lunes, 27 de julio de 2015
«Nuestra tarea consiste en animar… »
misionesIVE julio 24, 2015 Argentina
Misionando en Misiones – Argentina
«Nuestra tarea consiste en animar a cristianos y no cristianos a realizar obras de amor. Y cada obra de amor, hecha de todo corazón, acerca a las personas a Dios.» decía la Madre Teresa de Calcuta, y eso fue lo que se nos permitió durante la última semana de Junio a todas las hermanas que integramos la Comunidad Apostólica del Hospital Militar Campo de Mayo.
El Obispado Castrense de Argentina ha emprendido un proyecto de misiones y visitas a los distintos Regimientos o Unidades, focalizándose de modo especial en aquellos que quizá no cuentan con un Capellán Castrense o cuyo capellán tiene una amplia zona geográfica para cubrir. Es así como en distintas épocas del año organiza un grupo de misioneros, dispensando para esto de las diversas tareas pastorales a algunos sacerdotes y a alguna comunidad de las religiosas que en Argentina atendemos los Hospitales Militares, para que durante ese tiempo dispuesto se visite algún lugar del país.
Por gracia de Dios el capellán Mayor del Ejército el P. Oscar Naef pidió a nuestra Comunidad colaborar en la visita de dos unidades que se encuentran en la Provincia de Misiones (Argentina) y así fue como el lunes 22 de Junio, en un vehículo provisto por el Obispado Castrense, nos vinieron a buscar para trasladarnos después de un viaje de unas doce horas hasta nuestro primer destino, el Regimiento de Infantería de Monte 9 “Coronel Pagola”, cercano a la ciudad de San Javier, al sur este de la provincia de Misiones[1], bordeado por el majestuoso Río Uruguay.
Al llegar al Regimiento y conformado ya el grupo de misión, participamos de la Santa Misa presidida por el P. José D’Andrea en la pequeña capilla situada entre el Regimiento y el Barrio Militar, en la que pedimos especialmente por los frutos de nuestra visita durante éstos días.
El envío misionero nos fue dado el martes 23 de Junio, inmediatamente después de la Formación, en la que el Sacerdote encargado de la misión explicó ante todo el Regimiento el propósito de nuestra visita en estos días. Allí en cierto sentido pudimos tomar proporción de la magnitud del Regimiento, en el que se desempeñan algo más de cuatrocientos miembros.
Luego nos llevaron a una Sala Museo, que explica la fundación y el desempeño de este Regimiento en nuestra historia. Inmediatamente y para optimizar la visita nos dividimos en tres grupos y acompañados por algunos encargados pudimos visitar todas las instalaciones del predio, los sacerdotes impartían la bendición sobre los puestos de trabajo y el personal presente, y antes de ir al próximo lugar nos dábamos tiempo para conversar brevemente con ellos, también cuando era conveniente el Padre les daba algún breve pensamiento relacionado con la tarea específica que desempeñan en el Ejército y cómo esto trasciende y manifiesta el amor y el servicio a la Patria y a Dios.
Por la tarde del martes comenzamos con la visita de las casas del Barrio, que se encuentra anexado al Regimiento, de igual forma que en la mañana, divididos en grupos para lograr cubrir todas las casas ya que en San Javier estaríamos solamente dos días. Allí también los sacerdotes pudieron bendecir las casas del Barrio y pudimos relevar las necesidades pastorales y catequéticas de la zona, nos recibieron muy bien, si bien no todos profesan la fe católica.
El miércoles 24 por la mañana pudimos regresar a algunos puestos de trabajos en los que nos habían pedido que volviésemos por algún tema particular. Entre esos lugares uno fue el lugar donde practica la banda, y allí supieron deleitarnos con la excelente interpretación de cantos patrios, canciones típicas de Misiones y finalmente la marcha propia de este Regimiento.
Además para este día, según lo previsto, se ofrecieron diversas conferencias de formación para los Oficiales y Suboficiales que estuvieron a cargo del P. Bernardo Conte-Grand y a nosotras nos delegaron el encuentro catequístico con los soldados voluntarios, participaron aproximadamente unos noventa soldados entre varones y mujeres. También hacia media mañana recibimos al Capellán Mayor que dialogó con las autoridades del Regimiento.
Por la tarde continuamos con la visita de las casas del Barrio, concluyendo nuestras actividades con la Santa Misa de Clausura de la Misión que se celebró a las 18.00 hs en un amplio salón del Regimiento, contando con gran participación, fue presidida por el Capellán Mayor que nos acompañó durante este día. La liturgia fue organizada por un grupo del mismo Regimiento que suele encargarse de esta tarea.
Este Regimiento al menos por ahora, no cuenta con un capellán castrense asignado, sino que hace las veces el mismo sacerdote de la ciudad de San Javier, quien en la medida de sus posibilidades los atiende, pero que a su vez tiene varios pueblos vecinos que atender. Quienes han tomado la tarea de la catequesis es un grupo de mamás de los niños del Barrio, preparando los niños para su 1° Comunión y para su Confirmación, los cuales si Dios quiere al finalizar este año recibirán los sacramentos en la Parroquia del pueblo.
El día Jueves 25 después del desayuno con el Jefe del Regimiento, y despedirnos de todos aquellos que nos atendieron con tanta deferencia, continuamos viaje hacia nuestro segundo destino.
Bernardo de Irigoyen: Luego de un viaje de unas cinco horas, aproximadamente a las 13.00 hs llegamos a nuestro nuevo lugar de misión, esta vez la Compañía de Cazadores de Monte 18 “Teniente Primero Roberto Néstor Estévez”, que se encuentra cercano a la ciudad de Bernardo de Irigoyen, en el noreste de la Provincia de Misiones. Después del almuerzo nos organizamos para las tareas de la tarde, nuevamente nos dividimos en grupos de misión y en vehículos nos trasladaron hasta el pueblo para poder comenzar con la visita de las casas de las familias militares, mientras un grupo recorría el Barrio de Suboficiales, dos grupos recorríamos las casas del Barrio de Oficiales. Aquí también los sacerdotes podían bendecir las casas y podíamos relevar las necesidades de las familias sobre todo en cuanto a la vida sacramental.
A las 19.00 hs nos reunimos en la capilla del Regimiento para el rezo del Santo Rosario, e inmediatamente después se celebró la Santa Misa en la que participó el personal del ejército acompañados de sus familias, mientras que otro de los sacerdotes escuchaba confesiones. La liturgia estuvo prolijamente organizada por algunos miembros del Regimiento.
Al día siguiente, viernes 26 por la mañana nos dividimos en dos grupos: un grupo recorrió las instalaciones del Regimiento, mientras otro grupo fue trasladado a la ciudad para poder continuar con la visita de casas. También estaba previsto, de modo similar a lo realizado en San Javier, que a las 10.30 hs se daría una charla de formación para Oficiales y Suboficiales y a las 11.30 hs. para los soldados. Este día también contamos con la presencia del capellán de este Regimiento, el P. Carmelo Di Pietro que tiene a cargo la cura pastoral de esta unidad.
Por la tarde se celebró la Santa Misa de Clausura de la Misión en la Plaza de Armas del Regimiento, presidida por el P. Conte-Grand. Posteriormente, aunque ya estaba anocheciendo, nos quedamos conversando con varias de las familias que prometieron renovar y reforzar la propia vida de fe, procurando acercarse a los Sacramentos.
No queremos pasar por alto otra característica propia de Bernardo de Irigoyen[2], donde hay unos 25 km de la así llamada «frontera seca», que nos llevaron a recorrer brevemente, allí hay un paseo que une ambas fronteras, es algo muy único, incluso en algunos sectores de la ciudad el límite está fijado por un pequeño cordón con monolitos que indican que de un lado es Argentina y del otro Brasil.Aquí estamos del lado de Brasil y el fondo es Argentina en el “Paseo la Integración”
Esa tarde también pudimos visitar un grupo de jóvenes que estaban realizando un retiro-vigilia en preparación para recibir el sacramento de la Confirmación al día siguiente, en la que participaban varios de los hijos de familias que habíamos visitado en estos días.
Ya el sábado por la mañana, después de haber compartido el desayuno con el Jefe y el Sub-Jefe del Regimiento, nos dispusimos para nuestro regreso a Buenos Aires.
Así concluimos con nuestra misión, una misión particular ya que fue de un estilo diverso, no podemos hablar de grandes conversiones o grandes números de sacramentos, o al menos si así fue, sólo Dios lo conoce, lo que sí pudimos apreciar es que por gracia de Dios, muchos se acercaron a los sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristía. Pero sobre todo podemos decir que el fin de estos días fue animar a los católicos a perseverar en la fe, a transmitirla a sus hijos y vecinos, a seguir trabajando con obras concretas de caridad; a todos para que sigan haciendo el bien, a obrar en conciencia ante Dios, aunque los tiempos sean difíciles y a recordarles que esta nobleza y la práctica de las virtudes hace bien a sus almas, a sus familias, a la Patria y que por esa fidelidad a lo que Dios nos manda se nos abrirán las puertas del Cielo.
Son muchos los ejemplos de sacrificio en servicio a la Patria de tantas personas, que están dispuestas a ir donde sea necesario, realidades a veces dolorosas que hemos visto y conocido, y por supuesto muchas anécdotas que hemos vivido, cosas que a veces no sabe uno como expresarlas y que también por espacio no estamos relatando, pero creemos que con esto podemos presentarles un atisbo sobre lo vivido en estos días, y si bien son muchos los sentimientos que se agolpan queremos ante todo dar especial espacio a dos: la gratitud y la petición.
