Queridos todos:
Esto no es una crónica propiamente dicha sino un rejunte de testimonios acerca del apostolado que se está haciendo en el “mundo del rugby”, gracias a la presencia en el mismo del club Juventud Frassati de San Rafael (Mendoza)… testimonios de religiosos y laicos respecto a diversos aspectos de este apostolado… y algunas fotos.
*En las fotos verán al equipo con remera verde (primeras fotos)…pero actualmente la casaca es celeste y negra (la definitiva y oficial)
TESTIMONIO DEL CAPELLÁN DEL CLUB
Sobre la participación en un "Campeonato de Seven"
El domingo 1/diciembre/2013 fuimos con el equipo de Juventud Frassati a jugar un “seven” al club Teqüé (en Mendoza).
Llegamos a la final de la copa de Oro… que perdimos 15-7. Igual estuvo muy bueno haber llegado a esa instancia (Perdimos el primer partido, ganamos 4 partidos y luego perdimos la final…)
Personalmente, como sacerdote, para mí fue de muchísimo fruto… enumero cosas que pasaron: en el acto inicial me pidieron que pasara a decir algunas palabras y hacer una oración… me tuvieron que llamar porque no me ubicaban (ya estaba cambiado para el partido, con la casaca celeste y negra de Frassati)… aproveché e hicimos un responso por un chico de 17 años que había fallecido el fin de semana anterior (por lo cual se había pospuesto el encuentro)… y bendije una copa nuevita, que se empieza a dar de desde este año al encuentro de veteranos. Mucha gente se acercó a agradecerme por estar en el encuentro… me contaban cosas de sus vidas, me preguntaban por la congregación, por nuestro trabajo, por el apostolado del club. Conocí a un personaje del rugby en Teqüé, el fundador (“Pajo”)… un viejito espectacular, que estaba feliz de ver una sotana en su club… fundado hacía ya 40 años… y me decía que ojalá hubiera más sotanas en estos encuentros. Muchos me dijeron: “Qué bueno que la Iglesia viene a trabajar con el rugby”… yo me reía… pero también algunos me destacaron que en años y años que llevaban en el rugby nunca había visto un sacerdote en las canchas (no se referían que jugase sino a la presencia). Pude hacer amistad con jugadores, entrenadores y árbitros. Un árbitro (que va a partidos en Chile y Argentina) me pidió dos fotos: una como jugador y otra como religioso… estaba feliz… me comentaba que tiene un tío sacerdote y una prima monja… les iba a mandar las fotos. Pude hacer apostolado con los papás del chico fallecido de Teqüé, les dije que había rezado por su hijo, y que no dejaran de encomendarse a Dios… me escucharon todo lo que les decía. Pude regalar estampas de Pier Giorgio Frassati y de Juan Pablo II (con reliquia) a algunas personas en particular: al fundador de Teqüé, a estos papás, a un árbitro muy bueno que se ha hecho muy amigo de nosotros (debe tener 29 años) y que tiene muy buen nivel, y a otros. No está de más recordar las conversaciones y consejos que se fueron dando (durante todo el día) referidos a temas como: casarse, tomar la comunión, la confesión, el deporte como apostolado, las palabras del Papa Francisco, etc, etc, etc.
Todo esto que les nombro lo veían los jóvenes de nuestro club… que a veces te comentan esas cosas… y ven lo que significa la presencia religiosa.
En definitiva le agradezco a Dios lo que se puede hacer… y que tenga la posibilidad todavía de poder estar con el queridísimo club “Juventud Frassati”.
TESTIMONIO DE UN SEMINARISTA (AHORA SACERDOTE)
(P. Federico … “emigrado” desde el apostolado en el club a Taiwán)
Siendo Misionero en Extremo Oriente, me gozo en recordar mis vivencias apostólicas en nuestro glorioso Club “Juventud Frassati”, Club Católico y Militante… y no solo católico de nombre, sino orgullosamente Católico, para la mayor Gloria de Dios. ¡Un Club Confesional! Confesional por gracia de Dios.
