenos, pero sí sé que es un hombre que conoce la Sagradas Escrituras y las sigue leyendo. Me comentó que durante uno de sus cursos, tuvo la oportunidad de saludar y darle la mano a Mons. Fulton Sheen cuando éste vino a Tampa, una importante ciudad en Florida; y que lo seguía habitualmente en sus programas y leía sus libros, por lo que le tiene gran devoción y lo considera realmente un hombre de Dios.
Otro me ha comentado que ha leído parte de las obras de Garrigou Lagrange, diversos libros de Chesterton y varios más de los cuales “no hice una lista”. Actualmente estaba releyendo “Los novios” de Alessandro Manzoni, libro que conocía desde su juventud.
Un hombre para destacar es el sacristán, verdaderamente muy bueno y se ve que tiene una seria vida espiritual. Además se percibe cierto liderazgo y autoridad moral respecto a los demás. Antes de ingresar a la prisión estuvo involucrado en el satanismo y su esposa era una “witch” (bruja). En la prisión se convirtió al catolicismo y hace 15 años que es terciario carmelita. Me ha compartido varias revistas y folletos de la Orden Carmelita y como en una ocasión estábamos hablando de lectura de libros espirituales, me facilitó dos hojas que contienen una enumeración de todos los libros que ha leído para profundizar más la mística espiritualidad carmelitana. Naturalmente están incluido San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Ávila, Santa Teresita de Lisieux, Santa Edith Stein y diferentes autores modernos que sinceramente desconozco.
Entre ellos hay también un organista, gracias al cual la celebración de la misa tiene una solemnidad que sin él sería imposible. Por lo menos en una misa, cantaron el Kyrie, Gloria y Sanctus de la Misa de Angelis… ¿qué tal? Salvo en esa fiesta, en general los cantos no son muy variados, pero lo importante es que todos hacen el intento de cantar y el órgano “acomoda” esos intentos… Y cuando el salmo lo entona un moreno, tiene el verdadero tono de un “negro-spiritual”. Como verán, la celebración tiene un toque inesperado para ser una cárcel. A propósito de la música, hace una semana supe que una vez al año aproximadamente, tiene algo así como un “melodium”, que está abierto a los voluntarios. Tal vez pueda participar en el próximo.
Otro, un converso al catolicismo, que recibió la confirmación este año cuando fue el Obispo a celebrar la misa, está participando de un curso intenso de Sagradas Escrituras y de hecho ya ha rendido varios exámenes. Si no entendí mal, lo terminará en breve y eso lo capacitará para “predicar”. No sé bien a qué se refiere, pero lo valioso es que él está entusiasmado conociendo más la Biblia y eso es meritorio.
¿Se hace penitencia en la cárcel? La cárcel, más allá de que sea justa para los criminales, ya es una gran penitencia. De todos modos, uno hispano me dio a conocer que estaba haciendo tres días de ayuno por su familia y por su pronta liberación. ¡Tres días de ayuno! Solo tomando agua, sin comer nada ¡Y en la cárcel! Creo que no tiene sentido hacer comentarios, el hecho en sí mismo nos puede decir mucho.
Para mi aniversario sacerdotal y cumpleaños, me regalaron una tarjeta con la firma de cada uno de ellos y algunas frases. Uno de los hispanos me preguntó “¿cuántos años tienes de sacerdote?” Le respondí que 13. Y entonces dijo “los mismos que yo aquí en la cárcel”. Claro que no supe qué decir ante esa acotación. Este mismo hombre, está ahora por tres meses en lo que ellos llaman “la caja”, que es el calabozo, a donde son enviados evidentemente por mala conducta. Los mismos presos cuando me lo contaban, se lamentaban por el calor que debe estar sufriendo.
Última anécdota. Un centroamericano de 52 años, que siempre acolita en la misa y me da muy buena impresión, un día me pidió disculpa por llegar un poco tarde. Me explicó que como tiene una dieta, le dan la comida más tarde y por eso se le superponen un poco los horarios con la misa. Le pregunté entonces qué tal es la comida. La respuesta fue muy clara y lo dijo con mucha calma y serenidad “En la calle se come mucho mejor, pero de hambre aquí uno no se va a morir… antes se va a morir de tristeza”. La soledad que ellos experimentan es un tanto indescriptible. Recurro a Llorente, porque sinceramente lo relacioné. Es cierto que él vivió la soledad y una soledad extremísima y supo aprovecharse de esa soledad, por lo que podríamos considerarlo un “profesional de la soledad”. “Si no hubiera sido por la soledad, yo no hubiera resistido aquello… En la soledad he encontrado al Señor. Al Señor no se le encuentra fácilmente…”[1]. Pero también él da a entender que no es una prueba fácil y por lo mismo, no es para cualquiera. En el libro “A orillas del Kusko” escribe que “Por las tardes daba yo un paseíto por el aeródromo extasiado ante el panorama de crestas montañosas cubiertas de nieve por entre las cuales culebrea el Kusko que aquí no es muy caudaloso que digamos. Los paseos son aptos para rezar rosarios y reconcentrarse; aunque a veces se hastía uno de soledad y sueña con compañeros que aquí son un sueño”. Por supuesto que tanto la situación de estos prisioneros como la del gran Llorente encuentran solución solo en Aquel que puede darla. “De los 22 años que llevo en Alaska, he pasado 14 completamente solo. Se necesita mucha gracia de Dios para no estropearse uno espiritualmente en medio de tanta falta de espíritu como le rodea a uno día y noche, año tras año…” Dicho de otra manera, ¿quién va a dudar de que Jesús también está en la prisión consolando esas soledades y esas separaciones tan dolorosas de sus seres queridos? Pero convengamos que no es una prueba fácil.
En fin, señalo estos ejemplos porque en el ambiente de una prisión, indudablemente resaltan marcadamente. La cárcel, además de lo que sabemos, es un lugar donde también reina la violencia, droga (más abundantemente de lo que uno puede imaginar), promiscuidad, etc. Y ellos perseveran en el intento de ser fieles a Jesús, lo cual como se darán cuenta, es muy laudable. Hace un par de meses, al final de la misa, les pedí que por favor recen para que en nuestra parroquia logremos comenzar con la Adoración al Santísimo Sacramento. Desde entonces, siempre alguno de ellos me comenta que reza todos los días por esa intención. Y así se lo hice saber también a los feligreses, porque es ciertamente estimulante y ejemplar.
Dios nos de la gracia de entender nuestra vida solo con criterios sobrenaturales y valernos de los ejemplos de fe que la Providencia pone en nuestros caminos.
P. Fabio Schilereff
[1] Visita a las carmelitas descalzas del Cerro de los Ángeles, Getafe, Madrid (enero 1964).
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