Gratitud ante todo con Dios, por habernos permitido participar de esta misión en una tierra donde la belleza de la naturaleza y la bondad de la gente nos hablan del Majestuoso Creador, donde también tienen una entrañable devoción a la Santísima Virgen, especialmente en su advocación de Ntra. Sra. de Itatí.
Agradecer a todas las personas que conocimos, especialmente a las autoridades de los Regimientos que nos recibieron, que trabajaron para brindarnos lo mejor, los cocineros, los que hacían el servicio, sus familias, los que nos acompañaron en las distintas actividades, y ciertamente cada familia que visitamos, que nos acogió por un momento en sus casas y que nos confiaron sus intenciones, sepan que por todos uds. comprometemos nuestras oraciones para que perseveren en el bien, para que sigan haciendo el bien por amor a Dios.
Especiales acciones de gracias a Mons. Pedro Candia, al Capellán Mayor del Ejército el P. Oscar Naef, a los sacerdotes encargados de la misión el P. Bernardo Conte-Grand y el P. José D’Andrea, también al P. Rubén Barrientos que nos ayudó algunos días y al seminarista Javier Pazzcuso, quienes nos permitieron ser parte de esta labor, quiera Dios bendecirlos en sus desvelos pastorales para que puedan continuar dando apoyo espiritual a nuestro Ejército. También al Suboficial Leonardo Monzón, el chofer designado para estos días. Por supuesto también nuestra gratitud al P. Capellán de nuestro Hospital, el P. Patricio Walker, que durante esta semana le tocó estar solo en el apostolado.
Por último, también queremos pedir especiales oraciones por nuestra Patria, por el aumento y la santidad de las vocaciones, en todos los rincones del País, haciéndonos eco de aquel «rogad al dueño de la mies…», para que la fe católica progrese y se fortifique en nuestra querida Argentina, también les pedimos que recen por todos los que conocimos y por los que se confiaron a nuestras oraciones. Por último, también nosotras nos encomendamos a sus oraciones para que cada día seamos fieles a esta vocación a la que Dios nos ha llamado, de modo especial en la diaria atención a los enfermos de nuestro Hospital, para que podamos continuar animando a muchos y así finalmente “acercar a las personas a Dios”.
Hermanas del Hospital Militar de Campo de Mayo
[1] Se halla a orillas del río Uruguay frente a la ciudad brasileña de Porto Xavier y tiene una población cercana a los 11.000 habitantes.
[2] La ciudad se encuentra en el punto más oriental de la Argentina continental, en la conocida «Frontera Seca» con las ciudades brasileñas de Dionísio Cerqueira (Estado de Santa Catarina) y Barracão (Estado de Paraná).
viernes, 24 de julio de 2015
Los zapatos del misionero
Posted on julio 18, 2015
No voy a hablar de mis zapatos, sino de los zapatos del misionero. Es verdad que a alguno, ya desde el vamos, le puede sonar algo muy trivial y de poco interés, y puede ser. Dejo a su consideración el seguir leyendo. Sin embargo a mí varias veces me ha venido el deseo de escribir algunas reflexiones sobre algo tan insignificante, que puede a su vez hacernos pensar en cosas más trascendentes.
Los zapatos de una persona, pueden decirnos mucho. Recuerdo que tenía una tía abuela, que siempre que la iba a visitar en mis vacaciones de seminario, nunca dejaba de observar los zapatos. No lo hacía por una cuestión puramente externa, ni tampoco podemos decir que era obsesión, ni nada de eso. Era una persona delicada, y atendía a que los zapatos fueran decentes, sobre todo en un religioso, un sacerdote. Yo no era sacerdote, sin embargo ella siempre nos trataba con gran respeto, porque vestíamos la sotana, y eso nos hacía aparecer ante la gente como “sacerdotes” o “padres”, aunque nos faltaran muchos años.
Durante el tiempo de seminario, conocí una canción de campamento muy linda, y que tal vez muchos de ustedes conocen. Es en italiano, y se canta como una marcha, que ayuda a caminar. La cantábamos en las convivencias, en las caminatas en la montaña. Cuenta la historia de un viejo soldado retirado, que buscando algo en un altillo lleno de polvo, encuentra en un baúl un viejo botín, un “borcego” militar o “borceguí”, como le decimos entre nosotros. Este hombre al encontrar ese viejo botín, comienza a recordar por cuántos lugares ha caminado, las ilusiones que le hace revivir, las canciones que ha cantado a su paso. Le recuerda las largas caminatas por desiertos infinitos, por las dunas a orillas del mar, de día y de noche, sin reposar. Le recuerda con alegría su pasada juventud.
Y algo de estos pensamientos me vienen cuando veo los zapatos luego de alguna visita a las aldeas. Los veo cubiertos de polvo, y me da tanta alegría que no quiero lustrarlos tan pronto. Verlos moldeados a los pies, con el cuero ajado, y con señales de de largo trajinar, es casi un premio. ¡Qué lindos que son esos zapatos llenos de polvo y gastados! Me gustaría pensar que si alguna vez los pudiera encontrar, luego de muchos años, me recordarían los caminos de Ushetu. Me hablarían de las visitas a las aldeas. Que a su paso también cantamos, en tantas procesiones, y en los juegos con los niños. Que de día y de noche me llevaron a visitar enfermos. Que caminamos por senderos con espinas y desparejos. Bajo el sol agobiante, o la tarde fresca… a su paso, por la sabana africana.
Claro que poéticamente lo pienso, porque una vez que dejen de servir, serán desechados. Pero resulta interesante, que tantas veces nos acompañan en las aventuras misioneras. He pensado muchas veces que si me dieran a elegir la reliquia de algún santo misionero, me gustaría quedarme con sus zapatos.
Los zapatos no tienen belleza, ¡pero qué útiles son! Mas de uno recordará en este momento las palabras de la Biblia: “¡Qué bellos son los pies del que anuncia la paz a sus hermanos!”. Tal vez no son tan bellos los pies del misionero, pero es bello pensar en lo que significa… que esos pies lo llevan a uno a predicar el evangelio. Llegamos a lugares donde no llegan otros sacerdotes o misioneros. Y esas personas esperan ver entrar en sus casas esos pies “del que anuncia la paz a sus hermanos”.
Cristo también les dijo a sus discípulos, que fueran a misionar, pero que si en alguna casa, o aldea, no eran recibidos, al irse, en señal de rechazo, sacudieran hasta el polvo de sus pies. Que nos se les pegue ese polvo del que no quiere recibir al Salvador.
Esos zapatos gastados y empolvados… ¿serán señal de que nos “gastamos y desgastamos” en el servicio de Dios, buscando predicar el Evangelio? Ojalá que así sea. Alguno de estos días tendré que comprar zapatos nuevos, y espero poder “gastarlos y desgastarlos”, y “descoserlos”. A los zapatos viejos, los voy a extrañar… ¡tantas ilusiones que me hacen revivir, y cuántas canciones a su paso he cantado! Esos zapatos que envejecen en los caminos de África, me llenan de alegría.
En un rato tengo que ir a visitar las ladeas de Ubawe e Ilomelo, y confesar a mucha gente, porque estamos preparándonos parta las confirmaciones, y espero que mis zapatos vuelvan bien cargados de polvo.
¡Firmes en la brecha!
P. Diego.
Los zapatos de una persona, pueden decirnos mucho. Recuerdo que tenía una tía abuela, que siempre que la iba a visitar en mis vacaciones de seminario, nunca dejaba de observar los zapatos. No lo hacía por una cuestión puramente externa, ni tampoco podemos decir que era obsesión, ni nada de eso. Era una persona delicada, y atendía a que los zapatos fueran decentes, sobre todo en un religioso, un sacerdote. Yo no era sacerdote, sin embargo ella siempre nos trataba con gran respeto, porque vestíamos la sotana, y eso nos hacía aparecer ante la gente como “sacerdotes” o “padres”, aunque nos faltaran muchos años.
Durante el tiempo de seminario, conocí una canción de campamento muy linda, y que tal vez muchos de ustedes conocen. Es en italiano, y se canta como una marcha, que ayuda a caminar. La cantábamos en las convivencias, en las caminatas en la montaña. Cuenta la historia de un viejo soldado retirado, que buscando algo en un altillo lleno de polvo, encuentra en un baúl un viejo botín, un “borcego” militar o “borceguí”, como le decimos entre nosotros. Este hombre al encontrar ese viejo botín, comienza a recordar por cuántos lugares ha caminado, las ilusiones que le hace revivir, las canciones que ha cantado a su paso. Le recuerda las largas caminatas por desiertos infinitos, por las dunas a orillas del mar, de día y de noche, sin reposar. Le recuerda con alegría su pasada juventud.
Y algo de estos pensamientos me vienen cuando veo los zapatos luego de alguna visita a las aldeas. Los veo cubiertos de polvo, y me da tanta alegría que no quiero lustrarlos tan pronto. Verlos moldeados a los pies, con el cuero ajado, y con señales de de largo trajinar, es casi un premio. ¡Qué lindos que son esos zapatos llenos de polvo y gastados! Me gustaría pensar que si alguna vez los pudiera encontrar, luego de muchos años, me recordarían los caminos de Ushetu. Me hablarían de las visitas a las aldeas. Que a su paso también cantamos, en tantas procesiones, y en los juegos con los niños. Que de día y de noche me llevaron a visitar enfermos. Que caminamos por senderos con espinas y desparejos. Bajo el sol agobiante, o la tarde fresca… a su paso, por la sabana africana.