Salvo unos pocos años, toda mi vida jugué al Rugby hasta que entré al Seminario para ser Misionero. Creía que la entrada a la Vida Religiosa iba a ser el fin de mi vida rugbística, pero no fue así ya que Dios tenía preparada una gran sorpresa. Siendo seminarista, la Comisión del Club Juventud Frassati pidió al Seminario que –además del Capellán- otro religioso ayude espiritualmente al Club y, como yo jugaba al Rugby, me llamaron y, desde entonces, uno de mis apostolados estables fue ir a los entrenamientos, partidos y reuniones del Club para tratar de prolongar la Encarnación del Verbo en el mundo del Rugby.
Dios me pedía sembrar y sembrar en los inicios, que no suelen ser fáciles. De hecho, muchas veces sufrí yendo a entrenamientos donde éramos 4 personas, otra vez padecí organizando un seven donde faltaron casi todos los nuestros y muchas veces pené viendo que los resultados eran puras derrotas… Es que la cosa recién empezaba entonces… Pero, poco a poco, gracias al esfuerzo de una minoría generosa y sobre todo a la Bendición divina y la ayuda de nuestro Patrono, nuestro amado Club empezó a crecer y así se fueron cumpliendo etapas de un modo muy veloz: inauguración de la cancha, conformación del equipo competitivo, primera Gira internacional, obtención de trofeos -ante todo el segundo puesto en el Torneo Desarrollo- y el reciente ascenso a la liga del Torneo Vendimia… A mí me tocó ver más bien los inicios y algo de lo demás…
Ahora bien, no me quiero ir por las ramas. De mi empeño apostólico en el Club, destaco un haz de puntos especialmente trascendentes para mí. Pude participar en la organización de la primera Gira Internacional del Club, que fue en Chile, donde pudimos hacer apostolado con mucha gente alejada de la práctica de la Fe. La tercera Misa que presidí en mi vida (¡fue al otro día de ser ordenado Sacerdote!) fue bajo las haches, en la cancha nº 1 de nuestro Club, donde prediqué sobre el carácter apostólico de nuestro Club y le di la Primera Comunión a una hija del Presidente del Club. Pude dar consejos espirituales, a los jugadores y demás miembros del Club, a tiempo y a destiempo, –para que se unan más a nuestro Señor Jesucristo-. Por otra parte, pude hacer apostolado con el Tati Phelan (¡ni más ni menos!) cuando era aún el coach de Los Pumas. Pude ser instrumento para que él filme un spot publicitando nuestro Club y le pude dar algunas imágenes sacras y entrevistarlo con fines apostólicos. Además, pude vivir el mandato paulino de “hacerse todo con todos” jugando al Rubgy varios partidos, sangrando y transpirando, tackleando y golpeándome, ¡y aun lesionándome!… con el solo fin de acercar más a los demás al amor de Cristo, que por nosotros murió en Cruz.
Ciertamente lo que más me motivó a hacer apostolado en el club fueron dos cosas. Primero, el poder tratar de fomentar en los jóvenes el deseo de una vida virtuosa y santa y, segundo, el poder cooperar de modo concreto y fecundo a la restauración de la Santa Cristiandad, al trabajar en la formación de Cuerpos Intermedios al servicio de Cristo Rey en la vida pública de nuestra Patria.
Las alegrías abundaron y se sustentaron en el espíritu de sacrificio, que, creo, es la columna vertebral del espíritu del Rugby y lo que lo hace tan atractivo para las almas más nobles. Alegrías, cuales añadiduras evangélicas, fueron muchas: la alegría de hacerme grandes Amigos (¡y Amigos con mayúscula como suelen ser los del Rugby!), la alegría de rezar en equipo antes de jugar y de frente a contrincantes e hinchada que jamás habían visto algo así; la alegría de misionar tackleando bien abajo; la alegría de hacer apostolado en un tercer tiempo tomando una buena cerveza, la alegría de sacarme la sotana junto a la cancha para reemplazar a un jugador herido, la alegría de haber sido nombrado socio vitalicio –siendo aún un joven-, la alegría de poder hacer un apostolado que muestra claramente que los cristianos no debemos ser unas “momias de museo” sino valientes Soldados de Cristo que saben vivir la vida “a lo grande, a la tremenda” como quería Anzoátegui.
“¡Frassati es tackle!”
¡Viva el Club!
¡Viva Cristo Rey!