Claro que poéticamente lo pienso, porque una vez que dejen de servir, serán desechados. Pero resulta interesante, que tantas veces nos acompañan en las aventuras misioneras. He pensado muchas veces que si me dieran a elegir la reliquia de algún santo misionero, me gustaría quedarme con sus zapatos.
Los zapatos no tienen belleza, ¡pero qué útiles son! Mas de uno recordará en este momento las palabras de la Biblia: “¡Qué bellos son los pies del que anuncia la paz a sus hermanos!”. Tal vez no son tan bellos los pies del misionero, pero es bello pensar en lo que significa… que esos pies lo llevan a uno a predicar el evangelio. Llegamos a lugares donde no llegan otros sacerdotes o misioneros. Y esas personas esperan ver entrar en sus casas esos pies “del que anuncia la paz a sus hermanos”.
Cristo también les dijo a sus discípulos, que fueran a misionar, pero que si en alguna casa, o aldea, no eran recibidos, al irse, en señal de rechazo, sacudieran hasta el polvo de sus pies. Que nos se les pegue ese polvo del que no quiere recibir al Salvador.
Esos zapatos gastados y empolvados… ¿serán señal de que nos “gastamos y desgastamos” en el servicio de Dios, buscando predicar el Evangelio? Ojalá que así sea. Alguno de estos días tendré que comprar zapatos nuevos, y espero poder “gastarlos y desgastarlos”, y “descoserlos”. A los zapatos viejos, los voy a extrañar… ¡tantas ilusiones que me hacen revivir, y cuántas canciones a su paso he cantado! Esos zapatos que envejecen en los caminos de África, me llenan de alegría.
En un rato tengo que ir a visitar las ladeas de Ubawe e Ilomelo, y confesar a mucha gente, porque estamos preparándonos parta las confirmaciones, y espero que mis zapatos vuelvan bien cargados de polvo.
¡Firmes en la brecha!
P. Diego.
jueves, 23 de julio de 2015
Hoy todo fue perfecto
Posted on julio 20, 2015
Ushetu, Tanzania, domingo 19 de Julio de 2015.
Las cosas que tienen el sello de la perfección divina, son a su vez bellas. Hoy vi muchas cosas bellas, huellas de Dios, impresas sobre nuestras imperfecciones y defectos. No puedo hablar de todas ellas ahora. Me limito a tres que me impresionaron mucho, hasta empañar los ojos. Otra vez emocionado. Los otros días me escribió un compañero misionero en Filipinas y me decía que muchas veces a él le pasaba lo mismo, de emocionarse y se preguntaba si no era que nos estamos poniendo viejos. Algo de eso debe haber, pero en gran porcentaje se debe a que el misionero se ve muchas veces frente a la “obra de Dios”, así sin más, y queda estupefacto. Muchas veces son segundos… pero que hay que aprovecharlos. Hoy me pasó.
Ushetu, Tanzania, domingo 19 de Julio de 2015.
Las cosas que tienen el sello de la perfección divina, son a su vez bellas. Hoy vi muchas cosas bellas, huellas de Dios, impresas sobre nuestras imperfecciones y defectos. No puedo hablar de todas ellas ahora. Me limito a tres que me impresionaron mucho, hasta empañar los ojos. Otra vez emocionado. Los otros días me escribió un compañero misionero en Filipinas y me decía que muchas veces a él le pasaba lo mismo, de emocionarse y se preguntaba si no era que nos estamos poniendo viejos. Algo de eso debe haber, pero en gran porcentaje se debe a que el misionero se ve muchas veces frente a la “obra de Dios”, así sin más, y queda estupefacto. Muchas veces son segundos… pero que hay que aprovecharlos. Hoy me pasó.
Tuvimos este domingo la fiesta de los catequistas de nuestra parroquia. Una fiesta que ya comienza a ser tradición, que la preparan ellos mismos, y la esperan con ansiedad. Vinieron los catequistas de toda la parroquia, más de cuarenta. Los acompañaron algunos fieles, en algunos casos sólo uno de ellos o un par, porque venían de muy lejos. En esta fiesta cada aldea debe obsequiar a su catequista, en agradecimiento por el trabajo que realiza todo el año. Por eso es que los catequistas la esperan ansiosamente. Pero en verdad que todos la esperan, porque es una verdadera fiesta. En primer lugar por encontrarse todos, y por otra parte por todo lo que rodea a toda fiesta… alegría, y comida de fiesta. Pero hoy me impactó en primer lugar el ingresar a nuestra iglesia en la procesión de entrada de la Misa, precedido por las dos largas filas de catequistas, revestidos con sus albas. La iglesia llena a rebosar, más de lo acostumbrado, el canto de entrada, el coro que se esmeraba… pero en ese momento la imagen de los catequistas, ese grupo en su mayoría hombres (hay una sola catequista mujer), me impactó. Son personas que realmente están convencidas, y se ofrecen al trabajo misionero, y se esfuerzan. Con sus más y con sus menos… como todos, quién no tiene sus “menos”. Y como en todas partes hay unos mejor que otros… pero como decía al principio, a pesar de todo eso, se ve la perfección de la obra de Dios y de su iglesia. Los catequistas son nuestro ejército, son nuestras manos en las aldeas, son los que nos representan. Y saben que pertenecen a una iglesia, y la aman. Me impactó.
No deja de impactarme la perfección de Dios en la Eucaristía… pero aunque lo meditamos muchas veces, hoy de una manera especial pensé en esto al pronunciar las palabras de la consagración en swahili, como todos los días. Pero hoy por gracia de Dios, me impactó estar pronunciando esas palabras en swahili, y estar haciendo la obra más perfecta entre las perfectas, la Eucaristía. Cierto, perdón… es el Espíritu Santo, pero se entiende lo que quiero decir. Me pareció ver la hostia objeto de las miradas de los cientos de personas que estaban en la iglesia, grandes y muchos niños cerca del altar… y yo inclinado también sobre ella. El centro de todo lo que estaba pasando… perfecto. Me impactó nuevamente.
Y por la tarde, luego de pasar toda la actividad del almuerzo y festejo, en medio de gran alegría, expresada tan naturalmente por los chicos… no podía faltar el Oratorio. Ellos no creen que alguien pueda estar un poco cansado… así que sin mediar intervalo, todos a los juegos.
En un momento me quedé parado gozando del espectáculo. Me demoré en salir de la casa, pero ya estaba todo en movimiento. Y me pareció ver un sueño… es decir, lo que yo me había imaginado de un sueño de Don Bosco. El santo relata en uno de sus sueños-visiones, que le fue mostrado el oratorio de los primeros tiempos. Así lo relata él: Me parecía encontrarme en el antiguo Oratorio durante el recreo. Era una escena llena de vida, todo era movimiento y alegría. Quién corría, quién brincaba, quién hacía saltar a otros. Aquí se jugaba a la rana, allí a la bandera, más lejos a la pelota. En un punto, un grupo de jóvenes pendían de los labios de un sacerdote que refería una historieta; en otro se veía a un clérigo que jugaba al “burro vuela” o a los “oficios” con varios jovencitos. Se cantaba, se reía por doquier; en todas partes, clérigos, sacerdotes, y a su alrededor, jóvenes que voceaban alegremente. Se advertía que entre los alumnos y sus superiores reinaba la mayor cordialidad y confianza. Ante tal espectáculo me quedé encantado.
Yo estaba “soñando despierto”. Lo que veía era perfecto, y bello. Había un grupo de niños pequeños jugando, con una religiosa. Más allá, las niñas un poco más grandes, jugando al volley-ball con otra religiosa y una joven voluntaria norteamericana. En la cancha de volley estaban los jóvenes, junto a uno de los seminaristas norteamericanos, unos jóvenes misioneros, y otra religiosa. En otro espacio otro grupo de niñas también asistido por una hermana. Y más allá, en la cancha de futbol estaban los varones junto a un seminarista que oficiaba de referee. Todos jugando y metidos en sus juegos, gritando y corriendo. Era un espectáculo por donde se lo mire… hasta los colores de las camisetas de los jugadores de fútbol resplandecían… capaz que estoy delirando. Pero fue así, tanto que me metí en la oficina y le dije a Filipo que venga a ver eso, y lo único que se me ocurrió decirle fue: “Mire Filipo, esto se parece a la vida del cielo”. Me parecía ver lo que vio Don Bosco, aunque en menor escala… pero con el agregado de verlo en una misión en África. Filipo asintió sin ser forzado, y me dijo que en verdad eso era lo que se viviría en el cielo, alegría. Ver este “sueño” me impactó, y me arrancó lágrimas… esta vez sí, ni me resistí. Era perfecto. Y bello. Un recreo animado es uno de los espectáculos más hermosos que se pueden ver.
Y todo esto, a pesar de mil defectos y faltas, que Dios cubre con su misericordia, y oculta bajo su poderosa obra, perfecta y bella.
¡Firmes en la brecha!
P. Diego Cano, IVE.
Y todo esto, a pesar de mil defectos y faltas, que Dios cubre con su misericordia, y oculta bajo su poderosa obra, perfecta y bella.
¡Firmes en la brecha!
P. Diego Cano, IVE.
sábado, 18 de julio de 2015
El libro “las verdades robadas” del P. Miguel Fuentes en albanés
misionesIVE julio 16, 2015 Albania
Con gran alegría queremos contarles que el 25 de junio de 2015 fue presentado el libro de “Las verdades robadas” del P. Miguel Fuentes, traducido en lengua albanesa.
Para esta publicación los miembros de nuestra Familia Religiosa en Albania contaron con el apoyo de los sacerdotes Jesuitas, quienes poseen la Editorial Yllber, los cuales patrocinaron la publicación y también colaboraron con la traducción.
Para la presentación del libro los Sacerdotes Salesianos nos ofrecieron el centro de Don Bosco en Tirana. En ella participaron muchos religiosos de distintas congregaciones.
Damos gracias a Dios por este nuevo apostolado intelectual que se abre en Albania y desde ya, por las gracias y bienes que se desprenderán del mismo.
Hermana Ma. Letnice, SSVM misionera en Albania
lunes, 13 de julio de 2015
Pensamientos misioneros
Posted on julio 10, 2015
Ushetu, 7 de julio de 2015.
Me gustaría charlar con ustedes un pensamiento que me parece bien misionero. Es decir, no es algo propio, sino que es algo que me imagino que todo misionero debe pensar en algún momento.
Los otros días, al mirar la extensión de nuestra parroquia, de nuestra misión, y verme sólo ante tanto trabajo y responsabilidad, pensaba en todas esas almas que no conocen a Cristo. Pensaba en todas las almas de los paganos que viven en mi parroquia, y que en muchas de esas aldeas tan lejanas, solo puedo celebrar misa una o dos veces al año.Pensaba en lo extraño que me ven cuando llego a algunos de esos poblados, tanto que me saludan en inglés y hacen alguna broma, algunos piensan que somos de alguna compañía de tabaco, o algo así. Y yo por dentro pienso en que son almas de mi parroquia. Pienso especialmente en esas personas que veo tantas veces en ambientes viciados, tomando alcohol, en lugares que todo el mundo conoce como malos. Y me da mucha pena por ellos, y sobre todo que pienso que son almas que están bajo mi cuidado y oración, y también incluidos en mi penitencia y sacrificio por ellos. Aun cuando se burlen de nosotros, y nos insulten o desprecien. Son almas de nuestra misión. Y eso oprime el corazón del misionero, oprime el corazón sacerdotal, porque sencillamente no se puede pasar por esos lugares sin sentir dolor y algo de tristeza.
Ushetu, 7 de julio de 2015.
Me gustaría charlar con ustedes un pensamiento que me parece bien misionero. Es decir, no es algo propio, sino que es algo que me imagino que todo misionero debe pensar en algún momento.
Los otros días, al mirar la extensión de nuestra parroquia, de nuestra misión, y verme sólo ante tanto trabajo y responsabilidad, pensaba en todas esas almas que no conocen a Cristo. Pensaba en todas las almas de los paganos que viven en mi parroquia, y que en muchas de esas aldeas tan lejanas, solo puedo celebrar misa una o dos veces al año.Pensaba en lo extraño que me ven cuando llego a algunos de esos poblados, tanto que me saludan en inglés y hacen alguna broma, algunos piensan que somos de alguna compañía de tabaco, o algo así. Y yo por dentro pienso en que son almas de mi parroquia. Pienso especialmente en esas personas que veo tantas veces en ambientes viciados, tomando alcohol, en lugares que todo el mundo conoce como malos. Y me da mucha pena por ellos, y sobre todo que pienso que son almas que están bajo mi cuidado y oración, y también incluidos en mi penitencia y sacrificio por ellos. Aun cuando se burlen de nosotros, y nos insulten o desprecien. Son almas de nuestra misión. Y eso oprime el corazón del misionero, oprime el corazón sacerdotal, porque sencillamente no se puede pasar por esos lugares sin sentir dolor y algo de tristeza.
Pero hoy pude ver otro aspecto de este pensamiento. Estamos en los últimos preparativos para las confirmaciones, que serán en cinco días, el domingo 12 de julio. Por ese motivo dispuse ir a confesarlos durante la semana, porque al estar solo en la parroquia por este tiempo, sería imposible para mí confesar a los más de 200 confirmandos el mismo día. Se nos ocurrió con el catequista, ir juntos a cada lugar, y así él les tomaba un examen, y luego yo los confesaba. Dispusimos el cronograma, y en esta semana visito un centro cada día, donde se reúnen las aldeas que pertenecen a cada centro. Y algunos días, como ha sido hoy, visito dos centros, porque sino no alcanzo a visitarlos a todos. Ayer visitamos Nyamilangano, hoy fuimos a Uyogo y Nyaza, mañana iremos a Kangeme, y así seguiremos los días siguientes hasta el viernes.
Hoy fue realmente agotador, y aprovecho para agradecer a Dios que puso ante mí esta mañana, en el momento de adoración antes de la misa estas palabras del padre Carrascal: “las misiones son puestos de vanguardia; mal se puede exigir o esperar las comodidades de la retaguardia. El trabajo misionero no podrá prescindir de largas y laboriosas marchas, de mal comer y de incómodo dormir. A todos nos gustan las cosas a su hora y en su punto; pero al que no esté dispuesto a hacer numerosas excepciones en esto, persuádase que no debe venir a misiones”. La verdad que fue realmente providencial, ya que con algún temor me animo a decir que el día de hoy fue muy cansador. Y digo que con cierto temor lo cuento, porque no es cuestión de “mandarse la parte”. Pero por otro sé que no cuanto nada nuevo, para los que entienden lo que conlleva la vida en las misiones. Y es más, como mi propósito es que esto les sirva a los que se preparan para ser misioneros, prefiero sacrificar totalmente los méritos, en bien de los futuros misioneros.
Resumiendo, les cuento que hoy hicimos 75 km de viaje en motocicleta por camino de tierra, en muchas partes sólo un sendero, y varios kilómetros por un camino que comenzaron a arreglar, y lo dejaron a medias, lo que significaba andar a duras penas, en medio de guadales de mucho polvo. El catequista era el que conducía y hacía esfuerzos todo el tiempo para mantener el rumbo en esos tramos. Y si sumamos a esto el calor y el polvo de plena época de sequía, espero poder darles un panorama más cercano. En algunas ocasiones la motocicleta quedó atascada en el polvo. Terminando el viaje, puedo decir que estaba bien cansado y dolorido, por la falta de costumbre de moverme en motocicleta en situaciones semejantes.
Pero lo que pude experimentar fue el poder visitar esas aldeas, y estar con las almas de niños y adultos que se han preparado para recibir la confirmación, y la mayoría de ellos (casi me animo a decir todos ellos), se han preparado con mucho esfuerzo. Vienen de lejos, muchos hacen más de una o dos horas caminando, traen su comida para quedarse todo el día, esperar el examen y al padre. He podido gozar de confesarlos tranquilo y conversar con cada uno de ellos. He tratado de darles consejos bien paternales, de prepararse bien para esto, de que recen mucho esta semana, y hagan grandes propósitos para adelante. He podido ver la alegría de todos ellos cuando nos despedíamos, estaban reunidos en grupos compartiendo la comida, sentados en el suelo con una olla en el medio, agitaban sus manos y mostraban una sonrisa contagiosa.
Hoy al llegar a la última aldea, la más lejana, nos estaban esperando todos en la iglesia. Llegamos tarde, por el viaje y el trabajo en la aldea anterior. Allí estaban, y no sólo esperaron el examen y las confesiones, sino que suplicaron tener misa, porque el padre no va muy seguido por esos lados. Yo había llevado un pequeño bolso con las cosas de misa por las dudas, así que luego de confesarlos a todos los confirmandos y a muchos fieles mas, comenzamos la misa donde comulgaron casi todos. En una capillita muy chica, con techo de paja, piso desparejo de tierra, paredes y bancos de adobe, y adornos de trozos de tela colgando de los palos del techo. Gran atención a todo, y sobre todo al sermón, que digo con numerosos errores de swahili.
Al dejar atrás esas aldeas, en medio de los saltos y corcoveos de la motocicleta, pensaba que dejaba atrás un hermoso grupo de almas llenas de gracia, bien blancas, que brillan en medio de la oscuridad. Y en cada aldea en estos días, me ha venido a la mente la misma imagen.
Y pienso que es como el claro oscuro del cuadro de una misión… por un lado, el trabajo por hacer, las almas a las que todavía no llegamos, los que están lejos de Dios, el ambiente pagano. Pero por otro lado están las luces de las almas que hemos podido preparar para los sacramentos, que se han confesado, que desean hacer una familia cristiana, en medio de un ambiente adverso. Y eso, es uno de los grandes consuelos de los misioneros. Ver esas almas puras, nos confirma la acción de Dios en estos lugares tan apartados… es como ver un milagro.
Los dejo con estos pensamientos, y yo me voy a descansar…, en estos pensamientos. Porque mañana, hay que ir a Kangeme, y pasado a…
¡Firmes en la brecha!
P. Diego Cano, IVE.
Los dejo con estos pensamientos, y yo me voy a descansar…, en estos pensamientos. Porque mañana, hay que ir a Kangeme, y pasado a…
¡Firmes en la brecha!
P. Diego Cano, IVE.
domingo, 12 de julio de 2015
¡Alepo está sedienta!