P. Federico, IVE
TESTIMONIO DE UN ENTRENADOR
Daniel Morandini
Desde que empezamos en 2010 con esta aventura de enseñar rugby no paro de sorprenderme de los avances que hemos ido logrando con trabajo y esfuerzo sin ninguna duda.
Cuando me propusieron esto, no dudé nunca porque soy un apasionado del rugby, y lo que más me seducía era que no estábamos haciendo un “Club de Rugby”, sino un club en el que el rugby es una actividad más de todas las que se pueden ir desarrollando, pero que a través del deporte íbamos a ayudar en la evangelización.
Y nos pusimos a trabajar...
Y los frutos se fueron viendo rápidamente, en muy poco tiempo ya teníamos un equipo con el que comenzamos a competir informalmente, y al año siguiente ya estábamos compitiendo en los Torneos organizados por la U.R.C. (Unión de Rugby de Cuyo)
En el año 2013, fue el del verdadero reconocimiento por parte de todos los demás clubes y organizaciones hacia nuestro Club.
Y lo mejor de todo ha sido el haber marcado una diferencia con respecto a los clubes tradicionales de Rugby de la Provincia (y de fuera de la provincia también), y que se trata de respetar los valores que enseña este deporte pero con el adicional de estar acompañados siempre por un seminarista o un sacerdote (en nuestro caso capellán y jugador) que los potencian y educan en virtudes a todos aquellos que tenemos fe, y también a quienes a lo mejor no la tienen tanto, y con su solo ejemplo de dedicación hacen que cada vez haya más chicos que quieran pertenecer a nuestro club Juventud Frassati.
El 2013 ha sido un año de logros deportivos, llegamos a la final de un campeonato oficial, en la que no pudimos ganar, pero que dejó una gran integración por parte de muchos que nos fueron a ver jugar y que vieron que en un deporte de contacto como este no hay enemigos sino adversarios que después comparten el tercer tiempo y se hacen amigos.
Fue realmente impactante ver ese día la enorme cantidad de familias que estuvieron, la hinchada que armaron los chicos de juveniles e infantiles… a la que se sumó un grupo grande seminaristas. Fue realmente muy emocionante.
Los elogios que recibimos fueron muchos y nadie se fijó en el resultado, y eso es lo que marca que estamos en el buen camino, siempre escuchamos el reconocimiento al esfuerzo, la educación y disciplina por parte de los jugadores, y siempre hay un párrafo aparte para los “curitas” que forman parte de todo esto y que han demostrado que no solo tienen coraje sino que además transmiten alegría.
Y este año también hubo algo que llenó de gozo hasta a los más escépticos, un jugador fundador de esto y de importante predicamento en el grupo, sintió el llamado de Dios y despertó su vocación de servirlo, y esto lo hemos tomado como una señal más de que estamos en un camino correcto.
La única división juvenil con la que empezamos el año también se alzó con un trofeo nacional de Rugby social, organizado por una Fundación que se llama “Botines Solidarios”, y también participamos con esos chicos en otro encuentro que se realizó en la Ciudad de Mendoza.-
Lamentablemente esos chicos no pudieron tener una participación permanente en la Unión de Rugby de Cuyo por problemas de política deportiva, pero esas adversidades son las que nos van fortaleciendo, porque varios de ellos siguen en el club y el año próximo ya van a ser parte del plantel superior.
Los entrenadores nos hemos sentido muy a gusto en todo este año, y hemos lidiado con las cuestiones propias de la organización deportiva, con algunas falta de cumplimiento de los jugadores, y con la escasa infraestructura con la que contamos en el club, pero todo se ha ido superando con esfuerzo, con solidaridad, con compromiso y sobre todo con la ayuda de Dios que nos ha ido permitiendo superar las dificultades.
Seguramente se pueden contar cientos de anécdotas, experiencias vividas y muchas otras cosas, pero lo más importante que hemos rescatado aquellos que llevamos una vida dedicada a este hermoso deporte, es darnos cuenta que todos los valores que siempre pregonamos a todos los que entrenamos, están íntimamente ligados a nuestra fe católica, por eso ahora nos sentimos no sólo entrenadores de rugby si no colaboradores en la educación de chicos y jóvenes en las virtudes.
P. Francisco Muñoz, IVE
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