Cuando llega el agua, todos corren a llenar sus botellones. Ella se sienta a llorar… porque no puede levantarlos.
¡Alepo está sedienta!
¡Alepo está sedienta!
sábado, 11 de julio de 2015
CONVIVENCIA “OLÍMPICA”
misionesIVE julio 7, 2015 Rusia
Instituto “Servidoras del Señor y de la Virgen de Matará”
Provincia «Nuestra Señora de Kazán” – Rusia
CONVIVENCIA “OLÍMPICA”
Hermanas de la Provincia
“Nuestra Señora de Kazán”
Año 2015
Queremos compartir nuestras experiencias en esta convivencia 2015, la cual se llevó acabo desde el 18 de mayo hasta el 2 de junio en Sochi – Rusia.
Sochi es una ciudad de Rusia ubicada en el sur del país. Se sitúa entre las montañas nevadas del Cáucaso y el Mar Negro. Elegimos esta ciudad para realizar la convivencia por el clima benigno y más templado que en nuestros lugares de misión. Aunque la distancia que nos separa de esta ciudad es mucha, (desde Jabarovsk hay 9292 km. de distancia, desde Omsk 3621 km., desde Ulianovsk 1885 km.). Las diferentes comunidades tuvimos que movilizarnos unas en avión y en tren, otras en auto y tren. Las comunidades de Kazán, Ulianovsk y Omsk pudimos reunirnos en Ulianovsk para viajar juntas en tren hacia el lugar señalado (el viaje en tren fue de dos días), en el cual entre anécdotas de apostolado, el tiempo pasó muy rápido.
Estuvimos hospedadas en la Parroquia de los Apóstoles Simón y Tadeo, donde los religiosos del lugar nos hicieron sentir como en casa. Una vez más comprobamos la caridad de tantos religiosos que misionan en estas tierras. Para nuestra alegría el tiempo estaba bueno y la playa a solo media hora caminando.
En esta convivencia nos acompañó el P. Eugenio Kondratenko, IVE, a quien le agradecemos su asistencia y buen espíritu.
Durante nuestra estadía pudimos realizar algunas actividades formativas, como el Conviviumen honor a la Santísima Virgen, el 24 de mayo, memoria de María Auxiliadora. Las hermanas presentaron distintos números, entre ellos cantos a la Virgen, poesías, interesantes preguntas acerca de dogmas marianos. Estuvieron presentes también las hermanas que trabajan en la parroquia, quienes nos agradecieron la invitación.
Pudimos visitar diferentes lugares: El Jardín Botánico– Dendrarium, donde apreciamos diferentes especies de árboles de distintos lugares del planeta, ambientados hermosamente con objetos típicos de los respectivos países, plantas y algunos animales en el pequeño zoológico que se encuentra en el predio.
El Delfinario: el cual nos gustó mucho por la habilidad y ternura de los delfines. Apreciamos dos especies, el delfín común que todos conocen y el delfín polar que es blanco y más grande. Este mismo día, visitamos el Acuario donde encontramos diversas variedades de peces desde pequeños dorados hasta tiburones.
Parque Olimpico – Adler: construido para los Juegos Olímpicos de Invierno, que se realizaron en el año 2014 en esta ciudad, colindante con Sochi, a una hora en tren eléctrico de la ciudad. En el territorio, se encuentran 11 estadios, para diversas disciplinas deportivas, y entre ellos el más grande, Estadio Olímpico Fisht, con capacidad para alojar a 40.000 personas. Fue un día de mucho calor, donde pudimos pasear por las orillas del Mar Negro antes de regresar a casa para refrescarnos.
Visitamos La Torre Akhun, lugar de observación de piedra caliza blanca de estilo románico. Tiene 30.5 m de altura y desde ella se obtiene un espléndido panorama de la costa. En los días despejados se puede ver las costas de Turquía.
Los días pasaron muy rápido, y en ellos reinó aquella alegría de los que tienen su confianza en el Señor. A pesar de que son pocas las veces en el año que podemos reunirnos, desde el primer día reinó un hermoso ambiente de hermandad.
Agradecemos a Dios por esta oportunidad que se nos brinda una vez más de poder reunirnos, no solo para rezar juntas, lo cual es ya una gracia inmensa, sino también para divertirnos sanamente en un espíritu y ambiente de caridad fraterna, ya que Él generosamente y por preocupación y diligencia de nuestros superiores, nos manda los medios necesarios para realizarlo.
En el Verbo Encarnado y su Santísima Madre,
Hermanas de la Provincia de Rusia.
viernes, 10 de julio de 2015
PRISIONERO EN FLORIDA…
misionesIVE julio 6, 2015 Estados Unidos
En la parroquia “Arcángel San Miguel” de Wauchula, diócesis de Venice, la misión incluye un apostolado que nunca había tenido la oportunidad de realizar y es la asistencia espiritual de unos pocos prisioneros. La cárcel está a unos 25 kms de la parroquia y allí voy todos los lunes a las 13.30hs. Es una prisión que tiene cerca de 1600 prisioneros, de distintos niveles, desde peligrosos criminales hasta los que están trabajando en el parque fuera de la prisión. Al llegar tengo que pasar por un control riguroso e inmediatamente por varias puertas súper herméticas, al mejor estilo “agente 86”… Por fin se llega a una capilla que es multiconfesional y ahí estoy con ellos una media hora. Casi siempre algunos piden confesión y el resto del tiempo converso un poco. Celebro la misa, que es la de domingo y luego conversamos nuevamente unos minutos y me voy. Asisten unos 40 prisioneros aproximadamente, con lo que la capilla queda cubierta dos tercia partes. Dicho sea de paso, aquí en Florida hace mucho calor y es muy húmedo, pero obviamente ellos están en una prisión, por lo que no tienen aire acondicionado, excepto en la capilla, donde por lo tanto aprovechan a estar el mayor tiempo posible. Gran parte de estos hombres son estadounidenses e hispanos son alrededor de 10.
¿Qué se puede destacar de esta prisión? Entiendo que varias realidades son sorprendentes, al menos para mí. Igualmente ahora solo menciono unos pocos aspectos que estimo son suficientes. Por supuesto, sabemos que están en prisión por algún delito o crimen, como ellos mismos dicen en las preces de la misa cuando piden por las víctimas de sus crímenes. Crímenes que por cierto desconozco, pues es algo de lo que no se habla ni se pregunta. Como sea, eso no impide que hayan tenido grandes circunstancias antes de esa desdicha o que luego en la cárcel la gracia de Dios haya hecho su trabajo o ambas cosas.
Entre los estadounidenses, hay algunos que merecen una mención especial en esta crónica. Uno de ellos, ha estudiado la biblia durante años y ha participado de cursos prolongados. No sé qué tan buenos, pero sí sé que es un hombre que conoce la Sagradas Escrituras y las sigue leyendo. Me comentó que durante uno de sus cursos, tuvo la oportunidad de saludar y darle la mano a Mons. Fulton Sheen cuando éste vino a Tampa, una importante ciudad en Florida; y que lo seguía habitualmente en sus programas y leía sus libros, por lo que le tiene gran devoción y lo considera realmente un hombre de Dios.
Otro me ha comentado que ha leído parte de las obras de Garrigou Lagrange, diversos libros de Chesterton y varios más de los cuales “no hice una lista”. Actualmente estaba releyendo “Los novios” de Alessandro Manzoni, libro que conocía desde su juventud.
Un hombre para destacar es el sacristán, verdaderamente muy bueno y se ve que tiene una seria vida espiritual. Además se percibe cierto liderazgo y autoridad moral respecto a los demás. Antes de ingresar a la prisión estuvo involucrado en el satanismo y su esposa era una “witch” (bruja). En la prisión se convirtió al catolicismo y hace 15 años que es terciario carmelita. Me ha compartido varias revistas y folletos de la Orden Carmelita y como en una ocasión estábamos hablando de lectura de libros espirituales, me facilitó dos hojas que contienen una enumeración de todos los libros que ha leído para profundizar más la mística espiritualidad carmelitana. Naturalmente están incluido San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Ávila, Santa Teresita de Lisieux, Santa Edith Stein y diferentes autores modernos que sinceramente desconozco.
Entre ellos hay también un organista, gracias al cual la celebración de la misa tiene una solemnidad que sin él sería imposible. Por lo menos en una misa, cantaron el Kyrie, Gloria y Sanctus de la Misa de Angelis… ¿qué tal? Salvo en esa fiesta, en general los cantos no son muy variados, pero lo importante es que todos hacen el intento de cantar y el órgano “acomoda” esos intentos… Y cuando el salmo lo entona un moreno, tiene el verdadero tono de un “negro-spiritual”. Como verán, la celebración tiene un toque inesperado para ser una cárcel. A propósito de la música, hace una semana supe que una vez al año aproximadamente, tiene algo así como un “melodium”, que está abierto a los voluntarios. Tal vez pueda participar en el próximo.
Otro, un converso al catolicismo, que recibió la confirmación este año cuando fue el Obispo a celebrar la misa, está participando de un curso intenso de Sagradas Escrituras y de hecho ya ha rendido varios exámenes. Si no entendí mal, lo terminará en breve y eso lo capacitará para “predicar”. No sé bien a qué se refiere, pero lo valioso es que él está entusiasmado conociendo más la Biblia y eso es meritorio.
¿Se hace penitencia en la cárcel? La cárcel, más allá de que sea justa para los criminales, ya es una gran penitencia. De todos modos, uno hispano me dio a conocer que estaba haciendo tres días de ayuno por su familia y por su pronta liberación. ¡Tres días de ayuno! Solo tomando agua, sin comer nada ¡Y en la cárcel! Creo que no tiene sentido hacer comentarios, el hecho en sí mismo nos puede decir mucho.
Para mi aniversario sacerdotal y cumpleaños, me regalaron una tarjeta con la firma de cada uno de ellos y algunas frases. Uno de los hispanos me preguntó “¿cuántos años tienes de sacerdote?” Le respondí que 13. Y entonces dijo “los mismos que yo aquí en la cárcel”. Claro que no supe qué decir ante esa acotación. Este mismo hombre, está ahora por tres meses en lo que ellos llaman “la caja”, que es el calabozo, a donde son enviados evidentemente por mala conducta. Los mismos presos cuando me lo contaban, se lamentaban por el calor que debe estar sufriendo.
Última anécdota. Un centroamericano de 52 años, que siempre acolita en la misa y me da muy buena impresión, un día me pidió disculpa por llegar un poco tarde. Me explicó que como tiene una dieta, le dan la comida más tarde y por eso se le superponen un poco los horarios con la misa. Le pregunté entonces qué tal es la comida. La respuesta fue muy clara y lo dijo con mucha calma y serenidad “En la calle se come mucho mejor, pero de hambre aquí uno no se va a morir… antes se va a morir de tristeza”. La soledad que ellos experimentan es un tanto indescriptible. Recurro a Llorente, porque sinceramente lo relacioné. Es cierto que él vivió la soledad y una soledad extremísima y supo aprovecharse de esa soledad, por lo que podríamos considerarlo un “profesional de la soledad”. “Si no hubiera sido por la soledad, yo no hubiera resistido aquello… En la soledad he encontrado al Señor. Al Señor no se le encuentra fácilmente…”[1]. Pero también él da a entender que no es una prueba fácil y por lo mismo, no es para cualquiera. En el libro “A orillas del Kusko” escribe que “Por las tardes daba yo un paseíto por el aeródromo extasiado ante el panorama de crestas montañosas cubiertas de nieve por entre las cuales culebrea el Kusko que aquí no es muy caudaloso que digamos. Los paseos son aptos para rezar rosarios y reconcentrarse; aunque a veces se hastía uno de soledad y sueña con compañeros que aquí son un sueño”. Por supuesto que tanto la situación de estos prisioneros como la del gran Llorente encuentran solución solo en Aquel que puede darla. “De los 22 años que llevo en Alaska, he pasado 14 completamente solo. Se necesita mucha gracia de Dios para no estropearse uno espiritualmente en medio de tanta falta de espíritu como le rodea a uno día y noche, año tras año…” Dicho de otra manera, ¿quién va a dudar de que Jesús también está en la prisión consolando esas soledades y esas separaciones tan dolorosas de sus seres queridos? Pero convengamos que no es una prueba fácil.
En fin, señalo estos ejemplos porque en el ambiente de una prisión, indudablemente resaltan marcadamente. La cárcel, además de lo que sabemos, es un lugar donde también reina la violencia, droga (más abundantemente de lo que uno puede imaginar), promiscuidad, etc. Y ellos perseveran en el intento de ser fieles a Jesús, lo cual como se darán cuenta, es muy laudable. Hace un par de meses, al final de la misa, les pedí que por favor recen para que en nuestra parroquia logremos comenzar con la Adoración al Santísimo Sacramento. Desde entonces, siempre alguno de ellos me comenta que reza todos los días por esa intención. Y así se lo hice saber también a los feligreses, porque es ciertamente estimulante y ejemplar.
Dios nos de la gracia de entender nuestra vida solo con criterios sobrenaturales y valernos de los ejemplos de fe que la Providencia pone en nuestros caminos.
P. Fabio Schilereff
[1] Visita a las carmelitas descalzas del Cerro de los Ángeles, Getafe, Madrid (enero 1964).
En la parroquia “Arcángel San Miguel” de Wauchula, diócesis de Venice, la misión incluye un apostolado que nunca había tenido la oportunidad de realizar y es la asistencia espiritual de unos pocos prisioneros. La cárcel está a unos 25 kms de la parroquia y allí voy todos los lunes a las 13.30hs. Es una prisión que tiene cerca de 1600 prisioneros, de distintos niveles, desde peligrosos criminales hasta los que están trabajando en el parque fuera de la prisión. Al llegar tengo que pasar por un control riguroso e inmediatamente por varias puertas súper herméticas, al mejor estilo “agente 86”… Por fin se llega a una capilla que es multiconfesional y ahí estoy con ellos una media hora. Casi siempre algunos piden confesión y el resto del tiempo converso un poco. Celebro la misa, que es la de domingo y luego conversamos nuevamente unos minutos y me voy. Asisten unos 40 prisioneros aproximadamente, con lo que la capilla queda cubierta dos tercia partes. Dicho sea de paso, aquí en Florida hace mucho calor y es muy húmedo, pero obviamente ellos están en una prisión, por lo que no tienen aire acondicionado, excepto en la capilla, donde por lo tanto aprovechan a estar el mayor tiempo posible. Gran parte de estos hombres son estadounidenses e hispanos son alrededor de 10.
¿Qué se puede destacar de esta prisión? Entiendo que varias realidades son sorprendentes, al menos para mí. Igualmente ahora solo menciono unos pocos aspectos que estimo son suficientes. Por supuesto, sabemos que están en prisión por algún delito o crimen, como ellos mismos dicen en las preces de la misa cuando piden por las víctimas de sus crímenes. Crímenes que por cierto desconozco, pues es algo de lo que no se habla ni se pregunta. Como sea, eso no impide que hayan tenido grandes circunstancias antes de esa desdicha o que luego en la cárcel la gracia de Dios haya hecho su trabajo o ambas cosas.
Entre los estadounidenses, hay algunos que merecen una mención especial en esta crónica. Uno de ellos, ha estudiado la biblia durante años y ha participado de cursos prolongados. No sé qué tan buenos, pero sí sé que es un hombre que conoce la Sagradas Escrituras y las sigue leyendo. Me comentó que durante uno de sus cursos, tuvo la oportunidad de saludar y darle la mano a Mons. Fulton Sheen cuando éste vino a Tampa, una importante ciudad en Florida; y que lo seguía habitualmente en sus programas y leía sus libros, por lo que le tiene gran devoción y lo considera realmente un hombre de Dios.
Otro me ha comentado que ha leído parte de las obras de Garrigou Lagrange, diversos libros de Chesterton y varios más de los cuales “no hice una lista”. Actualmente estaba releyendo “Los novios” de Alessandro Manzoni, libro que conocía desde su juventud.
Un hombre para destacar es el sacristán, verdaderamente muy bueno y se ve que tiene una seria vida espiritual. Además se percibe cierto liderazgo y autoridad moral respecto a los demás. Antes de ingresar a la prisión estuvo involucrado en el satanismo y su esposa era una “witch” (bruja). En la prisión se convirtió al catolicismo y hace 15 años que es terciario carmelita. Me ha compartido varias revistas y folletos de la Orden Carmelita y como en una ocasión estábamos hablando de lectura de libros espirituales, me facilitó dos hojas que contienen una enumeración de todos los libros que ha leído para profundizar más la mística espiritualidad carmelitana. Naturalmente están incluido San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Ávila, Santa Teresita de Lisieux, Santa Edith Stein y diferentes autores modernos que sinceramente desconozco.
Entre ellos hay también un organista, gracias al cual la celebración de la misa tiene una solemnidad que sin él sería imposible. Por lo menos en una misa, cantaron el Kyrie, Gloria y Sanctus de la Misa de Angelis… ¿qué tal? Salvo en esa fiesta, en general los cantos no son muy variados, pero lo importante es que todos hacen el intento de cantar y el órgano “acomoda” esos intentos… Y cuando el salmo lo entona un moreno, tiene el verdadero tono de un “negro-spiritual”. Como verán, la celebración tiene un toque inesperado para ser una cárcel. A propósito de la música, hace una semana supe que una vez al año aproximadamente, tiene algo así como un “melodium”, que está abierto a los voluntarios. Tal vez pueda participar en el próximo.
Otro, un converso al catolicismo, que recibió la confirmación este año cuando fue el Obispo a celebrar la misa, está participando de un curso intenso de Sagradas Escrituras y de hecho ya ha rendido varios exámenes. Si no entendí mal, lo terminará en breve y eso lo capacitará para “predicar”. No sé bien a qué se refiere, pero lo valioso es que él está entusiasmado conociendo más la Biblia y eso es meritorio.
¿Se hace penitencia en la cárcel? La cárcel, más allá de que sea justa para los criminales, ya es una gran penitencia. De todos modos, uno hispano me dio a conocer que estaba haciendo tres días de ayuno por su familia y por su pronta liberación. ¡Tres días de ayuno! Solo tomando agua, sin comer nada ¡Y en la cárcel! Creo que no tiene sentido hacer comentarios, el hecho en sí mismo nos puede decir mucho.
Para mi aniversario sacerdotal y cumpleaños, me regalaron una tarjeta con la firma de cada uno de ellos y algunas frases. Uno de los hispanos me preguntó “¿cuántos años tienes de sacerdote?” Le respondí que 13. Y entonces dijo “los mismos que yo aquí en la cárcel”. Claro que no supe qué decir ante esa acotación. Este mismo hombre, está ahora por tres meses en lo que ellos llaman “la caja”, que es el calabozo, a donde son enviados evidentemente por mala conducta. Los mismos presos cuando me lo contaban, se lamentaban por el calor que debe estar sufriendo.
Última anécdota. Un centroamericano de 52 años, que siempre acolita en la misa y me da muy buena impresión, un día me pidió disculpa por llegar un poco tarde. Me explicó que como tiene una dieta, le dan la comida más tarde y por eso se le superponen un poco los horarios con la misa. Le pregunté entonces qué tal es la comida. La respuesta fue muy clara y lo dijo con mucha calma y serenidad “En la calle se come mucho mejor, pero de hambre aquí uno no se va a morir… antes se va a morir de tristeza”. La soledad que ellos experimentan es un tanto indescriptible. Recurro a Llorente, porque sinceramente lo relacioné. Es cierto que él vivió la soledad y una soledad extremísima y supo aprovecharse de esa soledad, por lo que podríamos considerarlo un “profesional de la soledad”. “Si no hubiera sido por la soledad, yo no hubiera resistido aquello… En la soledad he encontrado al Señor. Al Señor no se le encuentra fácilmente…”[1]. Pero también él da a entender que no es una prueba fácil y por lo mismo, no es para cualquiera. En el libro “A orillas del Kusko” escribe que “Por las tardes daba yo un paseíto por el aeródromo extasiado ante el panorama de crestas montañosas cubiertas de nieve por entre las cuales culebrea el Kusko que aquí no es muy caudaloso que digamos. Los paseos son aptos para rezar rosarios y reconcentrarse; aunque a veces se hastía uno de soledad y sueña con compañeros que aquí son un sueño”. Por supuesto que tanto la situación de estos prisioneros como la del gran Llorente encuentran solución solo en Aquel que puede darla. “De los 22 años que llevo en Alaska, he pasado 14 completamente solo. Se necesita mucha gracia de Dios para no estropearse uno espiritualmente en medio de tanta falta de espíritu como le rodea a uno día y noche, año tras año…” Dicho de otra manera, ¿quién va a dudar de que Jesús también está en la prisión consolando esas soledades y esas separaciones tan dolorosas de sus seres queridos? Pero convengamos que no es una prueba fácil.
En fin, señalo estos ejemplos porque en el ambiente de una prisión, indudablemente resaltan marcadamente. La cárcel, además de lo que sabemos, es un lugar donde también reina la violencia, droga (más abundantemente de lo que uno puede imaginar), promiscuidad, etc. Y ellos perseveran en el intento de ser fieles a Jesús, lo cual como se darán cuenta, es muy laudable. Hace un par de meses, al final de la misa, les pedí que por favor recen para que en nuestra parroquia logremos comenzar con la Adoración al Santísimo Sacramento. Desde entonces, siempre alguno de ellos me comenta que reza todos los días por esa intención. Y así se lo hice saber también a los feligreses, porque es ciertamente estimulante y ejemplar.
Dios nos de la gracia de entender nuestra vida solo con criterios sobrenaturales y valernos de los ejemplos de fe que la Providencia pone en nuestros caminos.
P. Fabio Schilereff
[1] Visita a las carmelitas descalzas del Cerro de los Ángeles, Getafe, Madrid (enero 1964).
jueves, 9 de julio de 2015
Oración por la Patria
Oh Dios, suscita en nuestro Pueblo un ánimo generoso y lúcido, que nos levante a todos de la abyección y nos coloque en el camino de la verdadera grandeza.
Te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor.
Amén.
Padre Leonardo Castellani.
"debemos proclamar como cristiano que la Bandera azul y blanca es santa, puede ser santa y debe ser para nosotros santa".
(P. Leonardo Castellani)
CANCIÓN DEL AMOR PATRIO.
De Paul Verlaine, traducción del Padre Leonardo Castellani
Amar la patria es el amor primero
y es el postrero amor después de Dios;
y si es crucificado y verdadero,
ya son un solo amor, ya no son dos.
Amar la patria hasta jugarse entero,
del puro patrio Bien Común en pos,
y afrontar marejada y viento fiero:
eso se inscribe al crédito de Dios.
Dios el que no se ve, Dios insondable;
de todo lo que es Bien, oscuro abismo,
sólo visible por oscura Fe.
No puede amar, por mucho que d'Él hable
del fondo de su, gélido egoísmo,
quien no es capaz de amar ni lo que ve.
Extraido de "Castellani por Castellani", Ed Jauja, 1999, pg 232. Digitalizado por León Hispano.
(P. Leonardo Castellani)
CANCIÓN DEL AMOR PATRIO.
De Paul Verlaine, traducción del Padre Leonardo Castellani
Amar la patria es el amor primero
y es el postrero amor después de Dios;
y si es crucificado y verdadero,
ya son un solo amor, ya no son dos.
Amar la patria hasta jugarse entero,
del puro patrio Bien Común en pos,
y afrontar marejada y viento fiero:
eso se inscribe al crédito de Dios.
Dios el que no se ve, Dios insondable;
de todo lo que es Bien, oscuro abismo,
sólo visible por oscura Fe.
No puede amar, por mucho que d'Él hable
del fondo de su, gélido egoísmo,
quien no es capaz de amar ni lo que ve.
Extraido de "Castellani por Castellani", Ed Jauja, 1999, pg 232. Digitalizado por León Hispano.
martes, 7 de julio de 2015
“Esto es mi Cuerpo, esta es mi sangre”
misionesIVE julio 4, 2015 Siria
Junto a la Iglesia Universal hemos celebrado con Solemnidad al Santísimo Sacramento
-Hemos dado gracias a Dios por el don excelso de la Eucaristía
-Por la institución realizada la noche del Jueves Santo
-Hemos dado gracias por el Cristo convertido en pan vivo, por el alimento que da la vida eterna
-Hemos dado gracias por este pan bajado del cielo, pues quien come de él no muere, sino que vive para siempre.
Después de la Santa Misa, una sencilla procesión interna recorriendo los conventos lindantes con la iglesia, donde se habían preparado los altares para las bendiciones eucarísticas. Desde hace años los fieles no pueden realizar aquí manifestaciones públicas de la fe, pero eso no ha impedido tributar honor y Adoración a la Santísima Eucaristía.
En medio de un soleado atardecer primaveral, el verdadero SOL de justicia, desde la hostia viva y blanca, impartió su bendición en estas tierras, marcadas ahora por el sufrimiento.
Y los fieles emocionados con sus plegarias y sus cantos a la Eucaristía deseaban acallar el sonido de disparos y estallidos que desde hace más de cuatro años invaden este pueblo.
Celebramos Corpus Christi en Alepo… y la oración esperanzada de los fieles aguarda el fruto ansiado de la paz, don que solo puede provenir de Dios.
Madre María de Nazaret
lunes, 6 de julio de 2015
La mision es emocionante
Posted on julio 5, 2015
Ushetu, Tanzania, 24 de Junio de 2015.
Me siento ante la computadora después de un largo tiempo sin escribir. Me cuesta un poco, sinceramente, sobre todo porque hay mucho para contar y no sé por dónde empezar. En primer lugar puedo decirles que mi razón para esta ausencia ha sido el que mi computadora dejó de funcionar, y se suma a esto la gran cantidad de actividades en la misión, que no me han permitido tratar de solucionar esos problemas, sobre todo poder tener tiempo para ir a la ciudad y ver algún técnico. En fin, y como sea, que aquí estamos, luego de un buen tiempo, pero con la obligación de escribir algo, porque no puedo guardarme para mí solo tantas gracias… y porque a diario me vienen ideas que desearía contar. No voy a comenzar de atrás para adelante, y la razón es que deseo escribir sobre lo que he podido vivir hoy, y escribirlo justamente cuando están frescos los hechos. Trataré de resumirles la situación. He tenido la gracia de poder recibir dos voluntarios, seminaristas diocesanos de Estados Unidos que estudian en el Colegio Americano en Roma. Están de vacaciones y se han ofrecido para hacer un voluntariado en esta misión.
Ushetu, Tanzania, 24 de Junio de 2015.
Me siento ante la computadora después de un largo tiempo sin escribir. Me cuesta un poco, sinceramente, sobre todo porque hay mucho para contar y no sé por dónde empezar. En primer lugar puedo decirles que mi razón para esta ausencia ha sido el que mi computadora dejó de funcionar, y se suma a esto la gran cantidad de actividades en la misión, que no me han permitido tratar de solucionar esos problemas, sobre todo poder tener tiempo para ir a la ciudad y ver algún técnico. En fin, y como sea, que aquí estamos, luego de un buen tiempo, pero con la obligación de escribir algo, porque no puedo guardarme para mí solo tantas gracias… y porque a diario me vienen ideas que desearía contar. No voy a comenzar de atrás para adelante, y la razón es que deseo escribir sobre lo que he podido vivir hoy, y escribirlo justamente cuando están frescos los hechos. Trataré de resumirles la situación. He tenido la gracia de poder recibir dos voluntarios, seminaristas diocesanos de Estados Unidos que estudian en el Colegio Americano en Roma. Están de vacaciones y se han ofrecido para hacer un voluntariado en esta misión.
Vince y Colin han llegado hace dos días, ayer llegamos a Ushetu. Junto a ellos llegaron también dos jóvenes tanzaneses misioneros laicos. Son jóvenes que se forman con los sacerdotes mejicanos de los que ya les he hablado, en la parroquia de Mwanangi. Ellos reciben seis meses de formación, y luego hacen un año de misión en algún lugar, con voto de castidad por un año. Luego de esa experiencia, deciden si desean seguir con su vida laical, siendo misioneros, casándose y teniendo una familia… o si desean ingresar a la vida religiosa en la congregación de los padres.
Nosotros recibimos a dos de ellos, Benedict y Michael, que vienen para quedarse en nuestra parroquia por un tiempo. Ellos vivirán en una aldea, que está muy necesitada y es a la vez muy grande. Hoy fuimos junto con los seminaristas y algunos más, a llevar a estos jóvenes a la aldea de Kangeme, donde van a vivir en la casa del sacerdote. Esa pequeña casa en realidad es una construcción con dos ambientes, uno de ellos es dormitorio, y el otro es comedor, sala de estar, etc. Esa aldea queda a una hora de viaje, a 21 km del centro de la misión. Allí tenemos dos catequistas, pero realmente éstos jóvenes nos ayudarán mucho con la formación, el apostolado, el trabajo con los otros jóvenes, los cursos de Biblia, y cuanto se pueda imaginar y hacer. En la aldea los esperaban con mucha expectativa, y hasta habían estado construyendo una cocina, que en realidad es una mínima habitación cubierta y rodeada de chapas, a cinco metros de la casa, como se acostumbra aquí, ya que se cocina a leña o con carbón.
Además, en esta semana, en todos los centros de la parroquia están de campamento de catequesis, es decir que todos los niños de las aldeas que pertenecen a un centro se reúnen toda la semana para tener más clases de catecismo aprovechando las vacaciones escolares y el tiempo de sequía que no permite mucho trabajo en el campo. Es así que allá nos esperaban más de cien niños, además de todos los fieles que deseaban recibir a estos misioneros laicos. Entonces con este prólogo puedo escribir lo que fue mi experiencia hoy. Al llegar a la capilla, vimos una multitud de niños adelante agitando ramas de árboles, cantando y saltando… con una alegría enorme. La gente grande también estaba, el coro, los diversos grupos, los líderes, los catequistas. Una señal de sorpresa sobre todo en los seminaristas americanos, y gran alegría. En mi caso me produjo mucha emoción, si bien ya he visto esto en varias ocasiones, no sé porqué me emocioné. No podía hablar, se me venían oleadas de lágrimas que reprimí otras tantas veces. Luego de llegar, los saludos, los niños frente a nosotros, la gente grande, los tradicionales “karibu, karibu” (bienvenido). Luego entraron todos los niños a la iglesia y siguieron con las clases de catecismo. El catequista hacía preguntas que todos respondían al unísono. Y otra vez, al entrar en la iglesia, no sé porqué me embargó la emoción mientras caminaba al altar para revestirme. Me revestí mientras expliqué brevemente los ornamentos a los chicos, y me fui a confesar. Ellos seguían con un muy animado catequista, y muy metidos respondiendo todos juntos.
Al final de la misa recibieron oficialmente a los visitantes, y desde la iglesia fuimos todos en procesión hasta la casa, para bendecirla. Luego de la bendición final, largamos los tradicionales cantos, y sobre todo el famoso de “pisoteemos al Diablo… molamos al Diablo bajo nuestros pies…” que en ocasiones como esta suena tan lindo. Al terminar este ejercicio… repartimos caramelos a los niños, que después de recibir cada uno el suyo, se vino la tradicional “tirada de caramelos al aire”, esta vez a cargo de uno de los seminaristas, gozando de esa alegría tan pura y sana de los chicos. En algún momento Colin sufrió ese apretujamiento de una avalancha de niños dispuestos a dar todo por un caramelo.
Al final de la misa recibieron oficialmente a los visitantes, y desde la iglesia fuimos todos en procesión hasta la casa, para bendecirla. Luego de la bendición final, largamos los tradicionales cantos, y sobre todo el famoso de “pisoteemos al Diablo… molamos al Diablo bajo nuestros pies…” que en ocasiones como esta suena tan lindo. Al terminar este ejercicio… repartimos caramelos a los niños, que después de recibir cada uno el suyo, se vino la tradicional “tirada de caramelos al aire”, esta vez a cargo de uno de los seminaristas, gozando de esa alegría tan pura y sana de los chicos. En algún momento Colin sufrió ese apretujamiento de una avalancha de niños dispuestos a dar todo por un caramelo.
Luego de la comida fuimos a visitar a dos enfermos, que también dejó lo suyo. Finalmente nos despedimos de Benedict y Michael y regresamos a Ushetu bastante cansados.
Por la tarde ante el Santísimo traté de preguntarme el porqué de esos momentos de emoción, que tuve que evitar manifestar exteriormente. Y me pareció ver que la respuesta estaba en el contemplar algo tan bello, algo que pocos pueden percibir, y que por gracia de Dios he podido vivir. Me di cuenta que la belleza de las obras de Dios se veía en ese grupo de niños agitando sus ramos en frente a nosotros. Me parecía perfecto todo… poder percibir la perfección de la fe católica, el bien que hace a las almas y a la sociedad. Ver ese grupo de gente feliz y alegre en un lugar tan apartado. Ver esos rostros felices me emocionó. Escuchar el catecismo en swahili vociferado por más de cien niños me emocionó. El poder vivirlo me emocionó. Me impactó como otras tantas veces ver la alegría por las cosas simples en conciencias puras. Me alegré de ver como “pisoteábamos al diablo” en un baile tan sencillo como alegre y real, allí bajo el sol africano, a más de 35 grados de calor a las dos de la tarde… levantando polvo con nuestros “pisotones”. Me emocionó poder visitar a Vincent, enfermo de Sida, y administrarle los sacramentos en una habitación pequeña donde él estaba recostado en el suelo de tierra sobre unos almohadones de un sillón, en medio de bolsas de maíz y sin lugar para más de dos personas… me emocionó ver el consuelo de las palabras del sacerdote que hasta arrancaban sonrisas en un cuerpo dolorido. Me emocionó ver lo perfecto de la obra de Dios en sus misterios, al visitar a Felicitas, esa anciana con cáncer que pedía disculpas porque no nos veía, y nos extendía sus delgadísimos brazos para decirnos una y mil veces “bienvenidos” y “muchas gracias”. Alegre hasta el punto de hacernos reír, y con una devoción que pocas veces he visto por estos lados, cuando recibió la comunión y se recogió de una manera increíble cerrando los ojos y cruzando los brazos sobre su pecho, mientras estábamos todos rezando, varios adultos y muchos niños… en el patio de tierra, bajo un techado de chapas, donde está su cama al aire libre.
Por la tarde ante el Santísimo traté de preguntarme el porqué de esos momentos de emoción, que tuve que evitar manifestar exteriormente. Y me pareció ver que la respuesta estaba en el contemplar algo tan bello, algo que pocos pueden percibir, y que por gracia de Dios he podido vivir. Me di cuenta que la belleza de las obras de Dios se veía en ese grupo de niños agitando sus ramos en frente a nosotros. Me parecía perfecto todo… poder percibir la perfección de la fe católica, el bien que hace a las almas y a la sociedad. Ver ese grupo de gente feliz y alegre en un lugar tan apartado. Ver esos rostros felices me emocionó. Escuchar el catecismo en swahili vociferado por más de cien niños me emocionó. El poder vivirlo me emocionó. Me impactó como otras tantas veces ver la alegría por las cosas simples en conciencias puras. Me alegré de ver como “pisoteábamos al diablo” en un baile tan sencillo como alegre y real, allí bajo el sol africano, a más de 35 grados de calor a las dos de la tarde… levantando polvo con nuestros “pisotones”. Me emocionó poder visitar a Vincent, enfermo de Sida, y administrarle los sacramentos en una habitación pequeña donde él estaba recostado en el suelo de tierra sobre unos almohadones de un sillón, en medio de bolsas de maíz y sin lugar para más de dos personas… me emocionó ver el consuelo de las palabras del sacerdote que hasta arrancaban sonrisas en un cuerpo dolorido. Me emocionó ver lo perfecto de la obra de Dios en sus misterios, al visitar a Felicitas, esa anciana con cáncer que pedía disculpas porque no nos veía, y nos extendía sus delgadísimos brazos para decirnos una y mil veces “bienvenidos” y “muchas gracias”. Alegre hasta el punto de hacernos reír, y con una devoción que pocas veces he visto por estos lados, cuando recibió la comunión y se recogió de una manera increíble cerrando los ojos y cruzando los brazos sobre su pecho, mientras estábamos todos rezando, varios adultos y muchos niños… en el patio de tierra, bajo un techado de chapas, donde está su cama al aire libre.
Al estar hoy frente al Sagrario de mi iglesia, ya no evité emocionarme, y solo traté de revivir con la mente esos momentos, y tratar de reflexionar “porqué me había emocionado”… y parecía escuchar por toda respuesta esto: “porque todo lo que vivimos en este día era perfecto”… Pude percibir como a la distancia y ver en un espejo la perfección de la obra de Dios. Y ver que a pesar de nuestros pecados y los de tantos, la obra de Dios es perfectísima. Ver lo bello de la obra misionera. Y de lo que podemos ser parte nosotros, por elección de Dios… es emocionante.
¡Firmes en la brecha!
P. Diego Cano, IVE.
¡Firmes en la brecha!
P. Diego Cano, IVE.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)